Jorge Rial llega esta noche al teatro Broadway con dos funciones —a las 20 y 22— su
show “El ángel y el demonio del espectáculo”, donde personifica a un periodista muy
parecido al que conduce “Intrusos” por la pantalla de América: en realidad, un tipo que
deja la tierra antes de tiempo y que se encuentra en la disyuntiva entre contar todo lo que sabe de
la farándula para poder salvar su vida o, simplemente, no hacerlo. Cualquiera de los
telespectadores adictos a los chimentos de la TV vespertina podría afirmar que esta disyuntiva es,
afortunadamente, falsa y que yendo al teatro su repertorio sobre las intimidades de los famosos se
verá engordado en un par de horas.
La gira de Rial comenzó en Lomas de Zamora durante los primeros días de septiembre. Continuó por
todo el Gran Buenos Aires y La Plata. “Esta gira me dio una grata sorpresa, no sólo por la
cantidad de espectadores sino por la calidad”, dice Jorge Rial durante la charla. “Lo
más lindo de esto es el contacto con la gente. Los que arman la obra es el público que viene con
ganas de disfrutar, divertirse y participar”, agrega.
“Yo imagino que en la tele los espectadores preguntan y, claro, de este lado no hay
respuesta. Uno se queda con información. En el teatro se produce el milagro de que cuando preguntan
yo les contesto. Y el diálogo que se produce con la platea es muy divertido. La gente viene a una
fiesta, a divertirse y, además, a enterarse de lo que no cuento en la tele, porque allí vos no
contás la interna, la cocina. Y al final, con las preguntas, la gente saca toda la maldad que tiene
y el chimentero que lleva adentro”, dice.
—¿Por qué creés que a la gente le interesa el chisme?
—Creo que siempre es mejor saber que el otro tiene problemas y no uno. Es como decir
“tan mal no me va”. Pasa con el photoshop. Vos les mostrás lo que hace el photoshop y
las mujeres dicen “ves, no soy tan fea. Soy igual que cualquiera de las famosas que salen en
las revistas”. En el escenario intento decirle a la gente que la farándula es cartón pintado,
y que esto es la realidad.
—¿Y vos sos lo que representás en la pantalla?
—Yo soy... obviamente que tengo cosas de la tele, lo que pasa es que en la pantalla uno a
veces tiene que exagerar. En el escenario soy eso más real, la gente me ve, me pregunta y yo
contesto al toque. Pero no hay tanta diferencia entre lo que soy en cualquier lado y en la tele,
aunque no puedo ser las 24 horas del día como en la tele porque sino no terminaría bien el día.
Creo que en la pantalla yo hago un personaje al que también llevo al escenario pero en algún
momento salgo del personaje... como en la tele. Entonces, cuando necesito salir del personaje
frívolo, me pongo serio y hablo de lo que pasa, porque “Intrusos” también es un espacio
donde yo puedo hablar y bajar línea y por ejemplo si me interesa el tema de la ley de medios lo
hablo...
—¿Y qué decís del tema de la ley de medios?
—Que no se puede legislar con una ley de la dictadura; nadie en su sano juicio podría
permitir eso, pero también nadie en su sano juicio puede permitir que esta ley sea simplemente una
pelea de poder, entre dos grupos como Clarín y el gobierno. Y que en esta pelea todos los daños
colaterales los reciban los otros medios.
—¿De qué cosas no hablás en la TV?
—No... antes había más límites pero ahora, desde que salió una nueva generación de
artistas, entre comillas, que el único talento que tienen para entregar al público es su vida
privada, ellos mismos van corriendo los límites para que nosotros nos metamos. Antes, para
conseguir un video, tenías que caminar veinte mil kilómetros, ahora te lo dan ellos o te lo suben
directamente a Internet.
—¿Sin programas como “Intrusos” podrían existir estos artistas entre comillas
o existen porque está “Intrusos”?
—Yo creo que nosotros provocamos un gran cambio en la tele. Por algo, Chiche Gelblung para
explicarlo dice “se rializó la tele”, porque todo pasa por “Intrusos”. Yo
creo que sí, porque hasta el propio Tinelli le echó mano a los escándalos, y cuando la gente cree
que “Intrusos” vive de Tinelli yo creo que es un ir y vuelta constante. Fijate que hoy
hasta los noticieros tienen bastante espacio dedicado al espectáculo, al chimento. Yo creo que
“Intrusos” influyó al medio. “Paparazzi” también. Antes las modelos
terminaban siendo la chica de tapa; hoy es al revés, la chica de tapa se transforma en modelo.
—Personajes como el de Zulma Lovato, ¿no es demasiado?
—Para mí Zulma Lovato es un marginal, un elemento residual de la farándula. No me gusta.
Para mí no tiene gracia y realmente me da mucha lástima. No es Guido Suller o Jacobo Winograd, que
te causaban gracia, no son tontos y saben el juego. Lovato es una persona que no sabe el juego que
está jugando, ni sabe dónde está parada. Creo que habría que tener algo de compasión por Zulma. Con
ella no me meto, no la tuve nunca en un programa... pero por una cuestión de gustos, no de
límites.
—¿Con quién te ponés límites?
—No tengo a nadie a quien no tocar. Tengo mucha afinidad con un montón de gente que, sin
dudas, si pasa algo con ellas tendré mucha más cuidado que con otros. Me pasó con Iliana Calabró.
Mostramos una foto del marido con otra mina en Brasil, pero yo le avisé antes de que estaban esas
fotos y ella me dijo que las podía poner al aire. Las puse al aire y después se ofendió.
Indudablemente las fotos no eran las que ella creía, pero yo avisé, la intenté cuidar y ella dio el
permiso.
—Dicen que sos el rey del chisme. ¿Qué te hace sentir esa calificación?
—Nada. Es una pavada. No siento que sea rey de nada. Yo hago mi laburo, soy un periodista
que conduce un programa y después me voy a casa.
—¿Te gusta tu trabajo?
—A ver: me gusta hacer lo que hago, me divierte, me va bien y no me puedo quejar. Ahora,
que estoy para hacer otra cosa, seguro. Mucha gente me lo dice. En principio, 2010 va a estar
dedicado a "Intrusos" que cumple diez años de aire. Después, veremos...