"Estoy emocionado", sorprendió ayer Claudio Maldonado cuando pisó la vereda del
Ministerio de Trabajo de Buenos Aires, luego de mantener una reunión con el ministro Carlos Tomada,
el secretario g eneral de la Unión Obrera Metalúrgica, Antonio Caló, y otros seis miembros del
cuerpo de delegados de la autopartista Mahle, de Rosario.
Los 500 trabajadores de la empresa rosarina podrán dormir tranquilos: ya hay un
grupo empresario con decisión firme de hacerse cargo de la compañía, continuar con la actividad y
mantener la totalidad de las fuentes de trabajo.
Se trata del grupo Taranto, cuya especialidad son las juntas para motores, una
empresa con epicentro en el Gran Buenos Aires (Avellaneda), y que supo inscribir su marca como
sponsor en la camiseta roja del club Independiente de esa ciudad. Según se informó, ayer mismo,
representantes de Taranto recorrieron las instalaciones de Mahle para tomar conocimiento directo de
la planta que estarían dispuestos a comprar.
La reunión se concretó en la sede del ministerio de la avenida Leandro Alem al
600, duró una hora y tuvo tono distendido: primaron las buenas noticias. Mahle sigue, y con todos
adentro, fue el compromiso explícito que les expresó el ministro de Trabajo a la media docena de
delegados rosarinos que llegaron hasta el piso once del ministerio, y al propio jefe de la poderosa
Unión Obrera Metalúrgica.
La continuidad de los puestos de trabajo "estará asegurada" transmitió Tomada.
Ya sea porque las negociaciones con el grupo Taranto se concretan o bien porque la empresa quede en
manos de otro grupo industrial que mostró su interés, lo cierto es que desde el Estado nacional y
provincial existe la decisión política de mantener las fuentes laborales, cueste lo que cueste.
En lo inmediato, y según informó Antonio Caló a LaCapital, los trabajadores
continúan protegidos por la conciliación obligatoria dictada por el gobierno provincial hasta el
próximo 3 de junio. "La expectativa es que durante mayo se avance en el traspaso de la empresa y
que a partir de junio la planta recupere la normalidad en su funcionamiento", expresó el secretario
general del gremio.
La rápida solución que ayer se anunció ante una crisis que venía angustiando a
los implicados directos y también al conjunto de la ciudadanía, debe entenderse por la decisión
política sin fisuras que asumieron tanto desde el gobierno de Santa Fe como desde la Casa Rosada.
La unidad de visión y de acción entre ambos ministerios de Trabajo, en cohesión con los
trabajadores y el sindicato, se convirtió en una fuerza imparable para aquellos que se imaginaron
cerrar la puerta, y sin más trámite, despedir a los obreros.
Los delegados de los trabajadores que ayer viajaron a Buenos Aires explicaron:
"La provincia y la Nación defenderán nuestros puestos de trabajo como sea, es políticamente
estratégico. Si cae Mahle, habrá otros empresarios que intentarán achiques, ajustes contra los
trabajadores. Y la decisión es no permitir que eso suceda. Acá la planta no se cierra y todos
conservaremos nuestros trabajos".
Los trabajadores se encuentran afectados a un programa de suspensiones que
encoge el sueldo promedio de 2500 a unos 2200 pesos. Con ése régimen atravesarán el mes de mayo
para luego tender hacia una normalización a partir de junio.
Cuando la competencia política entre fracciones diferentes queda de lado, como
viene sucediendo en este caso en la acción conjunta de socialistas santafesinos con el kirchnerismo
nacional, los resultados son contundentes y los beneficios están a la vista.
La actitud de poca o nula colaboración de los empresarios para evitar los
despidos quedó neutralizada por la acción envolvente del Estado en pos de un objetivo común.
"Si fuera por los empresarios, vamos todos a la calle, actuaron de la peor
manera, actuaron como nazis", denunció un delegado de Mahle.
Un grupo de origen familiar