Los ingresos por concepto de Asignación Universal por Hijo (AUH) significaron, desde su puesta en marcha a finales del año 2009 por parte del gobierno nacional, una disminución superior al 30 por ciento del riesgo de caer en situación de indigencia y, una disminución superior al 10 por ciento de la posibilidad de caer en situación de pobreza.
Así lo señala último informe elaborado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina, que indaga el papel desempeñado por este programa asistencial durante ese período. "La tasa de indigencia de los hogares con niños y adolescentes menores de 18 años es actualmente un tercio menor a lo que hubiese sido sin este sistema de protección social", asegura el trabajo.
Según la investigación, las mejoras en el bienestar de los hogares con niños sujetos de esta asistencia "revela un hecho positivo en sí mismo", que es "la garantía de un ingreso mínimo para satisfacer necesidades económicas básicas".
Además, desde la UCA constataron una "sustancial mejora" de los ingresos familiares de los hogares beneficiarios y su efecto sobre la disminución en las tasas de indigencia y pobreza en los últimos tres años.
El reporte destaca que la puesta en marcha de estos dispositivos "no sólo contribuyó a un ascenso social para dichos grupos", sino que además "sirvió de escudo ante los continuos aumentos de precios y el contexto recesivo de 2011-2012".
Esto se verificó sobre todo durante el año pasado, donde de no haber existido esos programas "se hubiese generado un fuerte incremento en la cantidad de hogares y población infantil en situación de indigencia".
Piso social. La AUH fue puesta en marcha sobre finales del año 2009, en un marco de crecientes demandas para la concreción de un programa de asistencia económica más universal hacia la infancia. Fue al cabo de un año particularmente complicado, por la crisis internacional.
En sus inicios la asignación era de 180 pesos por menor beneficiario; un monto que hoy alcanza los 460 pesos, en parte para compensar los efectos de la inflación. A través de la reestructuración del sistema, más de 2,2 millones de niños pasaron de manera inmediata a ser beneficiarios directos del nuevo esquema, asegura el trabajo.
Efectos reales. La implementación de este régimen de protección social sobre la población infantil y sus hogares tuvo efectos reales inmediatos, que sirvieron para atemperar y en algunos casos neutralizar un contexto macroeconómico crecientemente inflacionario, y recesivo (con diferentes intensidades) en 2009 y 2012.
El informe de la UCA señala en ese sentido que luego de la crisis de 2009, según la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA), las tasas de indigencia y de pobreza en hogares con niños hasta 17 años cayeron en 2010 a 8,2 por ciento y 33,4 por ciento, respectivamente.
Al año siguiente, en 2011, continuaron bajando hasta llegar a 6,4 por ciento (indigencia) y 27,4 por ciento (pobreza). En 2012, dado el contexto inflacionario y nuevamente recesivo de finales de ese año, si bien la indigencia descendió levemente a 6,1 por ciento, la pobreza se incrementó a 30,2 por ciento.
Escudo. Pero ¿cuál fue el grado de penetración que logró este régimen sobre los hogares con niños/as y adolescentes en situación de indigencia o pobreza?
Desde la UCA subrayaron que la AUH-M7H (pensión no contributiva a madres de siete hijos) asistió durante ese período a alrededor del 60 por ciento de los hogares indigentes, y del 48 por ciento de los hogares en situación de pobreza.
"Se advierte que en 2010, la ausencia de transferencias habría reducido en 24,7 por ciento el ingreso familiar de los hogares indigentes beneficiarios de estos sistemas y en 11,2 por ciento el de los hogares pobres".
Durante el año pasado "se mantuvieron de manera general estas tendencias, aunque con algunas diferencias relevantes".
Por un lado, en los hogares indigentes la ausencia de programas sociales hubiera hecho caer los ingresos familiares en 25 por ciento; mientras que en los pobres la caída hubiese sido de 12,7 por ciento.
Ciclos e inflación. En este punto, la investigación diferencia dos momentos distintos: el bienio 10/11; y los años 209 y 2012. "Entre 2010 y 2011 las tasas de indigencia y de pobreza habrían caído en cualquier escenario considerado; aunque obviamente con menor intensidad en ausencia de toda transferencia social".
En cambio, el año pasado, "si bien la pobreza tiende a aumentar, la tasa de indigencia disminuye en el escenario real". Sin la asignación, señala la UCA, la recesión 2011-2012 también habría implicado un aumento de las tasas de indigencia, tanto a nivel de hogares como de población infantil.