El avance de los yihadistas sunitas del Estado Islámico (EI) ha ido acompañado de un enriquecimiento constante de este grupo terrorista, convertido ya en el más acaudalado de cuantos operan en el mundo. Según fuentes de inteligencia, "AI es más que un grupo terrorista. Estamos ante un verdadero ejército de más de 15.000 hombres". El asalto en junio a Mosul, la segunda ciudad de Irak, no solo necesitó de una importante infraestructura militar, sino que supuso el empuje económico definitivo para esta máquina de matar. Gracias a esa importante plaza, los integristas de EI pudieron decretar el califato en el territorio que tiene bajo su dominio a sangre y fuego tanto en Irak como en Siria.
Más como bandoleros en nombre de Alá que como piadosos predicadores del islam, los hombres del EI volaron con explosivos las cajas fuertes de los bancos de las localidades que caían en su poder. Y cuando la tomaron bajo su control, Mosul no fue menos. Lo que hallaron en las entidades bancarias no fue menor. En torno a 425 millones de dólares (320 millones de euros). También se hicieron con el control de empresas y fábricas y asaltaron sitios arqueológicos para traficar con sus obras y restos en el mercado negro del arte. Antes de que Mosul cayera en sus manos, el capital estimado de EI era de unos 875 millones de dólares (623 millones de euros), pero tras el robo de las entidades bancarias y de pasar a controlar el material militar abandonado por el Ejército, su fortuna ascendió hasta los 1.500 millones (1.130 millones de euros). Esto sin contar otras fuentes de financiación.
Impuestos y extorsiones. Las autoridades de la región autónoma del Kurdistán iraquí elevan la cantidad robada en los bancos de Mosul hasta los 1.000 millones de dólares (755 millones de euros), según las fuentes consultadas, que citan cálculos del presidente de esa región, Masud Barzani. En la zona en la que impusieron el califato, los terroristas estarían recaudando tres millones de dólares diarios (2,2 millones de euros) en diversos conceptos, como liberación de rehenes, peajes en carreteras y todo tipo de impuestos y extorsiones "en nombre de la causa". La experiencia desarrollada en los tres años de guerra en Siria y la presencia de miles de yihadistas extranjeros llevó al Ejército iraquí a huir rápidamente antes de la llegada del EI a Mosul. Y atrás quedaron cientos de millones de dólares en moderno armamento procedente en gran parte de Estados Unidos, ahora en manos de los terroristas. En los videos que con frecuencia cuelgan en las redes sociales no solo se les ve cortando el cuello a enemigos o descerrajando tiros en la nuca de supuestos infieles. También sirven para mostrar su enseña negra sobre vehículos blindados y de combate de fabricación estadounidense.
El abundante petróleo en la región ha sido otro de los objetivos del grupo integrista, que controla al menos cuatro refinerías: en Siria, la de Al Omar, en la provincia de Raqa, y la de Al Tanak en Deir Az Zor. Y en Irak, la de Baiji, entre Mosul y Bagdad, y la de las montañas Hamrín, al sur de Kirkuk. Los avances del EI en los últimos dos meses han logrado conectar geográficamente estos cuatro puntos, que podrían formar la base económica del califato si logran mantener el control de todo el territorio. Un paso nada fácil, pero que resultaría peligroso si EI logra "comerciar de manera clandestina" el petróleo que controla.
Y podrían existir ya algunos clientes: a fines de junio, el ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius, denunció la presunta connivencia entre los islamistas y Damasco a la hora de comerciar con el crudo. "Tenemos pruebas de que cuando el EI ha logrado el control del petróleo, se lo ha vendido al régimen sirio de Bashah Assad", declaró Fabius.
En el mismo sentido se expresó Omar Abu Laila, vocero del Consejo Militar Supremo de los rebeldes sirios, que asegura que el Estado Islámico, a través de intermediarios, proporciona petróleo a Assad, muy afectado por las sanciones occidentales. "Vender el crudo genera más dinero, así que ¿por qué no vendérselo al régimen, que ofrece precios más altos?", afirma. "Aquí la nafta era muy barata, costaba 500 dinares (unos 20 centavos de dólar) el litro. Ahora, desde que el EI tomó la refinería de Mosul, cuesta 1.500 dinares", explica Nijat, un taxista de Erbil, ciudad de la zona kurda de Irak. "Espero que los peshmerga (militares kurdos) sigan adelante y liberen también Mosul", comenta Serwan, otro taxista que, pese a todo, sigue haciendo viajes a la que se ha convertido en la capital de los yihadistas. "Antes, el trayecto Erbil-Mosul costaba 50 dólares (37 euros), ahora 200 (151 euros). Además hay que pagar 40.000 dinares (22 euros) a los del EI para entrar a la ciudad".
"Causa divina". El EI paga supuestamente bien a sus combatientes y a sus familias en el caso de que estos mueran haciendo la yihad (guerra santa), entiende Austin Long, profesor de la universidad de Columbia, que asesoró al Ejército estadounidense en Irak. Otros destacan, sin embargo, que los terroristas no gastan tanto y que es más la causa divina que el dinero lo que empuja a esos combatientes, que apenas suponen cada uno un gasto de entre 10 y 50 dólares al día, según Theodore Karasik, del Institute for Near East and Gulf Military Analysis de Dubai.
No hay constancia de que el Estado Islámico haya recibido ayuda directa de ningún Estado, pero sí reciben donaciones que tienen su origen en países del golfo Pérsico como Kuwait, Catar o Arabia Saudita. "Si se demuestra que un Estado los apoya directamente con dinero o armas, corre el riesgo de ser repudiado por la comunidad internacional", entienden las fuentes del IEE. "Ahora, bajo cuerda sí hay personas que aprovechan la «hawala» para financiarles con mucho dinero", añaden. La «hawala» es un sistema informal de envío de dinero empleado por las comunidades musulmanas. En todo caso, "es muy difícil saber las sumas porque es un sistema que no deja rastro". El senador republicano John McCain se quejó en junio. "Algunos personajes sauditas financian a los terroristas en Irak", dijo. Por eso reclamó mano dura. Pero las cuentas de AI no dejan de crecer, al igual que el poder de su máximo líder, Abu Bakr Bagdadi.