Hace un mes uno de los jefes de la banda de Los Monos, Ariel Máximo “Guille” Cantero, recibió una especie de regalo procesal. La viuda de Diego “Tarta” Demarre, víctima de una de las ejecuciones más feroces ocurridas en Rosario, no lo reconoció como el asesino de su esposo, delito con destino de prisión perpetua por el cual Guille está procesado desde hace ocho meses. Esa situación le procura alivio al acusado, dado que la mujer estaba con su esposo cuando recibió seis tiros en Maipú y bulevar Seguí. Como testigo privilegiada, la viuda produjo dos actos repentinos e impensables: primero se presentó en un tribunal a decir que Guille Cantero no había sido el asesino. Y después fue al reconocimiento y no lo identificó como autor del hecho.
Para mayor extrañeza, todo ese movimiento del trámite penal tuvo como impulsor al propio abogado de Guille, Carlos Varela, quien se presentó ante la fiscal Cristina Herrera para decirle que la esposa de Demarre quería declarar a favor de quien estaba procesado por matarlo. El domingo pasado este diario informó que esa estrategia estaba anticipada en escuchas telefónicas captadas en agosto pasado y en las cuales Guille, casi con lujo de detalles, contaba que habían pagado para que la mujer favoreciera “a los tres que estaban presos” (él entre ellos) afirmando “que no tenían nada que ver” con la matanza de su marido. Y que luego el abogado pediría la libertad.
El dato que se conoce ahora es asombroso. Esas escuchas telefónicas de tanta elocuencia sobre lo que se preparaba, que podrían haber generado una mejor estrategia acusatoria, no estaban en conocimiento de la fiscal del caso, Cristina Herrera. Así fue que se llegó el 29 de diciembre pasado al reconocimiento que favoreció a Guille.
No obstante, esos contenidos habían sido incorporados en octubre, es decir dos meses antes, a la causa radicada en el juzgado de Instrucción 5 que investiga al grupo liderado por los Cantero por asociación ilícita, expediente iniciado por Juan Carlos Vienna, en ese momento bajo control de Alejandra Rodenas.
¿Qué significa ésto? Que nadie en la esfera de una investigación judicial tan sensible advirtió una información de calidad fundamental pese a estar incluida en el expediente. Si alguien lo hubiera visto lo más probable es que no se habría llegado a una medida que hoy se presume resultado de una componenda: según las escuchas, la mujer de Demarre, Betiana Quintana, recibió dinero para cambiar su posición. Hasta entonces ella siempre dijo que no había podido ver, por la rapidez del hecho, quién había matado a su marido aquel 27 de mayo de 2013. Pese a que declaró bajo juramento luego admitió que algo vio, al punto de señalar que Guille no era.
La venganza. A Demarre lo mataron el día después de que Claudio “Pájaro” Cantero, hermano de Guille, fuera asesinado frente a la disco Infinity Night de Villa Gobernador Gálvez. Demarre era el dueño de ese boliche y los Cantero supusieron que fue quien entregó al Pájaro a sus asesinos. Por eso la venganza concretada al día siguiente, según la jueza Alejandra Rodenas lo dice en la causa en que procesó por homicidio calificado a Guille Cantero como ejecutor material y a Leandro Vilches y Emanuel Chamorro como partícipes secundarios.
Las escuchas donde personas que están presas anuncian la jugada que se hará para favorecer a Guille durmieron dos meses en Tribunales: del 31 de octubre que se presentaron en Instrucción 5 al 29 de diciembre que se hizo el reconocimiento estaban disponibles allí. La pregunta elemental es cómo frente a una causa que tiene para Guille Cantero —presunto jefe de una organización ilegal dedicada a múltiples delitos— la mayor expectativa de pena, ese elemento de enorme valía reposaba en un estante. Es un enorme problema para el Estado: los actores judiciales que tienen el rol de acusar generaron información valiosa pero la malograron haciendole un favor a la defensa particular de los acusados.
Parece una prueba fuerte de cómo causas de inmensa trascendencia pública no tienen ni la prioridad ni la coordinación que merecen. Tanto el Poder Ejecutivo como el Poder Judicial postulan que las causas que involucran a los miembros de la familia Cantero —por su secuela de negocios ilícitos y episodios sangrientos— son de persecución preponderante. Pero aunque existían esas escuchas los fiscales de esas causas no dispusieron de ellas. Ahora los abogados Carlos Varela y Adrián Martínez se aprestan a pedir el sobreseimiento de Guille.
El juicio oral. Frente a este desacierto en la causa Demarre, a la fiscalía no le quedará más opción que ir a juicio oral aún cuando pueda perderlo. De otro modo todo el esfuerzo procesal y probatorio de largos meses se irá por la alcantarilla, para colmo en virtud de una táctica gestada en la cárcel y que en favor de los acusados fue reproducida paso a paso en Tribunales. En un caso donde hay evidencia increíble que demuestra la temeridad y la organización de la banda. La secuencia que termina en el crimen está perfilada en tiempo real en las escuchas telefónicas donde a Demarre, que había ido a declarar por el homicidio del Pájaro, lo siguen desde su salida de Tribunales dos miembros de Los Monos, Vilches y Chamorro, lamentando que se les escapó.
Las escuchas revelan cómo, después del atentado, personajes acusados de integrar la organización intentaron saber si murió o no, con cuántos tiros y con qué evidencia contaba la policía, en un intercambio de llamadas incesante. Sólo entre Guille y uno sus hombres hubo 22 comunicaciones entre las 10 de la mañana y las 13.19 de ese día. El crimen fue a las 12.12.