Una maestra de segundo grado de la escuela Nº 61 Juan Galo Lavalle, de Juan Manuel de Rosas al 4000, fue separada de su cargo hasta tanto se concluya una investigación para determinar si suministró a sus alumnos un medicamento. Personal del comedor de la escuela fue el encargado de advertir a la dirección que la docente había colocado algo en la leche, según explicó, "para que estén saludables y tranquilos". Los padres se reunieron ayer en la puerta de la escuela para apoyar a la maestra, a quien consideran "excelente". Desde Educación recordaron que los docentes no pueden suministrar ningún tipo de fármacos, incluso aunque hayan sido recetados.
El expediente abierto en el Ministerio de Educación de la provincia cuenta con varios testimonios del personal escolar, que se explayaron sobre lo ocurrido en la escuela de barrio Tablada el jueves pasado por la tarde, mientras se preparaba la merienda para los chicos de segundo grado.
Según coincidieron varias fuentes, la maestra del curso se ofreció a colaborar con la elaboración de la leche, una tarea que los docentes realizan a menudo. Y en esto estaba cuando una asistente del comedor notó que "introducía un comprimido" en la jarra que iban a llevar al curso. Al ser increpada, la docente explicó que se trataba de algo "para que los chicos estén saludables y tranquilos".
Enterados de la situación, la dirección de la escuela avisó a la supervisora y se pusieron en marcha los mecanismos habituales para determinar lo sucedido. Después de recoger varios testimonios, Educación decidió anteayer separar a la docente.
La delegada ministerial, Martha Díaz, señaló que le medida se extenderá hasta tanto se concluya la investigación presumarial. "Hasta ahora hay alguna certeza de que colocó algo en la leche, lo que no tenemos confirmado es qué tipo de medicación pudo haber sido", sostuvo Díaz.
Y destacó la celeridad con la que se actuó frente a una situación que juzgó "grave", de todas formas aclaró que "los niños no llegaron a tomar ese día la merienda" ni presentaron nunca algún síntoma que pudiera llamar la atención de los padres.
La funcionaria remarcó que los docentes no están autorizados a suministrar a los chicos ningún tipo de medicamento, aún en el caso de que se sientan mal y que se los haya recetado un médico. "En los comedores sólo se sirven los alimentos que autorizan nutricionistas del ministerio, hay menúes especiales para diabéticos o celíacos, pero no más que eso. Los maestros no pueden dar siquiera los fármacos que les lleven los padres, por inofensivos que sean", sostuvo.
En apoyo. La escuela Nº 61 es una de las históricas de barrio Tablada. Su edificio de dos plantas y ladrillos vistos lleno de rejas no tiene más de quince años, pero sus alumnos son los hijos de varias generaciones que aprendieron a leer y escribir en el colegio. Actualmente concurren allí unos 200 pibes del barrio.
La maestra de segundo grado lleva más de 28 años trabajando en la escuela, por la mañana como portera y desde hace unos seis años, también por la tarde como maestra titular.
Por eso, los papás de los chicos no salían ayer de su asombro cuando la escuela les comunicó la decisión de separarla de su cargo. "Es una maestra excelente", destacaban mientras recordaban que el día anterior había estado festejando el Día del Niño disfrazada de payaso.
"Nos comunicamos con ella y nos dijo que no quiso hacer nada malo. Que les dio Mejoralito a los chicos porque estaban con mocos, que los ama y que no quiso hacer nada mal", explicaban.
Adentro de la escuela, directivos, supervisores y otros docentes los escuchaban con gesto serio y cansado. "El Ministerio de Educación está investigando todo lo sucedido", se limitó a decir la directora Adriana Renaldi, y por si hacía falta destacó que "todo lo que se hizo fue en beneficio de los chicos. Se hizo lo que correspondía para que estuvieran cuidados", remarcó.