¿Es más segura una sociedad, o una provincia, o un país, sólo porque según las autoridades políticas bajaron un poco los índices de delitos violentos en unos meses?
Por Jorge Salum
¿Es más segura una sociedad, o una provincia, o un país, sólo porque según las autoridades políticas bajaron un poco los índices de delitos violentos en unos meses?
¿Es más insegura si esos índices subieron algunos puntos porcentuales en un lapso corto?
¿Le sirve a la gente que le digan que este año hubo menos crímenes que el año pasado, o le sirve al poder político para crear la sensación de que la seguridad mejora?
Los índices difundidos estos días por el Ministerio de Seguridad de Santa Fe revelan un descenso en casi todos los delitos violentos registrados oficialmente en Rosario y los otros centros urbanos del departamento. Eso incluye a los homicidios, los robos con armas y las entraderas. Algunos rozan el 40 por ciento si se toma como base el año 2015, y ese parece un dato alentador. Pero suponer que Rosario es ahora una ciudad más segura que hace unos meses es una pretensión presuntuosa.
No todos los delitos que ocurren se denuncian. Y la culpa de este "error" de los ciudadanos que no dan cuenta al Estado de los delitos de los que fueron víctimas no es de la gente sino del propio Estado. Durante años creció entre los rosarinos la sensación de que los delitos violentos aumentaban día a día y que la ineficacia del Estado para contenerlo decrecía segundo a segundo. Por inoperancia, por omisión o, lo que es peor, por connivencia o complicidad de muchos agentes del Estado con los delincuentes. Esa sensación se disparó en los últimos diez o quince años con la irrupción en la ciudad del narcotráfico. A la percepción de que nadie investigaría los delitos denunciados se le sumó el miedo, porque las personas a las que hay que señalar muchas veces conviven con las víctimas y porque quienes deben tomar e investigar las denuncias a veces son cómplices de los narcos. ¿Vale la pena denunciar algo que nadie investigará? ¿Sirve de algo? ¿Se preocupará el Estado por encontrar al delincuente y llevarlo a juicio? ¿Hará que después cumpla con su sanción penal, en el caso de que resulte condenado?
El resultado de estas dudas es que mucha gente dejó de denunciar, aun cuando ha sufrido delitos graves. Por eso mismo, muchas de las estadísticas oficiales no registran con precisión lo que pasa en la calle con el delito. Tendría que decir el Ministerio de Seguridad de Santa Fe que hay menos entraderas denunciadas que en 2015. O que bajaron los robos con armas denunciados en relación al mismo año. Alguna vez alguien en el gobierno tendría que ocuparse de indagar sobre la cantidad de entraderas y robos con armas que jamás llegan a los registros oficiales porque las víctimas prefieren no reportarlas. Por el temor al resultado es que le temen tanto a las encuestas de victimización.
Los índices que dan cuenta de la inseguridad en Rosario comenzaron a dispararse hace mucho tiempo. Cuando sucedió, los gobiernos de turno parecían distraídos en cuestiones de coyuntura o discusiones preelectorales. Los gobiernos justicialistas que se sucedieron tras la recuperación de la democracia apostaron a que permitiéndole a la policía la recaudación de actividades ilegales como la prostitución y el juego clandestino facilitarían el control de la calle. Se equivocaron, y para colmo llegaron los narcos, esos señores malos que ganan mucho dinero y le hacen ganar dinero a mucha más gente. Los gobiernos socialistas no mejoraron nada, porque a la herencia y un fenómeno imparable cuyo combate debería ser obligación del Estado nacional, el narcotráfico, le agregaron gestiones ineficientes, políticas erráticas y hasta medidas contradictorias, como casi todo lo que hicieron con la policía. Y el Estado nunca recuperó el control de la calle.
Las políticas de seguridad, como cualquier otra, requieren de miradas a largo plazo, no sólo cuando se planifica sino también cuando se miden los resultados. El apuro en celebrar índices de delitos más bajos conlleva el peligro del contraste brutal con la realidad, como pasó estos días: casi al mismo tiempo que nos informaban que hay menos homicidios en el departamento Rosario, se registraron tres en unas pocas horas.