En la cancha se ven los pingos
En la cancha se ven los pingos, reza uno de los tantos glosarios argentinos. Y en esta embarrada cancha que observamos con más detenimiento porque tenemos "tiempo", vemos pingos que nos asombran y otros que no. ¿Tinelli, se fue en avión privado al sur con su familia? ¿Pampita llora como siempre, sin hacer nada? ¿Susana se queja por falta de dulces? ¿Importan realmente? Qué les parece si nos detenemos a observar a los otros argentinos, esos que valen, que permiten que tengamos algo de seguridad, de atención, como por ejemplo el presidente de la Nación con palabra firme y rostro cansado, calmando, conduciendo, trabajando u otros miembros del gobierno nacional, provincial y municipal, los trabajadores de la salud, policías, recolectores de residuos, choferes de taxis y colectivos, periodistas. ¡Tantos! No pueden quedarse en casa como usted o como yo, y sin embargo están expuestos como todos. Esta pandemia va a pasar. Y aquellos que la sobrevivan tendrán la obligación de recordar quién fue quién durante su transcurso. Simplemente, para que quede un poco de crecimiento social y dejemos de rendirle pleitesía al inútil, al aprovechado comerciante, al pelotudo que hay que perseguir para que cumpla cuarentena, o al popular actor, comediante, político o lo que sea, que se raja creyendo que el virus no lo va a alcanzar. Es tiempo de cuidarnos. Pero también es tiempo de crecer. ¿Quizás esta invasión de los minúsculos invisibles, pueda parar la pelota ante tanto amarillismo, tanto desprecio por el medio ambiente, tanta violencia, tantas muertes inútiles, tanto consumismo prescindible, tanto delincuente suelto? Siempre el dolor, enseña. Espero que esta vez lo haga con más esmero.
28 de marzo 2020 · 00:00hs
En la cancha se ven los pingos, reza uno de los tantos glosarios argentinos. Y en esta embarrada cancha que observamos con más detenimiento porque tenemos "tiempo", vemos pingos que nos asombran y otros que no. ¿Tinelli, se fue en avión privado al sur con su familia? ¿Pampita llora como siempre, sin hacer nada? ¿Susana se queja por falta de dulces? ¿Importan realmente? Qué les parece si nos detenemos a observar a los otros argentinos, esos que valen, que permiten que tengamos algo de seguridad, de atención, como por ejemplo el presidente de la Nación con palabra firme y rostro cansado, calmando, conduciendo, trabajando u otros miembros del gobierno nacional, provincial y municipal, los trabajadores de la salud, policías, recolectores de residuos, choferes de taxis y colectivos, periodistas. ¡Tantos! No pueden quedarse en casa como usted o como yo, y sin embargo están expuestos como todos. Esta pandemia va a pasar. Y aquellos que la sobrevivan tendrán la obligación de recordar quién fue quién durante su transcurso. Simplemente, para que quede un poco de crecimiento social y dejemos de rendirle pleitesía al inútil, al aprovechado comerciante, al pelotudo que hay que perseguir para que cumpla cuarentena, o al popular actor, comediante, político o lo que sea, que se raja creyendo que el virus no lo va a alcanzar. Es tiempo de cuidarnos. Pero también es tiempo de crecer. ¿Quizás esta invasión de los minúsculos invisibles, pueda parar la pelota ante tanto amarillismo, tanto desprecio por el medio ambiente, tanta violencia, tantas muertes inútiles, tanto consumismo prescindible, tanto delincuente suelto? Siempre el dolor, enseña. Espero que esta vez lo haga con más esmero.
Ya no importa cuánto control se diga ahora imponer, la "cuarentena total" fue abortada por quienes le dieran vida. La cuarentena como medida de aislamiento social preventivo hoy ya ha fracasado en la Argentina. Con "líderes" (todos) débiles, ignorantes y permisivos no hay medida de control absoluto que logre perdurar más de unas horas. Con más e inconcebibles excepciones gubernamentales a la exclusión y desoyendo la experiencia de sociedades arrasadas por el Covid-19, como Italia y España, las que tardíamente arrepentidas por no haber impuesto un aislamiento social pagan su error en muertes y llaman desde todos los medios de prensa a otras sociedades a no emular su desventura; los argentinos tildando de "exagerados" sus consejos, de "fiascos" al conocimiento científico, y de "locos" a quienes intentamos hacerlos entrar en razón, eligen disfrutar de la vida que les quede al mejor e imprudente estilo medieval. Felicitaciones a los autores de un relato alternativo más vistoso y dulce, ese que aminora al peligro y concede recreos en donde es imperioso el orden marcial. Sepan que también portará su firma lo que se viene.
Con gran sorpresa escuché a un periodista crítico del señor Marcelo Tinelli, señalar que lamentaba su viaje para cumplir la cuarentena en la Patagonia. Pues había considerado que este animador con su intento de convertirse en político iba a oxigenar la política. Esto me parece una de las increíbles aventuras de ingresar hombres de la farándula o del deporte a una actividad que requiere formación y claros antecedentes. Se repite con esto un accionar que ya nos mostró fracasos increíbles como la del flamante diplomático Daniel Scioli, o de Palito Ortega, o de tantos otros elaborados por el ex presidente Menem. Estamos mal y buscar salvadores en tierras extrañas es el peor camino. Políticos fueron los grandes presidentes como Frondizi, Illia, Alfonsín y, crease o no, Alberto Fernández, es un político bueno o malo, pero político.