Los sueldos en el sector privado aumentaron en promedio durante el último año un
44%, una tendencia de la cual resultaron particularmente beneficiados los gerentes y los
ingenieros, que lograron mejoras superiores al 50%. Así se desprende de un análisis elaborado por
la consultora rosarina Taxia Human Capital, que además adelantó un cambio de escenario post crisis
en recursos humanos, donde el área de ventas volverá a copar la escena y la fuga de talentos le
dejará su lugar a la necesidad de conservar el puesto de trabajo.
Estos datos se desprenden del cruce de información de dos encuestas salariales
hechas con empresas representativas de la región por parte de Taxia Human Capital, una compañía con
sede local piloteada por Flavio Beretta. Se trata de firmas tanto proveedoras de servicios como
productoras de bienes industriales, de base local o filiales de multinacionales ya instaladas.
Para su estudio, Beretta tomó en cuenta el período comprendido entre abril de
2008 —último pico de crecimiento— hasta agosto de este año, ya con los efectos encima
de lo peor de la crisis que estalló a finales del año pasado. El relevamiento, hecho sobre 60
puestos, cubrió las categorías de gerentes generales, gerencias, jefaturas, analistas senior y
empleados y secretarias. “Si bien la variación general de salarios relevada habla de un
aumento promedio del 44%, si se tiene en cuenta una base inflacionaria de alrededor del 30%
conviene matizar hasta que punto el aumento es real, o acompañó la suba de los precios”,
relativizó el especialista.
A la hora de discriminar por categoría, los más beneficiados resultaron los
gerentes, cuyas compensaciones aumentaron en un 51%. En promedio, y en base a los datos cruzados de
seis empresas que se repiten en los dos estudios, los jerárquicos que ocupan las franjas más altas
disfrutan de sueldos que rozan los 228.600 pesos anuales, mientras que las jefaturas están en un
monto de 112.000 pesos. Aunque los estratos más altos aparecen como las estrellas de los aumentos,
el director de Taxia relativizó el hecho al afirmar que si bien se ha hablado mucho de cuánto ganan
los gerentes rosarinos la realidad es que es muy difícil generalizar porque existen demasiadas
diferencias de escala. “Hay que tener en cuenta que existe una dispersión que oscila entre
los 260.000 pesos anuales y el medio millón de pesos. Se habla con demasiada liviandad del tema de
las compensaciones, cuando en realidad sólo se puede comparar lo que es comparable”,
agregó.
Fuera de las gerencias, los incrementos resultaron más moderados, ya que los
sueldos de los jefes crecieron un 45% y los de los analistas no superaron el 35%. Si se desmenuzan
los aumentos por área, los ingenieros —muy buscados durante el pico de crecimiento—
lograron mejoras de hasta un 59%, una tendencia acorde a las demandas del mercado y a la escasa
mano de obra capacitada con esa formación.
En contraste, los sueldos administrativos subieron sólo un 37%. “Es
interesante notar que, a pesar de que la cantidad de puestos administrativos a cubrir es relativa,
siguen existiendo muchos egresados de carreras administrativas de fácil acceso”, señaló
Beretta.
Escalas
Un empleado que recién comienza su carrera en una empresa recibe un sueldo
promedio correspondiente al 7% del que percibe el gerente general de esa misma firma. Expresados en
porcentajes, las remuneraciones de las gerencias generales están un 49% por encima de las
gerencias. Las jefaturas obtienen la mitad de lo que ganan los gerentes, mientras que los senior
ganan el 73% de lo que gana un jefe.
Las posiciones iniciales se llevan la peor parte, ya que sus compensaciones
equivalen al 28% de las de los jefes y representan tan sólo el 7% de lo que saca un gerente
general. “Los porcentajes de variaciones de sueldos según las categorías tienen que ver con
la política interna de la empresa y su grado de coherencia . Una buena política de remuneraciones
tiene que servir para no sobredimensionar estructuras y para no perder talentos. Esos son los dos
ejes sobre los que hay que moverse”, subrayó Beretta.
Durante el último año, el contexto macroeconómico se modificó al ritmo de la
crisis internacional y de los conflictos internos argentinos. A mediados de 2008, justo antes del
estallido de lo peor del conflicto entre el agro y el gobierno, el entonces efervescente mercado
local sufría la falta de mano de obra calificada y clamaba a las universidades por más y mejores
ingenieros, informáticos y metalmecánicos. Hoy la recesión global instaló otro panorama donde el
trabajo ya no sobra. “Estamos en un momento de quiebre donde pasaremos del tener que retener
talentos a cualquier precio, a ver a esos mismos talentos preocupados por retener sus trabajos. Hoy
en día retener el trabajo es un bien en si mismo”, dijo Beretta.