No cantará como Chet Baker pero en el trasfondo de las canciones suena la
trompeta jazzera del ex Quinteto Urbano Juan Cruz De Urquiza. “Yo no puedo cantar jazz. Sí
tuve que cantar distinto y educar la garganta durante unos meses, pero haber hecho un disco de jazz
hubiera sido demasiado atrevido”, dice Iván Noble sobre “Dicho & hecho”, su
nuevo álbum grabado en vivo bajo la dirección y producción del contrabajista y arreglador Mariano
Otero.
El disco está integrado por un puñado de nuevas versiones de sus éxitos como
solista y de su época rockera de los Caballeros de la Quema más tres canciones nuevas. El tono
relajado predomina en el CD, donde la voz de Noble, menos aguerrida y más delicada que nunca,
aparece junto a una verdadera orquesta del jazz porteño.
—En este disco, ¿las reversiones se adaptan a los
temas nuevos o pasó al revés?
—En realidad los temas nuevos se contagiaron del color y de la
sonoridad de las versiones. Igual, yo busqué que aquellas canciones tuvieran otra ropa; incluso es
como una revancha para algunas canciones que yo las escuchaba y me parecía que podían estar mejor
con un golpecito más de horno. En como un ajuste de cuenta con algunas viejas canciones mías.
—La versión que hacés de “Avanti
morocha”, ¿es como querer sacarte la última ropa de rockero que te quedaba?
—Es la mirada a una canción doce años después. Y admito que en
estos doce años me pasaron un montón de cosas y que eso se reflejó en la música. Empecé a disfrutar
y a entender la música de otra manera, y creo que eso se terminó impregnando en lo que uno hace.
Cada vez me gusta más estar en mi casa tranquilito escuchando música sin tener ganas de saltar. En
realidad, estas canciones tienen estas ropas porque yo hoy me visto así, metafóricamente
hablando.
—El tono de “Un minuto antes” y de
“Olivia” se acerca mucho al del jazz. Me imagino que ese tono relajado y tranquilo
viene de la mano de Otero...
—Sí. De hecho que la elección de Mariano como productor tiene que
ver con eso. Quería que fuera un disco de canciones pero que tuviera la impronta de gente que no
viniera del rock. Y creo que se logró, porque el disco tiene otra pátina... Yo quería dar una
vuelta de tuercas y lo hablé con Mariano, y las nuevas versiones terminaron siendo como primas
lejanas de sus originales. Ese fue el plan.
—En la lista de músicos hay varios crack del jazz
porteño.Podría haber salido un disco totalmente jazzero.
—El riesgo de eso es que yo no puedo cantar jazz. Sí tuve que
cantar distinto y realmente tuve que educar la garganta durante unos meses, pero haber hecho un
disco de jazz hubiera sido demasiado atrevido.
—Esta vuelta al pasado, de tomar una canción y no
otra del viejo repertorio, ¿es también revisar ciertos aspectos de tu vida? ¿Fue un buen momento
para hacerlo?
—En el librito del disco escribo un texto muy cortito donde
explico que este proyecto es también algo espinoso, porque yo con el pasado tengo una relación
oscilante. Por momento me gusta dar vuelta la silla y mirar para atrás y otras veces ni un poco. De
todas maneras diría que sí, que fue un buen momento porque creo que fue como una bisagra. Abrir el
cajón de canciones viejas y ver cuáles merecían revancha y hacerlas de nuevo estuvo bueno de
verdad. También creo que acerté en incluir tres canciones nuevas. Tenía un montón de canciones
nuevas, es más, podría haber hecho un disco de temas inéditos, pero la apuesta me gustaba tal cual
había sido proyectada, la idea de estar cerrando una puerta con algunos discos del pasado.
—Al mismo tiempo, ¿sentís que abriste una puerta a
una nueva forma de interpretar?
—Creo que cada vez más me vuelco al género canción y cada vez me
siento más cómodo sentadito cantando canciones, si querés, más tenues que antes. Pero también hay
que tener cuidado con eso del pasado, porque puede ser acechante, y puede tener puertas giratorias
(risas). Además, pecaría de soberbio si diría “nunca más voy a mirar para atrás”.