El violento desalojo de los campamentos de protesta para exigir la restitución del depuesto presidente islamista Mohamed Mursi y los disturbios posteriores dejaron ayer al menos 278 muertos y 2.100 heridos en Egipto, en una acción que generó condena internacional y la renuncia del vicepresidente Mohamed El Baradei. El presidente de transición egipcio, Adli Mansur, decretó el estado de emergencia en todo el país por un mes a partir de la tarde de ayer. La medida permite que se realicen redadas y detenciones sin una orden judicial. Además, tras las violentas batallas callejeras desatadas entre islamistas y la policía, el gobierno estableció el toque de queda en 12 provincias, en las que nadie podrá salir a la calle. El portal de noticias Al Ahram informó que el toque de queda podría estar vigente durante un mes.
La violencia se desató por la mañana con el desalojo a la fuerza por parte de la policía de los campamentos de protesta en El Cairo. Luego se extendió a otras partes del país, donde fuerzas islamistas llevaron a cabo ataques contra edificios estatales. Tras el comienzo del operativo en el campamento, residentes desesperados recitaron versos de Corán y gritaron "Alá ayúdanos!" mientras helicópteros sobrevolaban la zona y retroexcavadoras blindadas arrasaban con sus barreras defensivas. Periodistas vieron a policías enmascarados saliendo de sus camionetas con bastones y gases lacrimógenos. Los oficiales destruyeron las tiendas y les prendieron fuego.
Se propaga la violencia. El Ministerio de Salud egipcio confirmó que 278 personas murieron en todo el país, aunque aseguró que la mayoría de las víctimas no se registraron en el desalojo de los dos campamentos de El Cairo. Las autoridades hablaron de varios muertos en Ciudad Naser y en Giza. Además, fuentes médicas contabilizaron dos mil heridos. Entre los fallecidos hay al menos 43 policías. Testigos informaron que la policía lanzó al principio sólo gases lacrimógenos contra los manifestantes en los barrios de Ciudad Naser y Giza, que respondieron con piedras y botellas. Más tarde hubo disparos por parte de ambos bandos. Tras dichos tiroteos, heridos y muertos quedaron tirados en las calles cerca de charcos de sangre. Una zona del campamento que había sido usada como sitio de juegos y exhibición de arte para los niños fue convertida en un hospital de campo similar a los instalados en los conflictos. El gobierno insistió en que las personas en el campamento estaban armadas. Varias estaciones de televisión, todas controladas por el Estado o por sus simpatizantes, divulgaron imágenes de lo que parecían ser manifestantes a favor de Mursi que disparaban rifles contra soldados que se ocultaban tras barricadas de sacos de arena.
El vicepresidente de transición, Mohamed El Baradei, premio Nobel de la paz, anunció ayer su dimisión y aseguró no estar de acuerdo con el accionar de las fuerzas de seguridad. "He presentado mi dimisión porque no puedo asumir la responsabilidad de decisiones con las que no estoy de acuerdo", lo citó la televisión Al Arabiya. La policía no debería haber desalojado violentamente los campamentos de los seguidores de Mursi porque aún no se habían agotado todas la alternativas pacíficas, señaló El Baradei. "Lamentablemente de lo ocurrido se beneficiarán aquellos que llaman a la violencia y el terror", señaló El Baradei en su escrito de dimisión entregado al presidente Mansur y publicado por el portal de noticias estatal Al Ahram.
Tras el inicio de la operación policial, los seguidores de los Hermanos Musulmanes se manifestaron en varias provincias. En la península del Sinaí, islamistas armados atacaron varios edificios públicos y en el Alto Egipto, en Minia y Sohag, hubo ataques contra al menos tres iglesias. Los Hermanos Musulmanes llamaron a los egipcios a manifestarse de forma masiva contra la operación policial. "Esto no es un intento de dispersar, sino de aplastar las voces de la oposición al golpe militar", escribió en Twitter el portavoz del grupo Gehad al Hadadd. "No doblegarán nuestra voluntad ni romperán nuestra resolución (...) Siempre estaremos de pie enfrentando todos los rostros de la tiranía", aseguró.
Por la noche, después de los enfrentamientos, cientos de seguidores de Mursi abandonaron el campamento de protesta frente a la mezquita de Rabea al Adawija en El Cairo.
Repliegue. Funcionarios policiales confirmaron que casi todos los participantes de la acción de protesta, que hasta último momento habían resistido el desalojo de los campamentos, se retiraron del lugar.
En tanto, dos periodistas murieron ayer cubriendo los enfrentamientos. Se trata de un camarógrafo del canal de televisión Sky News, que falleció tras recibir un disparo en El Cairo. Mick Deane fue alcanzado cuando grababa los disturbios en la capital de Egipto entre seguidores del depuesto presidente y la policía. Deane llevaba 15 años trabajando en Sky News y estuvo destacado entre otros en Washington y Jerusalén. El resto de miembros del equipo están bien. Asimismo, la reportera Habiba Ahmed Abd Elaziz, de 26 años, falleció también víctima de los disparos recibidos en la plaza Rabaa al Adawiya durante la operación de desalojo desarrollada por las fuerzas de seguridad, según ha informado Gulf News, el grupo para el que informaba. Elaziz era reportera de la publicación digital «Xpress», que forma parte del grupo digital Gulf News. Varios de sus familiares han relatado que la joven fue alcanzada por disparos cuando se encontraba en la plaza Rabaa Al Adawiya.
El gobierno de transición había dado la semana pasada luz verde a la policía para desmantelar los dos campamentos de protesta, en los que los islamistas reclamaban la restitución de Mursi. El Ejército derrocó a Mursi el 3 de julio en medio de una ola de protestas en el país.
Repudio mundial. El desalojo por la fuerza de las protestas provocó la condena internacional. Varios países europeos y Estados Unidos condenaron la violencia aplicada contra los manifestantes, y Washington manifestó además su "fuerte oposición" a la decisión del gobierno interino a decretar de nuevo el estado de emergencia. El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, también tuvo fuertes palabras de condena y recordó que recientemente había llamado a la moderación de las partes, por lo que lamentó que, en lugar de ello, "las autoridades egipcias emplearan la violencia como reacción a las manifestaciones". A su vez, Irán condenó duramente el "baño de sangre" y advirtió del peligro de una guerra civil en el país.