El. Siempre con la sonrisa dispuesta, la mano abierta, redactor de traje y overol. Como juega. Porque además de ser un trabajador de prensa respetuoso y respetado, sigue siendo, los sábados a la tarde en que despunta el vicio en Estrella Azul, un zurdo de aquellos con la bocha en los pies, como en sus tiempos de Renato, en sus tiempos de sparring de la selección de Arabia Saudita en el Mundial 94. Por eso su admiración desde siempre por el personaje objeto de su estudio, desde que lo veía desde la platea del hipódromo cuando iba con los pibes de Cesarini, hasta en los tiempos recientes, en que le tocó observarlo desde otro lugar, como periodista de Ovación.
Ella. Siempre inquieta, con el ímpetu de ser la más joven de la sección y la primera mujer (hoy no la única) en escribir en deportes del diario, la que limitó los típicos chistes machistas de una sección ayer sólo de hombres. Futbolera, apasionada, detallista, pero no sólo para la redonda. De hecho, el fuerte en su trabajo son los deportes amateurs. Sin embargo, lejos de lo que puede suponerse, fue su idea encarar un proyecto que llenaría muchísimas horas, y fue su tarea convencer a su compañero. La sedujo la inteligencia del personaje, su discurso trasladado los hechos. Y su gran momento deportivo, claro, que lo acababa de llevar a la cúspide del fútbol mundial.
Ellos, Lucas Vitantonio y Vanesa Valenti, en ese preciso instante en que llegaba a Barcelona y la redacción de La Capital no paraba de recibir llamadas de medios españoles, empezaron esta aventura, esta carrera de obstáculos, marchas y contramarchas que parió un libro. "El Tata", el crack remolón, que bien podría llamarse: "El otro Tata", porque ahí está el anclaje de lo que se quiso decir. Claro, en Newell's pasa gran parte de la historia de Gerardo Daniel Martino, pero lo trasciende porque la intención es que llegue "a todos los amantes del fútbol", como dice el primero, incómodo por estar del otro lado del mostrador: de habitual entrevistador a entrevistado. "La tapa, con su imagen como entrenador de la selección, habla claramente de eso", corrobora la segunda. Y como para evitar las típicas suspicacias en una ciudad dividida en el afecto, y por ende siempre sospechosa de las intenciones de sus interlocutores mediáticos, sus preferencias tribuneras están ubicadas en un clásico muy distinto al rosarino.
Dicho esto, presentando a los presentadores, que como corresponde en el libro están a la inversa con ella en primer lugar, cabe ir al producto de sus autorías. Una historia que atrapa porque no retrata sólo los números del Tata, los éxitos que perduran en el recuerdo, sino al hombre detrás también de los fracasos, como considera fue su paso por el Barcelona multicampeón. La vida de un personaje que para llegar a ser ídolo en su club debió pasar por la dura prueba de ser tratado como traidor, pero que a la vez piensa convencido que no es "tan importante" para que le dediquen un libro, cuando se enteró que el proyecto estaba en marcha. Fue un libro construido a través de la distancia directa con el personaje, como marca constantemente su relación con el periodismo, porque "si hubiera amistad ninguno de los dos haría bien su trabajo", pero en la cercanía indirecta a través de sus amigos, como con su hermano en la vida Jorge Walter Theiler. Afectos que, como el de su familia, protegen su intimidad y sólo largarán prenda previo consentimiento de él.
Por eso emerge un Tata auténtico, pincelado por ellos y otros casi 60 entrevistados que moldearán su esencia. La de líder siempre positivo, como en la jugosa anécdota de cuando Solari fue en busca de Diego Armando Maradona. O la del humilde capitán, como antes de salir a la cancha para el primer partido. La del talentoso vagoneta, ejemplificado en varias ocasiones junto a su amigo Osvaldo Cozzoni, como cuando se olvidó su inseparable radio en la pieza del hotel y, claro, por el juego de luz que aún genera la vieja visera del estadio del Parque que lleva, por eso mismo, su nombre. La de sus maestros, que no llegó a ser tanto el Loco Bielsa porque "debió llegar antes" en su carrera futbolística que se acercaba al ocaso, cuando le agregó esa entrega que no tuvo antes y no le hizo superar ese marca de "jugador de entrecasa", como se calificó. La de sus victorias, que llegaron después de la más dolorosa de las derrotas. El después de colgar la 8 entrega una saga de clarioscuros, mezclado en sus inicios como DT hasta con una casi ignota tarea de comentarista de radio. Fue un devenir de abajo hacia arriba que lo catapultó a ser un profesional más completo, que entregó al final picos tan increíbles como en sus inesperados arribos a Barcelona y a la selección nacional. Que fueron también los altos y bajos emocionales que sufrieron los autores del libro, que avanzaban en su obra al ritmo de la campaña del Tata en el club más importante del mundo y sabían que el gancho dependía de lo bien que le fuera. Por eso pasaron, como Martino, de la desazón por el fracaso y la sentencia del editor de "guardar el trabajo en un cajón hasta que reencause su carrera", hasta la euforia porque no sólo lo hizo demasiado pronto, sino en la misma selección argentina subcampeona del mundo que dejaba Alejandro Sabella. Sí. Para esta tarea colateral al fútbol, el resultado también fue lo más importante.
