—En la natación estamos lejísimo. Con la marca con la que fui tercero en el Mundial, hubiese quedado octavo en los Olímpicos de Londres. Y eso que se trata de mi mejor tiempo. Para meterme en ese podio tendría que bajar 40 centésimas. Encima ahora en Río va a mejorarse un poquito más el nivel. Hablar de una medalla es algo "grosso". Mi primer objetivo será llegar a la final, como me lo planteé para el Mundial.
_Sabés de las expectativas.
—Sí, de hecho un grupo de amigos quieren ir a Río. Les encantaría verme en una final, en un podio. Pero los que viven esto más de cerca saben de lo que hablo cuando digo que con el tiempo que tengo hoy no me alcanza para un podio. Para llegar a eso, sí o sí debo mejorar. Y faltan un par de cosas.
_Si bien no fue lo mismo, también hubo esperanzas sobre tu participación en los Juegos Olímpicos de Londres. ¿Te afectaron los cuestionamientos de esa actuación?
—Me afectaron mucho. Después de los Juegos me quedé un mes de vacaciones en Europa y traté de no leer nada, hasta que un amigo se le escapó un comentario. Me enteré de lo que dijeron y tuve una amargura bárbara. Periodistas que hoy me elogian, me "mataron".
_Fueron muy llamativas esas críticas. Eran tus primeros Juegos.
—Llegaba sólo con finales en los Juegos Panamericanos (Santo Domingo 2011). Un resultado excelente hubiese sido acercarme a una semifinal. Es cierto también que no me fue como esperaba. Pero de todo eso aprendí, sin rencor. Para todos, Meolans fue un excelente deportista, y es cierto, pero si les digo a secas que lo mejor suyo en los Juegos Olímpicos fue un 10º puesto (100 libre) en Sydney pensarán que es mentira. El pueblo en general ignora lo que es un buen resultado en la natación.
_Estás clasificado en 50, 100 y 200 libre, y en 100 espalda, ¿pensás participar en todo?
—En 100 espalda no voy a correr. Coincide justo el día con los 200 libre. Es justo una carrera antes y tengo mejores chances en los 200.
Cómodo en Casilda. En las paredes del bar del club hay retratos de equipos de Alumni de toda la vida. "Por acá deben estar mi viejo, que hacía básquet, y mi tío, que jugaba al fútbol", dice Grabich, de una familia de "deportistas" pero sin antecedentes en la natación.
_¿Te quedás en Casilda porque encontrás la tranquilidad que no tenés en otro lado, por ejemplo si te fueras a vivir a Buenos Aires y entrenar en el Cenard (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo)?
—Sí, y también en Rosario (ciertos días de la semana vive con su hermano). En Casilda es todo más relajado, tengo la tranquilidad de que no hay tráfico ni mucha gente. Vivo a tres cuadras del club, acá tengo a mis abuelos, mis amigos. Si bien en el día entreno, "aterrizo" en la cama, y vuelvo a entrenar, es otro aire al que tendría en Buenos Aires. Aparte acá se encuentra Mónica. Y en cuanto a la pileta de Náutico (de Rosario), donde nado de jueves a sábado, no tiene nada que envidiarle a la del Cenard.
_¿No te molesta entrenar en la pileta de 25 metros de Alumni, considerando que las competencias son en la de 50 metros?
—No tanto. Entrené 14 años seguidos en la pileta de Alumni. El problema se genera cuando vas a la larga y no te sentís bien. Me adapto muy rápido cuando participo en un torneo. Tiene que ver mucho con una cuestión psicológica. Ahora también entreno más de la mitad de la semana en la pileta larga del club Náutico.
_Mónica cuenta que cuando estabas por cumplir 10 años te decía que de cualquier pileta puede surgir un nadador internacional.
—Es cierto. Pienso igual. Hay nadadores que entrenan en los mejores centros del mundo y no mejoran. La infraestructura te ayuda, pero no necesariamente te mejora. Obvio que prefiero la mejor pileta del mundo, pero con lo que yo tuve pude superar los obstáculos que se me fueron interponiendo.
_¿Con Mónica te complementás bien?
