La pinchadura del neumático delantero izquierdo del Mercedes de Lewis Hamilton al entrar al último giro del GP de Inglaterra le puso dramatismo a una carrera totalmente anodina, un triunfo más del inglés que amaga con quedarse con todos los récords de Michael Schumacher. El multicampeón de F-1 que fue apuntado en la primera carrera por supuestamente desviar sus energías en campañas político-sociales en contra del racismo, no sólo calló rápidamente esas voces sino que se encamina a otro título y de formas tan extraordinarias como las de ayer. Tanta incertidumbre es difícil de igualar y quizás la que más haya vivido el hexa fue cuando ganó su primer título, el del 2008 en Interlagos. Doce años después, gana hasta con una goma menos. Más que un actor dramático, Hamilton es como el recordado Jerry Lewis. Si no para de reír.
Los neumáticos duros elegidos por la mayoría de los equipos para afrontar la segunda parte del GP de Inglaterra no duraron. No sólo a Hamilton le pasó, sino dos vueltas antes del final a su compañero Valtteri Bottas, que debió parar y quedar afuera de los puntos cuando al menos se aseguraba 18. También Carlos Sainz volvió a penar con las gomas en el epílogo y quedó afuera de los puntos. A Hamilton pudo psarle lo mismo pero se le desinfló la delantera derecha al entrar a la recta principal. “Note un cambio de forma del neumático”, relató sonriente el campeón con el hecho consumado del tercer triunfo en la temporada.
"Nunca experimenté algo igual en una última vuelta. Casi se me para el corazón" Lo que siguió fue el acoso de Max Verstappen que apretó como nunca el acelerador para intentar descontar una abultada diferencia. “Me daban una diferencia de 30 segundos que bajaba y bajaba. Pasé a tener 19 segundos de ventaja a tener 10. Me decían que eran 9, 8, 7 y que tenía que seguir acelerando. Nunca experimenté algo igual en una última vuelta. Casi se me para el corazón”, abundó.
La suerte de Hamilton tuve que ver también con la decisión de Red Bull de mandar a boxes a Verstappen faltando dos giros para ir por la vuelta rápida que finalmente consiguió. Eso mismo hizo el equipo Mercedes con el inglés en el GP de Hungría, en una acción que pareció sobrar la situación. Al team alemán le salió bien. Al austríaco no. Si bien el holandés consiguió el bonus de 1 punto, hubiera obtenido siete más. A veces las estrategias ganan carreras y a veces las pierden.
Hamilton no recordó en conferencia de prensa un final así de dramático, pero no hay dudas que la última vuelta de mayor adrenalina fue la de la última carrera del 2008. Felipe Massa llegaba a la meta con su Ferrari como ganador y campeón, pero treinta y ocho segundos después lo hacía Hamilton arrebatándole la corona por un punto. Es que en ese interín, bajo la lluvia de Interlagos, hizo un trompo el alemán Timo Glock con el Toyota que venía 4º con gomas lisas, el británico subió al 5º y esos dos puntos más lo coronaron.
Ayer en Silverstone, su país donde ya ganó siete veces y donde dio un paso más para destronar a Schumacher en número de triunfos (sumó 84, contra 91 del alemán), no estaba en juego ningún título pero sí la victoria lo asienta de nuevo como el principal candidato, con Bottas desdibujándose, con Verstappen incapaz de disputarle mano a mano y con las Ferrari increíblemente peleando el segundo o tercer pelotón, como uno más pese al tercer puesto de Charles Leclerc. Así las cosas, a Hamilton los finales dramáticos no hacen más que ensalzar su figura. Si hasta gana en tres ruedas.
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