El Senado aprobó la reforma política
Con menos pasión que en otras jornadas que dejaron marca en 2008, y en el año que termina, el
Senado transformó ayer en ley la reforma política impulsada por el oficialismo. Y con números
holgados, 42 a 24. Los tres senadores por Santa Fe, Carlos Reutemann, Roxana Latorre y Rubén
Giustiniani, votaron en forma negativa.
3 de diciembre 2009 · 01:00hs
Con menos pasión que en otras jornadas que dejaron marca en 2008, y en el año
que termina, el Senado transformó ayer en ley la reforma política impulsada por el oficialismo. Y
con números holgados, 42 a 24. Los tres senadores por Santa Fe, Carlos Reutemann, Roxana Latorre y
Rubén Giustiniani, votaron en forma negativa.
Establecer elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias para
regularizar el caótico sistema de partidos y fragmentos de partidos que hoy impera en el país, e
impedir que "un señor con mucho dinero empiece una campaña millonaria un año y medio antes, cuando
todavía las elecciones no tienen ni fecha" —en obvia referencia a Francisco de
Narváez—, fueron los argumentos principales con que el oficialismo defendió la nueva ley.
Cuestión de formas. Para la oposición, la negativa pasó más por las formas
—"apuro", "atropello", "falta de consenso"— que por los contenidos principales de la
nueva norma.
Tal vez por eso, pocos minutos antes de que el orador de cierre por el
oficialismo, Miguel Angel Pichetto, terminara su intervención, fue el jefe del bloque radical,
Gerardo Morales, quien le pidió una interrupción (el peronista se la concedió), y dijo: "Le ofrezco
mi compromiso y el de mi bloque, que si hoy postergamos la sanción, en la primera semana de abril
tratamos la ley y la consensuamos, incluso manteniendo el cuerpo principal". Por supuesto, se trató
de una retórica efectista de último momento que el jefe del bloque oficialista no aceptó. "Usted no
me puede garantizar esa votación en abril", le dijo, y tras cartón le pidió a Julio Cobos
—presidente del Senado— que habilite la votación.
La sanción de la reforma política, o "electoral", como prefieren nominarla
quienes la rechazaron buscando disminuir su estatus, tuvo una trayectoria en el Senado cargada de
paradojas. Por un lado, el oficialismo aceleró con todo en las últimas dos semanas —cuando
había anunciado que iba al Senado para marzo— y forzó la sanción con el aparente repudio de
todos los opositores y el costo político de actuar sin consenso. "La van a votar en soledad",
anticipó el rosarino Rubén Giustiniani, una hora de que se bajaran los votos. Sin embargo, 42 a 24
no lució a "soledad".
Por lo demás, la reforma hecha "a la medida de las necesidades de Néstor
Kirchner", según argumentaron en especial desde el radicalismo, lo coloca al ex presidente, en
tanto candidato en 2011, en la obligación de atravesar dos elecciones nacionales a padrón general,
obligatorias. ¿Puede un candidato supuestamente enemistado con las grandes mayorías salir airoso de
esas dos durísimas pruebas?, imposible. Esa convicción verdadera —distinta a la que
exclama—, explica, en parte, la serenidad del radicalismo ante la nueva derrota de ayer en el
Senado.
Distinta, y tal vez más rotundamente opositoras, fueron las posiciones
expresadas por senadores de bloques más chicos, como el de Adolfo Rodríguez Saá o el mismo
Giustiniani, quien continuará al frente de su monobloque por otros seis años, a partir de marzo. El
Adolfo explicó con buen grado de detalle, y fue creíble, todas las peripecias que viene padeciendo
en la provincia de Buenos Aires cuando intenta colocar sus boletas en los cuartos oscuros del
conurbano (y que son similares a las que sufren sus opositores en la provincia de San Luis). Por
eso casi rogó por la implementación de la boleta única, que no está contemplada en la nueva
ley.