"Creo que el drama puro y duro es interesante y muy difícil, pero al mismo tiempo es tranquilizador porque uno dice «me entrego al sufrimiento». La comedia también es tranquilizadora porque no hay peligro y uno se puede reír. Yo intento buscar un ángulo donde la alegría y el dolor se mezclen, y que sea el espectador el que termina colocándose en un sitio intermedio, como es la vida". Así define su búsqueda estética Claudio Tolcachir, director y dramaturgo de "Tercer cuerpo", la obra que se presenta hoy, a las 21, en el teatro Mateo Booz (San Lorenzo 2243). Desde Madrid, donde está de gira por ciudades de España, Francia e Italia con "Dínamo", Tolcachir -con una prolífica carrera reconocida tanto en el país como en el exterior al frente de su compañía Timbre 4- dijo que no persigue la originalidad y que todos sus personajes son "parientes": "En general los seres que me atraen de la vida y el teatro tienen una gran cuota de inmadurez, incapacidad o de patetismo. Así que supongo que en eso son parientes y podrían encontrarse en una fiesta y charlar de sus dramas", bromeó.
"Tercer cuerpo" es la segunda de las obras que escribió Tolcachir después de "La omisión de la familia Coleman" y, como el resto de su producción que incluye "El viento en un violín" y "Emilia", es una de las más premiadas y que más giras realizó por Latinoamérica y Europa. La obra reúne a cinco personajes en una oficina "que suponemos que es pública, pero que dejó de tener sentido porque lo que ellos hacían ya no se hace más". "Es una obra que toca temas muy humanos, por momentos muy tristes o desesperantes, pero que tiene muchísimo humor", explicó el autor y añadió: "Creo que Tercer cuerpo es un ejemplo de eso porque es como ese borde que se vuelve patético. Cuando el dolor y el humor se cruzan se vuelve patético que para mi es lo más conmovedor, ver a alguien que intenta vivir y no puede, le sale mal, no tiene armas, y ahí aparecen los rasgos más interesantes".
—¿Es un desafío para un dramaturgo hablar sobre temas recurrentes, como el amor, la traición, la soledad, y ser original, o la originalidad no es un objetivo?
—Yo no parto del deseo de ser original porque sería poco fértil. Yo parto de una imagen que me conmueva, de una historia o pequeña situación que quiera contar. En el caso de esa obra comenzó por el mundo de la oficina y los personajes se definen más por sus secretos que por lo que muestran. Creo que lo particular que uno busca es cómo contar. En este caso la obra fue un experimento, porque son escenas fragmentadas en un mismo espacio donde está la oficina, la casa de uno, un restaurante y un consultorio médico. Desde la actuación y el uso del espacio uno puede transitar por muchos lugares sin cambiar la escenografía, con la mayor verdad posible apoyándome en actores extraordinarios y en ir descubriendo la forma de contar, de que el público se entere de la información y se sienta involucrado en las historias. Contar, pero permitir que el público descubra. En ese sentido los puntos motores para trabajar son una historia que me conmueva, que me divierta y me de gracia a la vez. Y encontrar una forma, un mecanismo de trabajo que me resulte nuevo, aunque sea para mi, pero eso en el mundo del teatro es muy difícil.
—Hay señas de identidad en tus obras. ¿Notás vínculos entre los personajes? PUNCTUATION_SPACEEN_SPACEEN_SPACE
—Seguramente. Uno escribe desde la mirada que tiene del mundo y esa mirada crea su propia poética o su propio lenguaje. No podría escribir personajes que no me divirtieran o que no me conmovieran, y en general los seres que me atraen de la vida y el teatro tienen una gran cuota de inmadurez, incapacidad o patetismo. Así que supongo que en eso son parientes y podrían encontrarse todos en una misma fiesta y charlar de sus dramas. Creo que el drama puro y duro es interesante, es muy difícil, pero al mismo tiempo es tranquilizador porque uno dice me entrego al sufrimiento, así como la comedia también es algo tranquilizador porque no hay peligro y se puede reír. Yo intento buscar un ángulo donde la alegría y el dolor se mezclan y es el espectador el que termina colocándose en un sitio como es la vida.