Fue el momento entonces de terminar todo el capítulo de la desazón catalana y de publicarlo. De dar a luz también al Tata de su niñez, el del dolor de crecer como si hubiera sido hijo único, el de un amor increíble con su esposa Angélica, de su competencia hasta con ella, el de sus compañeros del secundario como el reconocido periodista Carlos Del Frade, atento para enfocar sobre todo su rol social. El de sus gustos tuercas, devociones y prioridades que, pese a todo, no ubican al fútbol en primer lugar.
Debieron pasar muchas charlas, muchas llamadas para coordinarlas, mucho tiempo frente a la pantalla y una reeducación en el estilo para escribir en formato de libro, muy bien guiados por Rodolfo González Arzac, el editor. Con las dificultades de no contar las numerosas anécdotas del libro de boca del propio Martino, pero con la libertad de por eso mismo publicarlas sin ninguna sugerencia, y muy validadas por quienes lo vivieron in situ que, como se dijo, tuvieron un guiño del Tata para relatarlas.
Así "El Tata. De crack remolón a entrenador de selección" (Editorial Planeta) ya está en las librerías del país. Es la historia de lo que se vio, y sobre todo de lo que no, de uno de los deportistas más reconocidos que parió el fútbol de la ciudad y que, aunque a él no le parezca, era lógico que llegara a semejante portada, retratándolo desde otro lugar.
Por si hacía falta decirlo, al final de todo, en el agradecimiento de los autores, ella y él dejan en claro que el primer estímulo para escribir puede ser la fascinación que crea un personaje, ya sea porque sea admirado u odiado por la opinión popular. Y en este caso, más que por su relación con la pelota que edificó durante toda su vida, el kit motivacional de "El Tata" estuvo en cómo la rodeó. De eso dieron testimonio Vitantonio y Valenti en la última dedicatoria, luego de 240 páginas de atrapante lectura: "A Gerardo Martino, por sus valores".
Los autores
Lucas Vitantonio, (39 años)
* “Si el Tata no hubiera habilitado a algunos entrevistados, no había libro. El tiene un núcleo, tanto en la familia como en los amigos, que lo cuidan muy bien, que protegen su intimidad y tuvieron su guiño”.
* “La clave para hacer el libro y mantenernos firmes fue confiar en el personaje, sobre todo cuando ya era evidente que en Barcelona no le estaba yendo bien. Y se alinearon los planetas para publicarlo ahora, como le pasó al Tata, tanto para llegar a ese club como para arribar luego a la selección”.
* “Cuando iba a verlo a la cancha con los pibes de Renato, siempre me impresionó cómo podía resolver todo sin ponerse colorado ni parecer transpirado. La inteligencia de un jugador es su capacidad para resolver problemas y él lo hacía corriendo mucho menos que el resto, y obviamente mejor. Me parece que en su etapa última de Newell's como técnico, volvió a poner de moda en el país el fútbol ofensivo”.
* “Varios testimonios se emocionaron mucho mientras hablaban del Tata. Justo Villar fue uno de ellos, también Lucas Bernardi, que lo admiraba cuando era alcanzapelotas. Nos quedó claro en la mayoría de las entrevistas, que sobre todo les llegó al corazón”.
* “El libro genera satisfacción pero no es sólo el objeto que está en las librerías. El libro se completa sólo cuando llega al lector y éste descubre cosas o saca conclusiones. Es como una pelota, sólo tiene sentido cuando empieza a rodar”.
Vanesa Valenti, (30 años)
* “Cuando le propuse de hacer el libro (una amiga me impulsó) a Lucas, me miró con cara de chiste. Y más de una vez me dijo: "En qué quilombo me metiste?" Pero él tenía para dar su toque, porque jugó al fútbol y porque estuvo muy cerca del Newell's del Tata DT.
* “Hacer el libro fue también volver a lo más básico del periodismo, al trabajo de campo. Reconstruir su infancia nos obligó a recorrer muchos de los lugares que él transitó, a hablar hasta con los personajes más anónimos”.
* “El Tata es un predestinado. Su llegada a Barcelona y a la selección así lo demostraron. Muchas veces estuvo en el lugar justo, en el momento preciso. Algunas cosas no hubieran pasado si Newell's llegaba a la final de la Copa Libertadores 2013. El hubiera preferido ganarla a vivir lo que le tocó después”
* “De Martino siempre me impresionó su inteligencia. Cada vez que habla es digno de atención. No tiene discursos vacíos”.
* “Fue fuerte el momento de la entrega del libro, el del último material mandado para la edición. A esa altura ya habíamos pasado por todos los estadíos. Desde hinchar por el Barcelona como si fuese nuestro club de toda la vida hasta soñar con el Tata. Cosas curiosas que surgen cuando uno se mete en este tipo de proyectos".