—Perfecto. Estuve un año viviendo en España en 2013 con otro entrenador. Me lo había propuesto el Enard (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) y la Secretaría de Deportes de la Nación, todo coordinado para que Mónica esté al tanto de todo lo que hacía. Tenía el mejor centro de entrenamiento en el club Sabadell, uno de los mejores de España, pero a mí no me funcionó. Mejoré apenas un par de centésimas. Volví y el cambio fue abismal. Las condiciones acá siempre serán menores, pero gano en otras cosas, por ejemplo en tener a mi familia cerca que para mí es importante. También me di cuenta estando mejor de ánimo y más contento me ayuda más que entrenando en la mejor pileta del mundo.
_¿Alguna vez te llegaste a cansar de la natación?
—Todos los días. Cuando me quedan mil metros en un entrenamiento pienso para qué hago esto. Es un deporte cansador, muy mental. No creo que ningún nadador se levante con ganas de entrenar. En invierno nos tenemos que tirar al agua fría. Ahora que vamos a ir a entrenar a México, posiblemente no consigamos buenos horarios y lo tengamos que hacer a las 5, y después a la noche. Es difícil. La mayoría de mis amigos entrenan a las 4 porque los entrenadores son profesores de escuela y no pueden hacerlo con ellos a otra hora. Tengo la suerte de que no pasa eso con Mónica.
_¿Le ponés algún plazo a tu carrera deportiva?
—No. Igual no creo que me dé para muchos años más, quizás cinco más, hasta los 30. Lo que pasa que el cuerpo ya no es el mismo. Año a año te das cuenta que "la máquina" se viene abajo. No me recupero de los entrenamientos como cuando tenía 20.
_¿Te gustaría poder seguir ligado a la natación?
—Nunca me puse a pensarlo. Al deporte sí, a la natación no sé. Como entrenador seguro que no. Creo que no soy muy bueno transmitiendo conocimientos, aparte no estudié para eso.
_¿Te dedicás a algo más además de la natación?
—Había empezado a estudiar para contador, pero no seguí. Me gustaría trabajar en la función pública, pero en algo que realmente ayude. No me gustaría estar detrás de un escritorio o poner la cara y nada más. Llegado el momento lo evaluaré.
Pensar en el agua. Existen pocos deportes que los entrenamientos sean tan rutinarios como en la natación. Grabich lo sabe y tiene recursos para combatirlo.
EM_DASH¿Pensás en algo mientras nadás en los entrenamientos?
—Sí, cuando era chico estudiaba, me iba acordando de lo había leído. Es igual que una persona que sale a correr, se te cruzan miles de cosas por la cabeza y por momentos me terminó olvidando la cantidad de metros que estoy haciendo en un entrenamiento. Eso siempre y cuando tenga que hacer un pique de 3 mil metros que dura 40 minutos, porque si son piletas cortas no pienso en nada porque estoy concentrado en la técnica. Es como estar tirado en un sillón.
_La nadadora de aguas abiertas Victoria Mori dice que canta durante una competencia.
—Es que tenés que ocupar la cabeza en algo porque si no te volvés loco. La natación es muy dura. Y lo más duro es que no podés hablar con nadie. Por eso durante mi preparación voy escuchando lo que pasa afuera de la pileta, mirando a la gente.
_¿La cabeza es una de tus principales virtudes?
—Mucho más que las condiciones físicas, que el entrenamiento. El ejemplo fueron los Panamericanos y el Mundial. En mis entrenamientos para esas competencias tuve fallas y estuve al 70 por ciento. Mónica me mostraba una tablita en la que marcaba las faltas con cruces rosas y era un campo minado.
_Por lo que decís, ¿no necesitás un empujón para tener confianza?
—No. Ante todo necesito sentir buenas sensaciones al entrenar. Y fundamentalmente en la entrada en calor de un torneo, tirarme al agua y sentirme bien.
_¿Es una cuestión exclusivamente mental?
—Sí, trabajo mucho el tema psicológico, pero nunca tuve problemas de bloquearme.
_¿Trabajás con un psicólogo?
—Sí, hace dos años. Es de Rosario, Sebastián Palomeque. Me sirvió mucho. Pero yo ya era un tipo con mucha confianza. Soy una persona tranquila, aunque siento cosas que no las digo.
_¿Hay sensaciones que preferís guardarte para no dejarte llevar por lo que dicen los demás?
_Sí. Y para que no se genere una expectativa falsa conmigo y calmar todo lo que se genera a mi alrededor. Hay periodista que dicen que con mis resultados voy a ir a los Juegos Olímpicos a ganar una medalla. Y faltan cosas para que eso suceda. Si me preguntaban hace dos años, decía que era difícil. Hoy una medalla sigue siendo difícil, pero no es imposible.