Volvió Cielo Razzo, aunque en verdad la banda nunca se fue. Pero este disco, "Sideral", el sexto de estudio, es un regreso a las fuentes, a esos temas de pogo, y también a los mid tempo, sin dejar de lado la experimentación que persigue todo grupo que quiere crecer. "Este es el disco que esperábamos nosotros, como primeros fans de la banda", dice Pablo Pino, líder y vocalista del grupo.
"Tiene esos temas mid tempo que siempre caracterizaron a Cielo", tira Pino, mientras escucha "Caminando" y Narváez garabatea en el aire un potente pasaje de tones emulando a su compañero Javier Robledo.
"En este disco sí que grité bastante" arrima Pino y sabe a qué se refiere. Es que la adrenalina que destila la banda es tan fuerte, que Pino subió los decibeles de su garganta casi hasta el límite, y lo bien que queda.
"Grabamos con la banda en vivo, menos las voces por una cuestión técnica, pero lo hicimos así para mantener la misma energía que logramos con los demos. Y creo que lo logramos", destacó el cantante mientras se acomoda un rulo más de su nuevo look despeinado.
La escucha es a media tarde de una semana clave para los Cielo. Es que cada disco nuevo encierra una emoción y un misterio tan genuino, que sólo quien alguna vez editó un disco, o estrenó una obra de teatro, o un largometraje, por citar tres ejemplos similares del palo creativo, puede sentir algo como esto. Y este disco es música viva, tan viva que podría representarse sobre tablas, y de hecho es parte de la banda de sonido de sus integrantes, protagonistas de su propia película, con brillos, claroscuros y grises. Y eso está en la esencia de las letras de "Sideral".
¿Por qué "Sideral"? La respuesta sale de boca de Pablo, como casi toda la tarde, aunque Cristian también aportará lo suyo, pero le deja el papel protagónico a quien es la cara del grupo, indudablemente, un ritual que los grupos que suman años en la ruta lo conocen bien. Y los Cielo van por las dos décadas.
"Todos los discos son el reflejo del momento en que estamos todos, y podemos hacer catarsis. Este es un momento particular, como fue la emoción del primer disco; el segundo con la carga de la muerte de Pablo y Claudio; en el tercero salimos de eso y llegamos a Buenos Aires con expectativas; llegó el DVD grabado en Obras, y ahora casi todos estamos llegando a los 40, salvo Javi (Robledo), que está en su crisis de los 30", detalla Pablo.
Y sigue: "Somos padres y aparecen montones de cosas en la «capocha». Por momentos te sentís flotando, y por eso apareció el nombre de «Sideral», también nos sentíamos a la deriva en algunas cuestiones y más seguros en otras cosas personales" .
Los catorce temas se esfuman en menos de una hora. Temas cortos, arreglos simples y lejos de las capas sonoras, con algunas maquinitas de efectos usadas por Pablo, con invitados de lujo y del corazón (Coki Debernardi, Popono Romero, Florencia Croci, el Negro González, de La Cruda), la habitual participación de Carlo Seminara en los tambores y las sutilezas en las teclas de Marcelo "Chelo" Vizarri.
El disco es disfrutable, de esos que los fans se pueden enganchar del principio al fin. "La gente nos está esperando (en alusión a sus incondicionales fans), ellos saben con lo que no vamos a salir. Pero este es un disco que esperábamos nosotros, como primeros fans de la banda, lo vivimos de esa manera, de verdad, pero creo que a la gente le va a gustar, es quizá el disco más crudo de la banda", lanza Pino.
Cuando arranca "Caminando", el tema 1 y el corte de difusión del disco, todas las caras se iluminan. Desde el operador de la consola hasta Pablo y Cristian, e incluso Maia Rizza, la prensa de Pop Art, que llega con cortados calentitos y alfajores Cachafaz, que son devorados antes de que arranque el track 2.
Es un tema clásico de amor/desamor con una pizca de nostalgia y en ritmo mid tempo, ingredientes necesarios para el estilo Cielo Razzo. "Me vi caminando/usando las luces que bajan/por tu calle/vos esperabas que este sol quemara toda tu cara/pero esto no es así/jugamos en otras casas y son otras las cuadras", reza la canción de apertura bajo un riff potente de guitarras y la voz clara y desgarbada de Pino. Ideal para abrir una puerta sideral.
"Te vas/si tengo no sé qué buscar/si salto gano en gravedad/si grave estoy me cuidás/lo siento estoy fatal/si escapo me escondo tan mal" susurra Pablo y adelanta "este es el tema groove del disco".
"Este me lleva a la época de Nebbia, esa onda", dice Pino cuando suena "Piba espada", dedicada a una mujer madrileña. Sigue "Ojos", tema raro pero seductor. Con la voz del Negro, de La Cruda, una de las bandas preferidas de los Cielo.
"El alma de la canción trasciende el telón" reza "Posdata", dedicado a un amigo, con un solo de guitarra sutil de Nano Aime. El grito primal de Pino se nota a pleno con "Hombre tambor". Carlo Seminara y Javier Robledo se lucen en un tema ideal para ellos. "La magia del golpe me libera" lanza la letra con aroma a parche batido, sobre una armonía de colores orientales.
Nostalgia e ironía. "Viaducto" huele a nostalgia. Es una balada clásica que remite a las rutas de la vida. "Identidad, cada día tu marioneta vuelve a empezar". Habla de pérdidas, pero tiene un cierre esperanzador anclado en los "decibeles altos de una nueva canción".
La mejor letra del disco está en "Sociedad": "En esta hermosa sociedad de perros en bikini tu caballito de mar pide un tiempo de río". Irónica, romántica, crítica y sensible. Croci se vuelve a lucir en los coros y el Pájaro Almirón despunta el vicio con un solo de máxima calidez.
Pino, el Nano y el Pájaro cruzan las cuerdas en "No shopping". El rock de la banda asoma otra vez, con los coros de Popono y Croci, y con la relatividad de la alegría que dan los triunfos: "La victoria puede ser un daño colateral. Bombas de agua ayudan a paliar la sed". "Este es otro de los temas punky", dice Pino cuando suena "Mao", inspirado en un juego de naipes con el que la banda se divierte en los ratos de ocio. Es el lado lúdico y desacartonado, un tema liberador. Bajo esa fragancia llega "Entre las 4 y las 6", grabado en primera toma, y con el aire de esos "pequeños milagros instantáneos". Otro coro de la Croci (y van...), una guitarra al palo en el cierre y se va arrimando el cierre del disco.
"Dame galope que seguiré despierto" le canta Cielo al corazón, nada menos. El ritmo de "Galope" surfea por el rock y el punk, con las guitarras al frente, los tambores de Robledo y la voz aguardentosa e inspirada de Pino. "El alfil" seduce por la voz de Coki y esa base dance del final: "Hoy toda rima es absurda, será mejor callarnos. Laguna vuelvo a tu orilla, ya te siento en los pies". Nostalgia y poesía.
El último tema tenía que ser "Calesita". El cierre de un círculo vital. Pino se la dedica a su hijo, en ritmo cadencioso y con un guiño al título del disco y, quizá al azar, también al tema de apertura. "Calesita donde vas, no me mientas más/caminando en el espacio sideral/si mi piel hizo tu piel, nada nos puede separar".
Los vínculos eternos, esa llegada a los 40 a la que aludía Pablo Pino, y la madurez que viene y va, todo da vueltas en esta calesita. Y esa energía sideral de Cielo Razzo sigue en el aire.