“Para mí tanto como para Carlos era un honor ser docentes. El admiraba el ser docente y yo admiraba que él tuviera la entereza a los 23 años de tener una participación en el campo popular y sindical (...). Cuando hablo lo hago desde el corazón y desde las ideas e ideales que compartimos juntos. Pensaba que la escuela tenía que ir a los obreros y no los obreros a la escuela. No dejaba de decirles a sus alumnos que había que estudiar desde el valor de la vida, la dignidad, la honestidad, de la ubicación que tenemos todos los trabajadores. Era un científico en el sentido de analizar la realidad, un químico que combinaba el esfuerzo con el cariño y el amor. Les dio mucho amor a sus alumnos como me lo dio a mí y como se lo dio a sus hijas”. Las palabras son de Sandra Rodríguez de Fuentealba, y son publicadas en un material de trabajo para las escuelas de Ctera.