El historiador Rosendo Fraga analiza en su último libro "La maldición bonaerense" las razones sociopolíticas por las cuales ningún gobernador de la provincia de Buenos Aires pudo llegar a la Presidencia de la Nación a través de la elección popular. "La Casa Rosada siempre lo percibe como una amenaza a su poder", sostiene el director director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.
En una entrevista con LaCapital, Fraga arriesga que actualmente aparecen dos figuras (Daniel Scioli y Sergio Massa) que podrían en 2015 romper con esa "maldición", pero el politólogo advierte que esta presunción está sujeta a la dinámica política y sus azares.
Fraga, no obstante, ubica a estos dos políticos, surgidos de la entraña peronista, como los personajes centrales de la elección legislativa de octubre y, por ende, con las mayores posibilidades para proyectarse en la sucesión presidencial.
—¿"La maldición bonaerense" está marcada por razones sociopolíticas o hay otros factores?
—Pienso que la causa más relevante por la cual en un siglo y medio ningún gobernador de la provincia de Buenos Aires logró ser electo presidente de la Nación, es que la Casa Rosada siempre lo percibe como una amenaza a su poder y en consecuencia se dedica a neutralizar su proyección y en última instancia a bloquear su acceso a la sucesión presidencial. Ello se ha combinado con la posición de las demás provincias, reacias a aceptar que un caudillo bonaerense llegue a la Presidencia porque ello implica una suma de poder político que genera un desequilibrio en contra de ellas. La combinación de una Casa Rosada temerosa del poder bonaerense, junto con las provincias, que prefieren evitar que se reúnan en las mismas manos el poder bonaerense y el nacional —como sucedió con Rosas—, son la clave central que explican el fenómeno.
—La reforma constitucional del 94 le otorgó un poder singular a la provincia de Buenos Aires. Aún así a sus representantes les cuesta proyectarse a futuro. ¿Por qué?
—Desde los años ochenta la provincia de Buenos Aires tiene el 40 por ciento de la población total del país y su conurbano (dos tercios de la provincia) el 25 por ciento del total nacional. Sobre esta realidad demográfica, la reforma constitucional de 1994 eliminó el Colegio Electoral e hizo que la provincia de Buenos Aires pasara de ser el 28 por ciento de este cuerpo a ser el 40 por ciento de los votos efectivos para elegir presidente. Al mismo tiempo, uno de cada cuatro votos para elegir presidente está hoy en el Gran Buenos Aires. Desde entonces, Eduardo Duhalde se presentó dos veces como candidato a presidente y fue derrotado, teniendo una breve Presidencia interina, para cual fue electo por el Congreso. La cuestión es que pese al cambio demográfico y el institucional, la combinación Casa Rosada-interior sigue siendo la clave por la cual los gobernadores de Buenos Aires todavía no hayan logrado ganar una elección presidencial.
—¿Quiénes de los políticos actuales podrían romper con esa "maldición"?
—Hoy los sondeos muestran que un gobernador de Buenos Aires (Daniel Scioli) y un intendente del conurbano (Sergio Massa) son los mejor posicionados como precandidatos presidenciales, aunque en los 26 meses que restan hasta la elección presidencial muchas cosas pueden cambiar. La paradoja es que no solamente un gobernador aspira a la Presidencia —como lo han hecho sus antecesores sin éxito durante un siglo y medio—, sino que además un intendente del conurbano aspira a llegar a la Casa Rosada al mismo tiempo.
—Scioli decidió quedarse en el Frente para la Victoria. ¿Pesó en esa decisión la candidatura de Massa por afuera del kirchnerismo?
—Si Massa no hubiera sido candidato en 2013, es posible que Scioli hubiera optado por una suerte de neutralidad electoral, apoyando discretamente a Narváez. Pero advirtió con realismo que su mayor amenaza para 2015 no era ya Cristina, sino Massa. Creo que el giro un tanto sorpresivo de Scioli se explica por esta razón.
—¿Cree que Cristina podría proclamar a Scioli como heredero del proyecto kirchnerista para 2015?
—Resulta difícil que la presidenta proclame como el heredero del kirchnerismo a Scioli. Que hoy exista una alianza electoral táctica con él, no implica que no existan diferencias políticas e ideológicas. El gobernador bonaerense representa valores diferentes: el kirchnerismo es una fuerza ideológica y Scioli en cambio es una expresión pragmática. El gobernador bonaerense se comunica con la política gestual. La presidenta, en cambio, con el relato y el discurso. Confrontar es el estilo político del kirchnerismo y el de Scioli es más conciliar. El referente histórico de la presidenta es Cámpora y el de Scioli es Perón. Además, desde el kirchnerismo se insinúa que el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, podría ser un candidato alternativo a Scioli.
—A su criterio, ¿quién le da más garantía al grueso del peronismo, Scioli o Massa?
—Si bien Scioli y Massa son alternativas que emergen del peronismo, el primero está haciendo del PJ su apoyatura política principal y el segundo, en cambio, se presenta como una nueva expresión política y suma a candidatos del PRO, la Coalición Cívica, la UIA, la CGT oficialista, la CTA kirchnerista, etc. Hoy son estrategia políticas diferenciadas, pero Massa no abandonará la referencia del peronismo, aunque se presente con un esquema más pluralista.
—¿La lucha por la sucesión en el PJ es entre Scioli y Massa o puede haber otro referente?
—En el peronismo el líder es quien ocupa la Presidencia. En la etapa contemporánea pasó con Menem, Duhalde y el matrimonio Kirchner. Si un peronista es electo presidente en 2015, será el nuevo líder, sea Massa, Scioli u otro. Todo puede cambiar en 26 meses, pero no hay que descartar que frente a la opción de dos bonaerenses, el interior genere una tercera alternativa, confirmando la tendencia histórica. Pero también es cierto que tras diez años y medio de un presidente riojano y doce años y medio de dos santacruceños, a lo mejor la sociedad da paso a una opción bonaerense.
—¿Cree que puede variar el resultado de las Paso con las generales?
—La experiencia de 2011 muestra que puede haber cambios entre las Paso y las elecciones generales. En aquel entonces la presidenta pasó del 50 al 54 por ciento y Binner del 10 al 17 por ciento. Dicha experiencia muestra que es más probable que quien gane aumente su ventaja a que la disminuya. Hoy es lo que muestran los sondeos respecto a la provincia de Buenos Aires, donde la ventaja de Massa no estaría ya en 5 puntos, sino en 10. Si bien es posible, al mismo tiempo, que alguno de los gobernadores justicialistas derrotados revierta el resultado, en el balance es mayor el efecto de derrota para el gobierno si Massa aumenta su diferencia que si algunos gobernadores revierten el resultado. Es mayor no sólo por la cantidad de votos, sino también por el efecto político que hoy tiene la provincia de Buenos Aires.