Familiares, vecinos y amigos de una nena que murió atropellada escracharon el sábado al
conductor del vehículo, que se dio a la fuga. Llevando pancartas y pidiendo justicia, unas cuarenta
personas llegaron hasta Italia 563, domicilio de Carlos Alberto Farrugia, quien tres días después
del siniestro se presentó ante el Juzgado Correccional Nº 4 y explicó que no se había detenido
porque en ese momento adjudicó el impacto a una maniobra de robo. En este marco, hoy a las 10
también habrá un corte de tránsito en Grandoli y ruta 34, lugar donde ocurrió el choque. Asimismo,
se anunciaron cambios en las diligencias judiciales: una querella penal y la carátula de abandono
de persona en lugar de homicidio culposo.
El pasado 28 de noviembre Daina Riquelme, de 9 años, murió después de
que un auto la impactara de frente con el guardabarro derecho. La nena quedó tendida a varios
metros y nadie se detuvo.
A esa tragedia le faltó un nombre, una disculpa, ni qué decir de una
condolencia. Nada de eso ocurrió y el dolor se potenció ante la falta de sensibilidad y ética.
“Farrugia abandonó a mi hija”, resumió Mariela, mamá de Daina, y así lo expresaba una
de las pancartas.
La familia se completa con otros tres hermanitos, la abuela y una tía
que cuida de los niños cuando la mujer consigue trabajo doméstico. El día de su muerte, Daina y
Melisa, de 15 años, iban rumbo a una iglesia ubicada del otro lado de la calle donde ocurrió el
siniestro.
Para el apoderado legal de los Riquelme, Diego Wouters, la fuga del
conductor obtura las circunstancias reales del hecho. “Hay cosas que ya no se van a poder
saber”, sostuvo el letrado. Y adelantó que ante esto reforzarán el trabajo para conocer las
causas por las cuales el escribano no detuvo el Volkswagen Vento después de la colisión.
“Nadie está exento de que le suceda algo así, en ese caso debe
detenerse apenas pueda hacerlo, o concurrir a una comisaría cercana y presentar la duda que
tenía”, argumentó el abogado.
En este contexto, familiares y vecinos de Daina marcharon el sábado a la
mañana, con pancartas y fotos de la nena, hasta la casa de Farrugia, que es escribano. El escrache
tuvo un ribete curioso, ya que se había anunciado que sería frente a Corrientes 878, tal como el
conductor había consignado en sede judicial. Sin embargo, sobre la hora se develó el verdadero
domicilio.
“Todo transcurrió con mucha tranquilidad y respeto, vino la
policía pero no tuvo necesidad de intervenir”, relató Wouters.