Desde hace pocas semanas, en un rincón del patio del Jardín de Infantes Nº 239 Grillitos de Pan se despliega una Plaza Vial Escolar. La iniciativa partió de los docentes y fue recreada de la mano de las familias y artistas locales. Se proyecta como una propuesta lúdica de cómo enseñar educación vial en el nivel inicial. Aseguran que los chicos son los principales promotores y los mejores replicadores en los hogares de lo que aprenden.
Sobre el piso están trazadas las calles, dibujados los cruces peatonales y hasta el trayecto de una vía del ferrocarril. Sobre el fondo, en la pared de uno de los salones, una marea de casitas pintadas con muchos colores por los nenes y nenas de 4 y 5 años. El lugar invita a llevar los juguetes, desplegarlos y aprender. Espacio y juguetes se ubican en lo que era un lugar ocioso del jardín de Colombres al 2800, en pleno barrio Godoy, y ahora recuperado para estimular nuevos saberes y valores. El jardín recibe 302 chicos de un radio que se extiende desde 27 de Febrero, las vías del Ferrocarril, Circunvalación, Las Palmeras y bulevar Seguí.
Recorrido. Todo tiene su historia. Y es Elisa Domínguez, quien fuera hasta hace poco tiempo la directora, la que la comparte. Por un lado menciona el trabajo previo de pintar los murales que rodean ahora a la plaza, una idea que impulsó la maestra Gabriela Pereyra. Por otro, dice que fueron muy motivadoras para que este proyecto cerrara, las charlas sobre educación vial que recibieran de parte de la Compañía de Seguros La Segunda. “Cada año un docente, Daniel Tello, ofrece estas charlas que tienen muy buena convocatoria con los padres, a quienes les explica, por ejemplo, cómo los chicos se integran en el espacio de manera muy distinta al de un adulto”, añade Elisa sobre algunos de los aspectos que desarrollan en esos encuentros. Comenta que se vuelven momentos disparadores para hablar con las familias de las consecuencias de circular en motos sin cascos, traer a los chicos al jardín sin cuidados mínimos. También aquí —continúa— fue decisivo que comenzara a llegar a los docentes desde el Ministerio de Educación de la provincia un programa de educación vial.
Una de las primeras conclusiones que empezaron a advertir con el trabajo que se daban en las salas de jardín, es que “los chicos son unos replicadores impresionantes de la educación vial”. Una vez que aprenden las señalizaciones son los que están más atentos a que los adultos, los más grandes respondan a las indicaciones. “Tenés que ponerte el cinturón”, “Ojo que hay un lomo de burro”, “Hay que usar el casco”, son algunos de los comentarios que empezaron a llegarles de parte de las familias a las maestras. Menciona además que entre las problemáticas más relevadas del barrio, las motos, la falta de veredas y los pozos en las calles lideran las causas de los principales problemas con el tránsito.
Para Elisa Domínguez en estos aprendizajes que demuestran los chicos sobre cuestiones del cuidado individual y hacia el otro mucho tiene que ver la forma de enseñar que propone en el jardín. En esas formas, una pasa por el sentido amplio con que se asume la enseñanza de la lectura. Explica que procuran que esta práctica no se limite a reconocer letras y palabras sino más bien a interpretar, a comprender lo cotidiano que los rodea. Y cita para reforzar este concepto a la escritora de la literatura infantil, Graciela Montes, cuando define a la lectura como una posibilidad de “poder leer un cielo estrellado”.
Talleres. En esta experiencia de aprender educación vial desde el nivel inicial y con un sustento siempre lúdico, mucho juega además la organización en talleres que se da el Jardín Nº 239, donde los chicos a diario eligen dónde quieren estar. Así pueden pasar por el espacio de las dramatizaciones, los juegos lógicos, la fábrica de juguetes hasta aprender ciencias en la huerta escolar. También expresarse con la plástica o la literatura. El desafío que les deja la apertura de la Plaza Vial Escolar es cómo seguir abordando la educación vial en forma transversal y también cómo hacer de la misma un nuevo lugar de juegos y aprendizajes.
Como suele pasar en este tipo de experiencias son muchas las voluntades que se suman. Más cuando la realidad social invita a un compromiso constante. Esto pasó también con la concreción de la plaza, donde participó el artista Ariel Gabiniz y la diseñadora María Eugenia Moro. “El desafío fue sumar elementos pero no reducir el espacio de juego de los chicos”, cuenta María Eugenia sobre la tarea que asumió en el diseño del lugar.
Elisa Domínguez también es profesora del seminario de pregrado “Infancia y juego” de la Facultad de Psicología (UNR). “Todo mi trabajo tiene que ver con lo lúdico”, anticipa y defiende el valor que tiene el juego en la infancia, por las posibilidades de ficcionar que les da a los pequeños. “Que los chicos tengan un espacio lúdico para poder habitar la infancia es fundamental”, expresa la profesora como deseo y motor de las experiencias que protagonizan desde el jardín. Al final rescata el valor que tiene compartir estos proyectos con otros colegas, sobre todo para multiplicarlos.
Obligatoriedad. En 2009 se reglamentó la ley 11.686 que establece la obligatoriedad de la educación vial en todos los niveles del sistema educativo, incluyendo el nivel inicial. La norma data de 1999 pero no había sido reglamentada hasta entonces. También se establece que en forma conjunta la Agencia Provincial de Seguridad Vial y el Ministerio de Educación de la Provincia desarrollen la capacitación de los docentes para formar a los alumnos.