El de 1938 fue el primer campeonato Mundial en el que se invitó automáticamente, sin pasar por
la fase de clasificación, al campeón del anterior torneo y al país anfitrión. Italia y Francia
fueron los beneficiados por la nueva norma de la Fifa.
Fue un Mundial marcado por los acontecimientos políticos. Alemania se anexionó Austria pocos
meses antes del comienzo del torneo y España no acudió a la cita mundialista, puesto que estaba
viviendo la Guerra Civil.
A la difícil situación política en Europa, que también provocó la renuncia de algún país
americano como Estados Unidos, hay que sumar las tensiones futbolísticas. Argentina promovió un
gran boicot, tras la decepción de no ser escogida como sede.
Se esperaba la rotación de continentes, pero la Fifa apostó por repetir en suelo europeo.
Jules Rimet, presidente del máximo organismo futbolístico y francés de nacimiento, tuvo mucho que
ver en la elección. Colombia, Costa Rica, México, El Salvador, y Guayana Holandesa acompañaron la
renuncia argentina.
En lo futbolístico, lo más destacable fue que Italia repitió el título. A diferencia de la
final del 34, no pasó mayores sobresaltos ante Hungría, ya que dominó las acciones de juego desde
el primer minuto y terminó ganando por 4 a 2.