Madrid. - "¡Es la economía, estúpido!". Este famoso eslogan de la campaña electoral de Bill Clinton para la presidencia de Estados Unidos en 1992 bien podría aplicarse a la situación española que forzó la convocatoria de las elecciones legislativas adelantadas del domingo. Sin la prolongada crisis y su expresión social más dramática, un nivel de desempleo récord de un 21,52 por ciento, que entre los menores de 25 años incluso llega a la escandalosa cifra de un 46 por ciento, el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, probablemente habría optado por buscar un tercer mandato.
Sin embargo, la crisis, y sobre todo el desempleo, que dejó sin trabajo a 5 millones de españoles, se llevaron por delante a Zapatero y arrastraron en su caída al gobernante Partido Socialista (Psoe). Según los pronósticos unánimes de los sondeos, el Psoe y su candidato a jefe del gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, sufrirán una derrota de dimensiones históricas.
En 2008, cuando los síntomas de la crisis ya eran visibles, Zapatero, quien había confesado en una charla privada que trascendió accidentalmente sus escasos conocimientos en materia económica, negó que se pudiera hablar de "crisis", al asegurar que solo se trataba de una "desaceleración temporal". Mientras la crisis continuaba profundizándose y el desempleo batía récords todos los meses, el jefe del gobierno seguía relativizando la gravedad de la situación prometiendo un pronto "cambio de tendencia" y una rápida recuperación del empleo. Cuando la evolución de los hechos demostró todo lo contrario, incluso un medio tradicionalmente afín a los gobiernos socialistas como el diario El País se distanció de Zapatero y llegó a calificarlo como "optimista patológico".
El punto de inflexión llegó, de forma totalmente inesperada, en mayo de 2010, cuando Zapatero, sometido a una presión cada vez más fuerte de la Comisión Europea y ante el temor de que España tuviese que recurrir a un rescate internacional como Grecia, dio un giro de 180 grados anunciando un drástico plan de austeridad. Con el fin de reducir el déficit en 10.000 millones de euros y recuperar la confianza de los mercados, el gobierno recortó los salarios públicos un 5 por ciento y congeló la mayoría de las pensiones, entre otras medidas.
Demasiado tarde, clamaba la oposición conservadora del Partido Popular (PP), que cuestionó la eficacia de las medidas anunciadas y, capitalizando el creciente descontento en la población, exigió la renuncia de Zapatero por considerarlo responsable de la crisis o haber fracasado totalmente en su gestión para combatirla. En filas del Psoe, el duro programa de ajuste causó estupor. No pocos socialistas creían entonces, y hoy siguen convencidos de ello, que lo mejor que pudiera haber hecho Zapatero era presentar su dimisión para no hacerse corresponsable de una política "neoliberal" considerada incompatible con las proclamas fundamentales de su partido.
Zapatero, sin embargo, no cedió ante las críticas y se declaró dispuesto a pagar el precio político por su golpe de timón ante la crisis. La factura le fue presentada en las elecciones regionales del 22 de mayo: el Psoe sufrió una auténtica debacle con la pérdida de más de un millón de votos y perdió el poder en casi todos las comunidades autónomas donde gobernaba. Dos meses más tarde, a fines de julio, Zapatero finalmente tiró la toalla al anunciar el adelanto en cuatro meses de los comicios de 2012 para que un nuevo gobierno asuma, a partir de diciembre, la gestión de la crisis con una política diferente.
De acuerdo a los sondeos, ese nuevo gobierno será del PP, con su líder Mariano Rajoy al frente, y contará con una mayoría más que absoluta en el Parlamento. La ventaja de los conservadores en la intención de voto es tan abismal que Rajoy se dio el lujo de no precisar su futuro programa de gobierno para sacar a España del marasmo de la crisis.
Los pronósticos no son nada alentadores: institutos financieros como el banco Goldman and Sachs no descartan que la economía española, actualmente estancada, vuelva a entrar en recesión en 2012 y auguran que el desempleo seguirá creciendo en los próximos meses. Y ya nadie cree que se cumpla la meta de reducir el déficit público de un 9,3 a un 6 por ciento a final de 2011.
El nuevo gobierno se hallará ante un desafío enorme. Los españoles piden un cambio y aguardan impacientes mejoras, sobre todo en la lucha contra el desempleo. La eventual falta de soluciones en el horizonte cercano podría tentar al nuevo Ejecutivo a recurrir a un argumento clásico en la política española para justificar su eventual fracaso: la "herencia imposible" que le dejó el gobierno anterior.
Al borde de la zona de rescate
Madrid. — A tres días de los comicios, España entró ayer en zona crítica por el acoso de los mercados: su prima de riesgo se disparó durante la jornada hasta superar los 500 puntos básicos y la rentabilidad del bono español a diez años rozó el 6,7%. El también llamado riesgo país, que mide la diferencia de rentabilidad con los bonos alemanes, terminó la sesión en 460 puntos básicos, igual que ayer. Además, el Tesoro Público tuvo que pagar el interés más alto desde 1997 en una subasta de deuda: el 7,088 por ciento para colocar 3.562 millones de euros en bonos a diez años.
Unas cifras todas ellas que sitúan al país en la zona de riesgo de un rescate como el que protagonizó su vecino Portugal con unos valores próximos, si bien el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero rechaza que pueda darse esa situación. El presidente del gobierno, no obstante, instó ayer al Banco Central Europeo (BCE) y a la Unión Europea (UE) a dar una solución “inmediata” al agravamiento de la crisis de la deuda en la zona euro.”Hace falta un BCE que lo sea en efecto y defienda la moneda común y a los países de la moneda común”, dijo Zapatero durante un acto en Soria,, en el que veladamente criticó a Alemania y Francia cuando manifestó que las dos principales potencias europeas deben ser conscientes de que si la tensión sigue, ésta acabará afectando a toda la eurozona. “Europa es la respuesta para volver a la estabilidad”, recalcó Zapatero, antes de que la prima de riesgo de España se relajara algo por la compra de deuda española por parte del BCE.
La vicepresidenta económica, Elena Salgado, rechazó que España vaya a necesitar recurrir al fondo de rescate de la UE. “Está fuera de toda duda”, dijo la ministra que recordó que los presupuestos generales del Estado español prevén recursos de 27.000 millones de euros para el servicio de la deuda, de los que se gastarán, según aseguró, 24.000 millones.
"No será fácil"
El presidente del PP, Mariano Rajoy, a quien todos los sondeos señalan como seguro vencedor de los comicios del próximo domingo, admitió durante un acto electoral en la ciudad de Badajoz, en el oeste de España, que “lo que viene por delante no va a ser fácil” y que él ni tiene “varitas mágicas ni pócimas milagrosas para salir de la grave crisis económica”. Esto “no se va a resolver en un mes”, subrayó.