La automotriz General Motors (GM), uno de los máximos símbolos del poder económico
estadounidense, inició ayer el procedimiento del capítulo once de la ley de quiebras de Estados
Unidos, que básicamente consiste en un concurso preventivo, de acuerdo con un plan ya aprobado con
los acreedores y el Tesoro de Estados Unidos.
El presidente de ese país, Barack Obama afirmó desde la Casa Blanca que
el gigante industrial norteamericano dispone de un plan viable para superar rápida y exitosamente
la insolvencia.
Por su parte, General Motors Argentina aclaró que sus operaciones en el
país continúan “normalmente”, debido a que el proceso encarado por la casa matriz
comprende tan sólo a Estados Unidos.
En EEUU, GM pondrá en marcha el plan de viabilidad aprobado el 27 de
abril pasado y que contempla, entre otros aspectos, concentrar sus operaciones en cuatro marcas:
Chevrolet, Buick, Cadillac y GMC. El mismo prevé reducir la compañía a un tamaño manejable y darle
al Estado norteamericano una participación mayoritaria (de entre 60% y 70%) en la propiedad.
Obama, al referirse a este último punto, dijo que el manejo de la firma
será de corte “empresarial”. La automotriz deberá cerrar 12 de sus plantas en Estados
Unidos durante los próximos tres años, de modo que para 2012 cuente con 33 fábricas, y despida a 21
mil trabajadores.
Fundada hace un siglo y líder en el mercado de EEUU durante 77 años, GM
tuvo a partir de marzo dos meses para arreglar sus finanzas, pero se vio obligada a pedir la
convocatoria al empeorar la crisis global.
El histórico anuncio coincide con el probable traspaso de otro símbolo
fabril estadounidense, Chrysler, a manos de una empresa controlada por un inicial 20% de la
italiana Fiat.
El documento de 24 páginas que GM presentó ante una corte de Nueva York
señala que cuenta con activos por 82.300 millones de dólares y deudas por 172.800 millones.
El proyecto de reorganización de GM fue respaldado por alrededor de 54%
de sus acreedores y por su principal sindicato. La administración estadounidense apoyará el proceso
con otros 30 mil millones de dólares (ya había aportado 20 mil millones) en forma de fondos de
emergencia.
El presidente de la empresa, Fritz Henderson, señaló que “una
nueva General Motors surgirá” tras este paso, con “menos deudas” y costos
operativos “más competitivos”.
La convocatoria de GM durará entre 60 y 90 días. El gobierno canadiense
también participará en la reestructuración de la automotriz, mediante una financiación por 9.500
millones de dólares, y quedará con 12,5% de la nueva GM.
A su vez, los accionistas mantendrán 10% y al fondo Veba (Voluntary
Employee Beneficiary Association) del sindicato United Auto Worker (UAW) le corresponderá 17,5% de
la nueva automotriz.
El fondo, que recibirá 6.500 millones de dólares de acciones
privilegiadas y asumirá una deuda de 2.500 millones de dólares, podrá nombrar un director
independiente en el consejo de administración, pero no gozará de ningún derecho a voto.
El analista económico Desmond Lachman, del American Enterprise
Institute, dijo que el pedido de protección le permitirá a GM “reorganizar sus
deudas”.