El nieto restituido de la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Guido Montoya Carlotto, se presentó ayer en público. “Me parece maravilloso y mágico lo que me está pasando”, confesó, y justificó la charla con los periodistas: “Quiero que esto sirva para potenciar esta búsqueda de las Abuelas. Sobre su nueva identidad, afirmó que se siente “más cómodo en la verdad”.
“Yo soy Ignacio o Guido, porque ella (Estela de Carlotto) está muy firme con esa decisión”, comenzó el nieto restituido número 114 la conferencia en la sede de Abuelas.
Acompañado por su abuela, Estela de Carlotto, y rodeado por su familia biológica, el joven oriundo de Olavarría sostuvo: “Estoy acostumbrado a mi nombre Ignacio, y lo quiero seguir manteniendo. También entiendo que hay una familia que hace treinta y pico de años que me está nombrando de esa manera y para ellos soy Guido”.
Montoya Carlotto recalcó que su intención al presentarse ante los medios era “potenciar esta búsqueda y que se pueda entender la importancia que tiene cerrar estas heridas que se han abierto hace tanto tiempo”, en la dictadura.
Agregó que tiene “la suerte de ser parte de alguna forma de este pequeño proceso de cicatrización” de las heridas de la dictadura, al tiempo que definió a su restitución como “una pequeña victoria en una gran derrota”.
El joven de 36 años sostuvo que lo que más disfruta “es la felicidad en los demás, ver en ese espejo cómo se están regocijando y están sintiendo la satisfacción de un trabajo cumplido”.
Acerca del encuentro con la familia de su madre, Laura Carlotto, lo definió como “maravilloso, muy lindo, el abrazo y todo eso esperado”, mientras que ayer fue el turno de su abuela paterna, Hortensia Arduras, quien viajó desde Caleta Olivia (Santa Cruz ) para conocerlo.
“Yo hace dos días que sé quién soy, o sé quién de verdad soy, o sé quién no era, o no sé..., algo de eso”, trató de explicar. En cuanto a las dudas que le aparecieron en su vida y lo llevaron a presentarse en Abuelas, contó: “Hay como unos ruidos que tenés en la cabeza, como unas maripositas de dudas y de preguntas que están ahí, fuera del campo de visión. Hay cosas que no las sabés, pero las sabés y empezás a pensar y a darte cuenta”.
Acompañado también por su mujer, el joven hizo gala de su humor y, con una sonrisa, pedía a los periodistas que lo llamaran por el nombre que figura en su documento: “¿Vamos por Ignacio?”. Casi todos lo llamaban Guido.
“Yo hasta hace dos días, y ahora también, tuve una vida extraordinariamente feliz y a eso se le suma esta maravilla de ser parte de esta historia y de saber que, queriéndolo o no, voy a entrar en los libros de historia. Y ese es un peso que hay que llevar”, manifestó.
Con Cristina en Olivos. Acerca de la cena que mantuvo con la presidenta Cristina Kirchner antenoche en Olivos, describió a la mandataria como “una persona muy comprometida con esta causa” y le agradeció su trabajo junto a organismos de derechos humanos.
“Ella es una persona que, aunque yo ya lo sabía, muy comprometida, muy, con esta causa. Yo la veía por televisión y, de golpe, estaba charlando con ella y, a veces, con la impresión de que ella estaba charlando conmigo. Mi agradecimiento hacia ella, por el gesto y la voluntad para que esto suceda”, dijo.
El joven contó las diferencias entre los Hurban, la familia que lo crió en Olavarría, y los Carlotto: “Son un millón, tremendo. Es una familia grande, muy grande. Hermosa, divina, pero son muchos y yo me crié solo en el campo”, señaló.
Y agregó entre risas y la atenta mirada de su abuela: “Así que no me gusta que me hinchen mucho las bolas, por lo que esa onda del abrazo la tengo que desarrollar”.
Militancia y destino. Ignacio Hurban también se refirió a la militancia y los ideales de sus padres, Oscar Montoya y Laura Carlotto, y su gusto por la música: “Yo me preguntaba de dónde venía mi pasión por la música y no sabía. Me criaron con el mayor de los amores, pero en el campo y el medio ambiente me destinaban a otra cosa”, explicó.
“Evidentemente hay una memoria genética y una energía que trasvasa todo y hace que hoy yo esté acá en el lugar del que nunca me tendría que haber ido. En algún lado debe estar la relación, porque, si no estuviera, yo que fui joven en los 90, habría ido para otro lado, hubiera terminado haciendo otra cosa. Ser artista es una actividad política también”, señaló el pianista.
El joven manifestó el origen de sus dudas y contó que la primera vez que pudo “verbalizarlas” fue tras una jornada de Música por la Identidad de la que participó en 2010 en San Fernando.
“Ahí pude como plantarme a mí mismo diciéndolo para afuera y plantar la semilla de esa duda”, expresó el músico.