Ni el blanqueo de capitales ni el dólar blue. Las paritarias, con techos y todo, llegaron como la caballería para darle un poco de oxígeno a la alicaída actividad económica. Los aumentos salariales de los grandes gremios privados completan la segunda ronda de negociación salarial del año y deberían comenzar a apuntalar el consumo a partir de junio, siempre y cuando la voracidad remarcadora no fagocite esa mejora convirtiéndola en inflación.
Las negociaciones salariales de 2013 se cerraron con demoras y como un juego de ajedrez en el contexto de una política económica que, por segundo año consecutivo, apostó al ajuste del sueldo como ancla antiinflacionaria.
Como se advirtió desde un principio, el gobierno nacional jugó el techo máximo del 20 por ciento para llevar los aumentos nominales a un terreno de entre 23 por ciento y 25 por ciento, un nivel similar al de 2012.
Con el impuesto a las ganancias de por medio, la recuperación del salario dejó de tener el ritmo que en otros momentos le imprimió a la economía de la posconvertibilidad. Así y todo, las paritarias están entre las pocas herramientas que en estos tiempos de ajustes, vocación dolarizadoras y expectativas suicidas, mueven el amperímetro de un consumo que arrancó en baja en la primera parte del año, como lo muestran las estadísticas de Came sobre ventas minoristas.
La menor actividad económica, los aumentos tarifarios e impositivos en los distintos niveles del Estado, la ofensiva dolarizadora y la economía de la catástrofe que propala la histeria mediática, y el congelamiento de precios dictado en febrero por el secretario de Comercio Interior, pusieron algo de freno a los precios en los primeros meses de 2013. La semana que pasó, el mismo IPC Congreso, que sintetiza las mediciones de inflación de las consultoras privadas, registró esa desaceleración.
Sólo un grupo de los trabajadores formales pudo aprovechar "la barata". Son los estatales de provincias y municipios o los privados que pactaron acuerdos en el primer trimestre. La nueva tanda llega cuando la tregua de precios se descongela, al punto que el mismo Moreno la trocará por un listado de precios para un conjunto de productos que con suerte se conseguirán en los grandes súper de Buenos Aires. Quedará en manos de las organizaciones de trabajadores, o de la responsabilidad empresaria, militar una actitud racional que no frustre por precios el aumento en las cantidades vendidas que se podría dar si se respeta el poder adquisitivo de los incrementos salariales.
No es fácil avizorar esta posibilidad en un escenario dominado por parte de agentes económicos hipersensibilizados políticamente, que suben precios por las dudas, compran dólares por las dudas o viajan al exterior porque no pueden comprar divisas para atesorar. Actores de mercado que contestan con el corazón, con el corazón lleno de bronca, los regalos que en los últimos diez años el gobierno les dio con el bolsillo.
En un modelo que, aun con sus límites cada vez más claros, se apoyó en la recuperación del empleo, las paritarias constituyen una institución cuya reparación puede atribuirse sin mayor competencia al kirchnerismo. En mayor medida que otras políticas reparadoras alumbradas como un imperativo luego de la crisis de 2001.
El estímulo a la gimnasia de negociación, aun cuando esté acompañado de un estricto control, es una de las opciones que otro conductor político que hubiera sabido ofrecer respuesta a la crisis de gobernabilidad de principios de siglo, muy probablemente hubiera subutilizado.
No hay mucho lugar en la agenda mediática y política para esta institución que le da a la economía una racionalidad que no abunda en el amasijo de operaciones, miedos y ambiciones que alimentan la cotización del dólar paralelo. Involucra esa institución a un colectivo económico y político, el de los trabajadores que recuperaron su empleo en la última década, que probablemente exhiba menos variabilidad en la reacción a los estímulos que le lleguen desde el poder. Dicho de otra forma, en un año electoral: ¿cuánto se multiplica políticamente un punto más de aumento o un punto menos de Ganancias en el bolsillo de los trabajadores, en comparación con el efecto del blanqueo en el colchón de los especuladores?
Paritarias de por medio, la semana que pasó le dio respiro al equipo económico, luego de los fatídicos días en que el mercado negro de divisas tocó la marca psicológica de los 10 pesos. Financieramente, incluso, la acción coordinada de distintas instancias estatales, sumadas a la liquidación de las agrodivisas, le permitió al gobierno salir de las cuerdas. La próxima convocatoria al Consejo del Salario Mímino y el anuncio del segundo aumento anual de jubilaciones, que marca la ley, aportarán lo suyo al segundo semestre.
La pelea es más larga y el horizonte está lejos de despejarse. Entre otras cosas, como consecuencia de las propias decisiones oficiales. Ejemplo claro, la timidez con la que arrancó la siembra de trigo y las decisiones de inversión de cara a la próxima campaña en el campo. Pero del round de la última semana salió airoso, gracias a las paritarias y los aliados de siempre.