Las penurias financieras de los clubes de fútbol argentinos y, como correlato, la mediocridad deportiva en la que caen, parece no tener fin. Deudas, desequilibrios a corto plazo, falta de solvencia, convierten rápidamente a las instituciones en débiles desde lo futbolístico, en un mundo globalizado que muestra, en cambio, que jugadores surgidos de la Argentina forman parte de la elite mundial.
Los éxitos futbolísticos de conjuntos nacionales son espasmódicos, ya que no existen logros sustentables a lo largo del tiempo que no estén basados en la resolución de un problema fundamental: su financiación, que, obviamente, debe estar acompañada de una correcta administración.
La resolución de este tema permite evitar la emigración temprana y retener a los jugadores el mayor tiempo posible. Tradicionalmente, los clubes se financian a través de cuatro rubros fundamentales: ingresos por cuotas y venta de abonos; venta de jugadores, cuya tendencia es declinante por diversos motivos; derechos de televisión , que es una suma fija según el convenio AFA-Estado nacional y finalmente rubros menores, aunque no deberían serlo, como marketing y esponsoreo.
Todos los clubes cubren sus baches financieros con la venta de jugadores. Esto se realiza generalmente a las apuradas y, salvo excepciones, en sumas módicas. Ni bien aparece alguna oferta tentadora emigran sin poder aprovecharlos por un lapso considerable, lo que permitiría no solamente lograr mayores triunfos dentro de la cancha, sino cotizar aún más y vender mejor a estos futbolistas.
Las deudas son abrumadoras ya sea en clubes de gran arraigo que han tenido conducciones funestas como River (234 millones de pesos), Independiente (290), San Lorenzo (272) o Rosario Central (120).Pero la deuda también se crea en clubes más ordenados como Boca (123 milones), Velez (85) o Lanús (34), todos permanentes y sólidos vendedores de jugadores.
Vale destacar que no todos los endeudamientos tienen el mismo origen, que no todas las dirigencias son iguales y que hay clubes prácticamente sin deudas (Rafaela, San Martín de San Juan, Godoy Cruz) pero que, por su tamaño, difícilmente adquieran un protagonismo continuo.
Para las instituciones del fútbol argentino no hay posibilidades de salir de la mediocridad sin nuevos métodos de financiamiento.
Mas allá de su pertenencia al Primer Mundo, cabe preguntarse cómo hacen los clubes europeos para lograr su fortaleza económica y la competitividad de sus equipos .Hay quienes sostienen que se debe a las distintas formas jurídicas que las instituciones europeas han adoptado y que les permiten acceder fácilmente al financiamiento.
Si se analizan las 16 instituciones que llegaron a los octavos de final de la Champions League, nos encontramos con una variedad de estas formas jurídicas en los clubes que la jugaron.
El campeón, Bayern Munich, (Baviera Munich) es una sociedad anónima de la cual el club es dueño del 90 por ciento de las acciones; su rival en la final, el Borussia Dortmund (Prusia Dortmund), también lo es, pero el club solo es el dueño del 7 por ciento de las acciones, el resto cotizan en bolsa. Los exitosos españoles Real Madrid y Barcelona se organizan "al estilo argentino", mientras que el Galatasaray de Turquía, el Arsenal inglés y el Celtic de Escocia son propiedad de inversores privados al igual que los italianos Juventus y Milán. Está claro que existen distintos tipos de organización que pueden conducir a un éxito idéntico o similar. Bayern, Chelsea y Barcelona, los tres últimos campeones son un ejemplo de la diversidad.
En el fútbol argentino hay que descartar cualquier solución que no pase por la actual estructura de clubes deportivos y sociales. Así lo han querido la mayoría de los socios de los clubes y, por lo tanto, debe pensarse en alguna alguna forma de financiación que respete dicha estructura legal. Las formas de sociedades anónimas o fondos inversores que compran clubes (muchas veces para lavar dinero) quedan descartadas
Pero Barcelona y Real Madrid poseen las mismas formas jurídicas que los clubes argentinos, aunque su éxito, en parte, se refleja en el problema de escala: en aquel país viven 47 millones de personas en una superficie casi seis veces menor a la nuestra y cuya riqueza por habitante triplica la argentina. Esto permite tener gran cantidad de socios que paguen cuotas importantes. El Barcelona cuenta con 180 mil asociados y vende 86 mil abonos, mientras el Real Madrid alcanza cifras de 86 mil y 70 mil respectivamente.
Pero la parte fundamental de su poderío está basada en la financiación. Con ella resuelven la adquisición millonaria de jugadores. Real Madrid compró a Cristiano Ronaldo con un crédito de 76 millones de euros aportado por el Banco Bankia, y recién pagó la primera amortización hace unos meses, mientras que el Barcelona tiene un pool de diez bancos que lo apoyan, entre ellos el BBVA, el Santander y el Banesto.
En nuestro país, la posibilidad de créditos bancarios es casi nula por la situación económico-financiera de la mayoría de los clubes. ¿Quién le prestaría dinero al club del que soy socio vitalicio, Rosario Central , si debe más de 120 millones de pesos?
La única forma que queda para financiar los clubes argentinos, entonces, consiste en que sus propios socios e hinchas sean quienes los capitalicen aportando un esfuerzo extra, los que puedan, hasta que logren salir de la situación actual y poder acceder al crédito bancario. La figura prevista en la ley nacional 24441, de fideicomisos (la misma que está usando San Lorenzo), con la cual se construyen muchos de los edificios en nuestra ciudad, puede ser una herramienta, en sus diversas formas, a utilizar por los clubes. La propia institución puede organizarlo. Como se sabe, sus fondos son inembargables, condición fundamental dada la deuda de los clubes, y su manejo se encarga a terceros, generalmente una entidad financiera, que los socios elijan y que sea garantía de confiabilidad. Estos fondos sólo pueden ser utilizados para un fin determinado y están separados de los que administra la Comisión Directiva de turno.
Se pueden organizar varios fideicomisos. El fundamental debería dedicarse a invertir en las divisiones inferiores para mejorar sus sistemas de captación y poder competir exitosamente, pero también en la compra de jugadores jóvenes.
Pueden participar todos los socios e hinchas que lo deseen y podrán cobrar una renta mínima sobre el capital invertido u otro tipo de incentivos ligados a la productividad de la inversión.
Cada socio e hincha podrá invertir, en cuotas, desde una cantidad mínima a una máxima (que impida inversores indeseables) y todos podrán tener como garantía los derechos económicos de los jugadores mientras que el club se reserva los derechos federativos.
Si se enfoca nuevamente en Rosario Central, los potenciales inversores suman cientos de miles al partir de la base de los 50 mil socios, contando los vitalicios, que tiene la institución. Este potencial es lo que convierte al sistema en viable. A modo de ejemplo, se puede multiplicar cualquier cantidad por pesos y obtener, de ese modo, conclusiones notables al respecto.
En suma, si no se resuelve el problema de la financiación, con este u otro método, cada jugador que surja se venderá rápidamente para cubrir el déficit operativo, el empobrecimiento futbolístico continuará y sólo seremos grandes, en el caso de mi club, por nuestro arraigo popular, pero así será imposible mantener equipos competitivos a lo largo del tiempo. ¿O alguien recuerda una formación que se haya repetido por más de un año?