"Como mi señora está mal de las piernas, se había tirado en la cama a ver televisión y fue ahí cuando el aparato explotó, así empezó el incendio", se lamentó ayer al mediodía Ricardo Racelis (81). La angustia por los daños que causó el fuego, sin embargo, no pasó a mayores porque de hecho nadie salió herido. Elsa Savino, su mujer, alcanzó a dar aviso al 911 e incluso bajó en el ascensor por sus propios medios, segundos antes de que se cortaran todos los servicios —electricidad y gas— en el edificio Guanabara, de avenida Libertad 318, pegado a la Torre Aqualina.
En minutos llegaron al lugar una autobomba y una cuba de los Bomberos Zapadores, que desplegaron la manguera para apagar el incendio en el 6º piso, desde cuyo balcón se veían a simple vista llamas impresionantes. Pese a eso, los daños fueron parciales y no parecen haber afectado la estructura edilicia.
Una ambulancia del Sistema Integrado de Emergencias Sanitarias (Sies) concurrió preventivamente al lugar, aunque nadie —ni moradores ni bomberos— necesitó auxilio médico, aseguró el profesional a cargo del móvil 5, Martín Cánaves.
Bajo el edificio, parcialmente evacuado y rodeado de vidrios que se precipitaron a tierra con la explosión, se juntaron vecinos y curiosos. Muchos de ellos intentaban comunicarse por celular con conocidos que vivían en el lugar.
Según los datos de Defensa Civil, que fue alertada por los propios bomberos, la llamada de auxilio ingresó poco después de las 12. Cuando llegaron al lugar, afirmó el vicedirector del área, Gonzalo Ratner, decidieron evacuar buena parte de los departamentos.
Los que no se desalojaron, porque a ellos no llegaban ni las llamas ni el humo, fueron recorridos por personal de la repartición. Y "por protocolo" se cortaron tanto la luz como el gas. De hecho, mientras una decena de bomberos se esforzaba con la manguera desde los otros dos balcones del departamento para alcanzar las llamas del sector pegado a Aqualina, también se podía ver gente en los pisos superiores asomándose para ver cómo continuaba el operativo.
Desde abajo seguía todos los pormenores con atención el dueño del departamento incendiado, mientras su esposa permanecía sentada en el hall del edificio (después de haber sido revisada por el personal del Sies) acompañada por una hija de la pareja.
"Yo no estaba porque había ido al médico", contó Racelis, en parte aliviado porque el fuego no había causado heridas a nadie, pero también porque su vivienda cuenta con seguro contra incendios.
Elogios. La gravedad del siniestro tampoco evitó que el propietario —un marino mercante jubilado— reconociera "lo asombrosamente rápido que llegaron los Bomberos y la policía" y la "buena actuación" que ambos tuvieron.
Mientras tanto, el director del Centro de Operaciones de Emergencias del municipio, Raúl Rainone, recordó que "como siempre" las pericias quedarán a cargo de los Bomberos Zapadores.
Y para evaluar los daños que las llamas causaron en el departamento y el resto del edificio, también se acercó al lugar el inspector de Obras Particulares, Carlos Hyón.
Tras ponderar los deterioros, el especialista señaló que "lo que resultó más comprometido del departamento fue el dormitorio principal que da al balcón" (que quedó completamente negro) y en especial el sector del techo, que "deberá continuar siendo evaluado".
Hyón dijo también que se registró "desprendimiento de material de paredes por el estallido de los ladrillos huecos", aunque se trata de "tabiques divisorios y no de carga".
Por ende, el fuego no causó daños estructurales (en columnas), sino sólo "de armadura", y en principio tampoco parece haber afectado el piso de arriba, donde la temperatura del material era "normal".
En síntesis, buenas noticias. Como admitió el dueño del departamento incendiado, una "desgracia con suerte".
El día agitado de los bomberos
La de ayer fue una jornada intensa para los bomberos de la ciudad.
Es que el incendio que se desató en el edificio de barrio Martin no fue el único al que tuvieron que concurrir para sofocar las llamas.
También hubo alarma por incendio en una casa de pasillo ubicada en Ovidio Lagos al 1500. Por fortuna, el rápido accionar de estos profesionales evitó que se desataran tragedias con pérdidas de vidas humanas.