Errores que lo condicionaron

Hubo claras diferencias de jerarquía. Que se reflejaron con amplitud en la cancha y el resultado. En la concentración, en las destrezas individuales y en el ritmo de juego. Cada vez que se lo propuso, Australia encontró huecos y despertó demasiados interrogantes en un equipo argentino que terminó el Rugby Championship con una puesta en escena descolorida. Los Pumas nunca pudieron hacer pie y cada error fue una daga wallabie que se hundió cada vez más hondo, hasta transformarse en un inapelable 54 a 17.

   El conjunto de Phelan no supo aprovechar algunos beneficios que logró a través de las bondades del scrum, ni tampoco algunos pasajes breves de dominio territorial. Estuvo merodeando el ingoal visitante pero no encontró claridad para forjar puntos, ni tranquilidad para manejar el partido. Además, hubo muchos tackles que no funcionaron y fueron serios condicionantes.

   Los Wallabies leyeron esos titubeos y se animaron a tomar con suficiencia las riendas del cotejo. La pareja de medios se lució con un aprovechamiento integral de ese escenario que ofrecía el tablero de acción. En los primeros 30’, se pusieron 25-3 y marcaron una ventaja considerable que obligó al local a remar aturdido desde atrás.

   Sobre el final de esa etapa, Bosch aportó un try que acortó la brecha y trató de elevar las ambiciones argentinas. Así, el descanso encontró a la visita arriba 25-10.

   En el inicio del complemento, un try de Australia destrabó cualquier intento de reacción local. Fue otro mazazo que le costó absorber al conjunto nacional. Luego, el try de Landajo le permitió a Argentina levantar la cabeza pero la ventaja en el marcador no ayudaba a imaginar un cambio de suerte. Ni siquiera la amarilla al segunda línea Simmons (por cargar en forma indebida contra Contepomi) fue aprovechada convenientemente.

   El try de Tomane a los 63’ lució como sentencia inapelable. Después sólo la aplaudida salida de Felipe Contepomi, en su partido despedida (ver pág. 16), movió el amperímetro de un partido que siempre tuvo un dueño exclusivo.

   Las anotaciones de Robinson (74’) y Foley (78’) confirmaron esa sensación de duelo desigual. El cierre argentino fue todo resignación e impotencia, por muchos errores que desembocaron en una derrota abultada.