Independiente perdió ayer ante Brown de Adrogué por 2 a 1, en su debut en el torneo de Primera B Nacional tras 108 años de historia en la máxima categoría.
Independiente perdió ayer ante Brown de Adrogué por 2 a 1, en su debut en el torneo de Primera B Nacional tras 108 años de historia en la máxima categoría.
Al Rojo le costó el partido porque tuvo la pelota pero nunca encontró los espacios para lastimar. Montenegro nunca se hizo cargo de la conducción y los delanteros Sebastián Penco y Cristian Menéndez jugaron de espaldas al arco.
A los problemas en el ataque se sumaron los de la defensa ya que el improvisado lateral, Fabián Monserrat, sufrió mucho por su sector con Matías Sproat y Martín Fabro.
Así fue que en la primera llegada, el Tricolor sorprendió y se puso arriba en el marcador. Mal rechazo por la zona izquierda, la pelota cruzó todo el campo y la recibió Fabro, quien apoyó con Facundo Lemmo y picó para la devolución. Allí recibió y con un tiro cruzado superó la resistencia de Fabián Assmann.
El dueño de casa fue con lo que tenía en busca del empate que llegó, quince minutos después, con un penal dudoso que le cometió Lemmo a Martín Zapata. Rolfi Montenegro fue el que lo transformó en gol, en el medio de la ansiedad de los hinchas.
Antes del descanso, Maglio, quien además del penal también cobró una posición adelantada desde un lateral, tomó la decisión de expulsar a Zapata, del local, y a Gustavo Ruiz Díaz en la visita. En cambio, el equipo de Pablo Vico se afianzó en la cancha basado en el mando de Fabro, quien fue imparable para los volantes y defensores locales. De hecho fue el mismo mediocampista nacido en la cantera de Villa Domínico el que inició el golpe final —sellado por Matías Sproat— para la primera de las 42 pesadillas que tendrá Independiente a lo largo del periplo por la segunda categoría del fútbol argentino.
A partir de ese momento, el desconcierto y desorden del Diablo fue total. Jugó con una línea de tres defensores muy endeble, terminó con tres enganches con el ingreso del recién llegado Matías Pisano y con más empuje que fútbol intentó llegar alcanzar una igualdad que nunca estuvo cerca de conseguir.