Cuando cerca de las 21 el diputado provincial Eduardo Di Pollina anunció con bombos y platillos
que el Frente Progresista llevaba en Rosario 17 puntos de ventaja a Santa Fe Federal, el búnker de
la alianza socialista radical tuvo su momento de gloria: todos decían que semejante diferencia
compensaría los votos que en el norte provincial ya ponían como ganador a Carlos Reutemann. Pero
después empezó la desazón. Y aunque efectivamente la distancia se fue achicando a medida que se
iban escrutando las mesas de Rosario, el descuento no alcanzó. Por poco más de un punto, el senador
Rubén Giustiniani volverá solo a la Cámara alta.
En el Patio de la Madera, donde se dio cita para esperar el escrutinio el Frente Progresista
Cívico y Social, el recuento parecía lento, lentísimo. Todos argumentaban que se habían empezado
cargando los votos del norte santafesino, donde Reutemann llevaba amplia ventaja a Giustiniani.
Uno a uno los hombres de la rosa (claramente copando la escena política de la coalición)
explicaban que, cuando se cargaran los votos de Rosario, donde sus sondeos les daban una ventaja de
17 puntos, la tendencia a favor de Reutemann se revertiría.
Pero después de que pasaran las horas y los festejos reutemistas fueran ganando calor, Di
Pollina salió a anunciar que las cuentas propias les seguían dando una ventaja escueta, del 2,2%
(41,2 del Frente, contra 39 de Santa Fe Federal), en la pelea para el Senado. Y esa diferencia,
empezaron a admitir los socialistas, podría diluirse en el “error muestral”. O sea: por
escaso margen podría ganar cualquiera de los dos.
De hecho, en las horas siguientes nadie expresó otra cosa más que “optimismo”: ni
los legisladores provinciales y nacionales presentes ni los funcionarios provinciales ni el
intendente Miguel Lifschitz.
Sin embargo, sobre el filo de la medianoche la foto para los diarios del día siguiente en el
búnker del Frente Progresista incluyó a casi todos los referentes de la alianza socialista radical,
con el senador reelecto Rubén Giustiniani a la cabeza, menos al gobernador Hermes Binner. Todo un
signo.
Después de las sonrisas y los entusiastas cantos para las cámaras, Giustiniani agradeció a
Binner y a todos los militantes, reivindicó el estilo político y de gestión del Frente Progresista
y, sobre todo, prometió quedarse “a contar hasta el último voto”.
La especulación, una de las últimas del día, era que el débil margen de ventaja que a esa hora
aún les llevaba Reutemann terminaría descontado y el Frente ganaría por entre medio y 1,5 punto.
Claramente no alcanzó, y fue Giustiniani el que quedó atrás, a esa misma distancia.