"Quiero volver a mi casa con mi familia. Lo único que hice fue defender al hijo de mi señora". Esas fueron las únicas palabras que Pablo Candel (34 años) dijo ayer ante el juez Hernán Postma, en el marco de la audiencia que lo imputó de haber acuchillado a Luciano Saavedra (35), el padre de un alumno de la Escuela Nº 1.358 de barrio Belgrano que reclamó por un exceso de velocidad y terminó internado. El magistrado dispuso la prisión preventiva del agresor por 30 días y libertad restringida para su hijastro, Ismael Sebastián Irusta (21), quien conducía el vehículo cuestionado.
El hecho ocurrió el martes pasado frente al colegio Vivir y Convivir, de Magallanes 1078, cuando a las 13.20, al ingresar los niños del nivel inicial, pasó la camioneta conducida por Irusta, vecino de la escuela, a una velocidad que los adultos consideraron imprudente por el movimiento que había en ese momento. Al reclamo, del que participó Saavedra, siguió una discusión y golpes de puño.
Según la cronología narrada por la fiscal Silvia Castelli, en ese momento su padrastro, Candel, salió de la casa con una cuchilla y le asestó a Saavedra dos puñaladas en el abdomen y el tórax. En la audiencia imputativa, oral y pública prevista en el nuevo Código Procesal Penal de la provincia, este hecho fue catalogado como lesiones graves, para el que se prevé penas de uno a seis años de prisión.
"El magistrado dispuso la prisión preventiva por 30 días, que es un término en el cual la fiscalía está en condiciones de acusar en juicio oral al imputado, sin perjuicio de que en el interín pueda llegarse a una situación de abreviación en acuerdo con la defensa", detalló Castelli.
Irusta, imputado de un delito menor, quedó en libertad después de que el juez dispusiera algunas restricciones. La principal, no poder conducir ningún tipo de vehículos frente a la escuela y presentarse cada semana a la oficina de Control de Medios Alternativos que funciona en los Tribunales de Pellegrini y Moreno.
De pelo corto, remera a rayas y camisa a cuadros, Irusta y Candel ingresaron a la sala de la audiencia custodiados por un policía y se sentaron junto a su defensor, Juan Ubiedo. Ambos lucieron tranquilos, dijeron comprender cada uno de los pasos que se daban y decidieron no hacer declaraciones cuando se les ofreció la palabra.
La angustia llegó para Candel cuando el magistrado, después de fundamentar su decisión a partir de los datos que había presentado el Ministerio Público de la Acusación, representado por Castelli, confirmó la prisión preventiva por 30 días. Se lo vio bajar la cabeza durante varios minutos, mientras el defensor le hablaba al oído.
Momentos antes, Ubiedo había objetado la prisión preventiva de Candel, o en su defecto, morigerarla, desestimando el argumento de Castelli. "Se exagera la posición de la fiscalía, que da como argumento la trascendencia pública que tuvo el hecho", dijo el letrado y pidió atenuarla a diez días.
Pero Postma hizo lugar al pedido de la fiscal y ordenó la prisión preventiva, que Candel cumpliría en la seccional 14ª, que intervino por jurisdicción en el hecho.
"Si bien el imputado no registraba antecedentes, en principio, por el delito que se lo acusa, cabría una pena de cumplimiento condicional. Pero dada la gravedad del caso hicimos saber que para el juicio oral proyectamos una pena de cumplimiento efecto, por lo que la prisión de 30 días es un paso razonable en el momento que transita este proceso", razonó Castelli.
En la audiencia se citó que el atacante tiene un antecedente por amenaza en 2008 y que Irusta no registra ninguna anotación. A la diligencia no asistieron familiares de la víctima ni de los agresores, aunque la esposa de Candel estuvo en los pasillos de los Tribunales sin realizar declaraciones.
El ataque contra Saavedra no ocurrió a la hora de entrada del nivel inicial y frente a los niños, que comenzaron a llorar. Igual actitud tomaron los adultos que, en un primer momento, quedaron conmocionados por la situación.
Paralelamente, la escuela realizó ayer una jornada de convivencia para abordar la cuestión y amortiguar el impacto emocional en los pequeños.