—También son sobrevivientes o que pelean por salir adelante, aunque sea desde sus fantasías, como en "Jamón del diablo"...
—Sí, y son marginales en el sentido de que están un poco afuera del mundo, afuera de los circuitos de pertenencia en los que alguien puede sentirse exitoso, la gente que le va bien, que tienen un prototipo de felicidad. Mis personajes en general nunca encajan en esos sitios, los sentimos afuera, vemos el mundo desde lejos, como una maquinaria que nos dejó a pie. Y eso me interesa. En el caso de "Jamón del diablo" es un ser marginal dentro de un mundo marginal de por sí. Estos personajes de "Tercer cuerpo" no tienen el problema del dinero porque tienen un sueldo razonablemente digno, pero al mismo tiempo les plantea un dilema chejoviano de decir qué hago con mi vida, qué hago para que la vida tenga sentido, y eso que hacen lo hacen de una manera muy torpe. En ese ángulo de lo patético es cuando uno se conectan los personajes.
—Consolidaste tu carrera en relativamente poco tiempo. ¿Te considerás exitoso?
—No lo se porque no tengo por tengo con qué comparar. Yo tengo 40, hago teatro desde los 13, así que son unos 28 años de dedicarme al trabajo. La compañía comenzó a trabajar en el 98, y Timbre 4 empezó como espacio físico en 2001. Fueron mucho años de trabajo. Por suerte para mi salud mental no sentí esa velocidad. Pude sentir bastante el abismo de que las cosas no funcionen, de no conseguir trabajo, de estar en obras que no te gustan, o estar inactivo. Es bueno porque te da equilibrio. Creo que la suerte más grande que tuve fue enfocar mi vida en el trabajo en grupo. Así como la carrera del actor como la del director es una carrera muy individual, el hecho de que yo lo piense todo en función de un grupo, hace que las razones por las cuales uno se levanta y trabaja, para mi sean más estimulantes que pensar solo en mi carrera. Y si me siento exitoso... como mínimo me siento muy privilegiado porque siempre el hecho de poder vivir de mi trabajo y poder disfrutar sin urgencias de la vida, solo dedicándome a lo que me gusta, me coloca en un porcentaje muy privilegiado del mundo.
EM_DASH¿Mencionar ese privilegio implica que el teatro puede ser ingrato?
—Sin dudas, inclusive antes de llegar a eso. Un actor, que es como comencé, depende de que alguien lo llame y se acuerde de él. Muchas veces es un trabajo que no te interesa demasiado, o si te interesa no te da la posibilidad de vivir de eso, entonces vivís de otros trabajo para en las trasnoches dedicarte a tu vocación. Es una carrera muy dura para la que tenés que tener mucha fe para los momentos bravos porque aun los momentos buenos, son momentos, porque tener trabajo no significa que lo vas a tener toda tu vida. Esas seguridades no existen. Es una carrera que no tiene seguridad. Por un lado es muy dura y hay que tener mucha resistencia y fe. Y por otro es tan hermosa, tener un proyecto, encontrarse con los compañeros, un texto que te motiva. Es tanta la felicidad que eso es lo que te sostiene. Creo que es eso más que el éxito.
—Paralelamente a tu trabajo con Timbre 4 participaste en teatro comercial. ¿Qué diferencia hacés entre uno y otro?
—Esencialmente la diferencia es de esquemas de producción. Tengo la suerte de que puedo elegir mi trabajo. Entonces cuando dirijo en el teatro comercial hago obras que me encantan. A partir de ahí, tanto en Timbre como afuera, hago obras que me entusiasman. Luego, en el circuito comercial tenés menos tiempo de ensayo, lo cual no es ni mejor ni pero es simplemente diferente, y te obliga como director a tener como director una organización diferente en el esquema de trabajo. Por supuesto el teatro es y tiene que ser un espacio de mayor riesgo, lo cual a veces te pide mayor tiempo de ensayo, menos dinero, momentos de incertidumbre porque estas en un proceso de trabajo diferente, pero por suerte pude cruzar esos mundos y manejarme en los dos. Sinceramente no hay uno que me parezca mejor. A veces necesito trabajar textos de otros, me viene bien, me produce placer, a veces necesito embarcarme en un proceso de creación más largo y complejo. Me voy dando algunos gustos.