El ex teniente coronel Pascual Guerrieri y el ex teniente Juan Amelong se declararon ayer
inocentes de los crímenes de lesa humanidad que se les imputa, y alegaron que “fue una
guerra” la que en los años 70 le tocó al Ejército librar.
En el inicio de las indagatorias del juicio, Guerrieri, de 74 años, no
aceptó de antemano preguntas y justificó sus acciones: “Si no se hacía lo que se hizo en
aquellos tiempos, hoy estaríamos frente a tribunales populares”; “Este juicio encuentra
en mí a un soldado que cumplió órdenes de la entonces presidenta María Estela Martínez de
Perón”; “Quienes vendieron a quienes protagonizaron la contraofensiva montonera en 1979
hoy ocupan puestos del gobierno”, dijo.
Sin dudar en considerarse víctima del revanchismo, el ex oficial siguió:
“Un ex presidente, en una unidad militar, nos dijo a los militares: No les tengo miedo. Para
eso que nos dicte el fusilamiento”. “En aquellos años hubo 21.000 acciones terroristas,
5.000 atentados con explosivos, 1.748 secuestros, 1.500 asesinatos y 2.400 robos de documentación.
A metros de aquí, en abril de 1972, fue ejecutado en una emboscada el general Juan Carlos
Sánchez”.
El testimonio de Amelong fue más apagado y centrado en el derecho, quizá
por su condición de abogado. Así y todo tuvo tiempo para precisar en su repaso: “En 1976 yo
era teniente y tenía 24 años. Me desempeñaba como oficial de ingenieros y hacía mantenimiento de
vehículos. Recién en 1980 hice el curso de inteligencia”.
Narró, empero, que “en 1975 estuve 90 días en Tucumán y combatí en
Fronteritas y Acheral. En Fronteritas murieron al lado mío el subteniente Barceló y dos soldados.
Del otro lado hubo dos bajas. El combate en el cañaveral, para los que dicen que por eso luego me
destacaron en Rosario, no tiene nada que ver con lo que sucedió acá. Los que dicen eso no tienen
idea de lo que es el monte; no saben diferenciar un cañaveral de la peatonal Córdoba”.
Amelong, el propietario de una finca donde se torturó (La Intermedia,
cerca de la autopista a Santa Fe a la altura de San Lorenzo), no hizo referencia al tema. Se
encargó de destacar sí que su padre, ingeniero químico, fue asesinado el 4 de junio de 1975 por
Montoneros.
De su desempeño en Rosario como “reparador de automóviles”
en una unidad militar, aseguró que “jamás vi una gota de sangre sobre un vehículo” y
acusó de “mentiroso” a otro imputado, el agente civil Eduardo Costanzo, quien narró el
transporte de cadáveres y como estos eran arrojados al río de la Plata desde el avión Hércules.
“El Hércules tiene las alas arriba del fuselaje. Costanzo miente, como cuando fue a pedirle
plata a un periodista a cambio de una nota, luego la negó y después afirmó los dichos”.
Amelong chicaneó: “Nos olvidamos de Ezeiza, donde hubo más de 100
muertos. Eso no lo hizo el Ejército no las fuerzas de seguridad”. Añadió que “no hay
guerra que no sea aberrante”, definió, “pero la declaran los gobiernos, no las fuerzas
armadas. Cuando se llega al enfrentamiento es porque la política no lo pudo solucionar por los
medios pacíficos”.
También aprovechó para argumentar sobre su inocencia apelando a la
estructura de mandos. “Las órdenes estratégicas militares la manejan los generales, ni
siquiera los coroneles. Se nos acusa a subalternos como yo que era teniente. Por lo que se ve, acá
no se está juzgando siquiera a ningún coronel”.





























