Dos agentes del Comando Radioeléctrico permanecen detenidos e imputados de privación ilegítima de la libertad y exacciones agravadas en perjuicio de Maximiliano R., un muchacho ligado a una de las facciones de la barra brava de Newell’s, de 28 años y otros tantos antecedentes penales, que habría sido víctima de esos delitos a manos de los uniformados la misma noche en que Diego Orlando Malkovic, otro barra rojinegro, fue asesinado de un disparo policial a la salida de un boliche del macrocentro. La denuncia presentada por el joven puso de manifiesto una vez más cómo funcionan algunos mecanismos de recaudación ilegal en la policía y dejó al desnudo cierta complicidad entre la fuerza y los maleantes.
Todo se desató la madrugada del 24 de febrero pasado cuando en el boliche Soho, ubicado en Salta y Alvear, se desató una trifulca entre varios muchachos por motivos que nunca fueron aclarados. Entre los contendientes había varios pesos pesados del mundo delictivo local y otros tantos barrabravas leprosos, a quienes los patovicas del local lograron sacar a la calle no sin antes dar aviso a la policía. Entre quienes fueron echados estaban Malkovic y Maximiliano R., quien había quedado filmado por las cámaras del Coloso del Parque el día que algunos barras echaron a golpes a Diego Panadero Ochoa, por entonces líder del paraavalanchas.
Malkovic terminó muerto minutos más tarde de ser echado del boliche, en la vereda de Salta al 2300, alcanzado por una bala policial que le destrozó la cabeza (ver aparte). Maximiliano R., según denunció al otro día en el juzgado de Instrucción 14, quedó en manos de dos policías que le exigieron dinero para borrarlo de la escena del hecho, para no matarlo como el otro hincha y para no armarle una causa y dejarlo preso.
Según fuentes tribunalicias y allegadas a la defensa de Maximiliano R., el muchacho dijo en su presentación que se retiró del boliche poco después de las 3 de la mañana acompañado por una chica. Que cuando se iban alejando del lugar escuchó al menos seis disparos de armas de fuego y que al detenerse para ver qué pasaba, dos policías se acercaron a él y comenzó un periplo cargado de abusos.