Sin salida. Perdido en el campeonato. Así parece estar Newell’s en este laberinto en el que se encuentra encerrado. Otra vez fue golpeado para que permanezca hundido en el fondo de la tabla de posiciones. Y esta vez fue Banfield el que profundizó la crisis futbolística y motivó que un grupo de hinchas de nuevo pusiera el grito en el cielo reclamando buenos resultados, algo que no se consigue hace más de dos meses. Preocupación, una palabra que cada vez suena con mayor intensidad en el Parque porque las respuestas no aparecen y ya no es cuestión de técnico. Sensini se fue y ayer debutó Torrente, pero nada cambió. La cuestión está en el funcionamiento individual de los protagonistas, que no logran la levantada necesaria para salir del pozo en el que están inmerso.
El partido en sí fue soporífero. De flojo nivel técnico, enredado, desordenado. Con un Newell’s armado desde atrás hacia adelante pensando primero en cerrar su arco para después lanzar algún golpe certero. El problema es que no lastima, no hiere. Y tampoco tiene el juego que se necesita para elaborar una jugada punzante, quizás por la falta de un conductor definido. Dolci por momentos tenía el control de la pelota y a pesar de que no entra en la gente, lo cierto es que a veces —muchas— no tenía con quien descargar.
Esta vez Newell’s no arrancó abajo de entrada porque Peratta le sacó el gol a Ferreyra a los 2’, lo que se hubiese repetido la película Clausura 2011. Trató de dar batalla en el mediocampo, lejos del arco del 22 leproso y acercarse a Bologna con Sperduti transitando el sector derecho y Camacho el izquierdo. Recién lo logró a los 33’ cuando el paraguayo metió un centro bajo, el Gordo la punteó y el uno del Taladro se quedó con la bocha.
Lo importante era no perder. La consigna primaria para este arranque de un nuevo ciclo. Pero este Newell’s viene a los tumbos y sólo habían pasado una docena de minutos cuando Achucarro no perdonó —más allá de que después pidió perdón de cara a los hinchas— y sentenció a Peratta. Ahí arrancó un nuevo Vía Crucis leproso, donde se mezclaron las ganas de revertir el resultado con el nerviosismo por la presión que metía la gente. El “ñubel ponga huevo” acompañó el transitar del equipo hasta el destino final, que sólo desapareció cuando Cichero la cabeceó al gol pero la jugada fue anulada por posición prohibida.
Newell’s cambió de mando, pero adentro nada se modificó. No es responsabilidad del cuerpo técnico, que sólo trabajó un puñado de días y los resultados no pueden ser mágicos. Hace falta tiempo y una levantada general en los rendimientos de los jugadores. Era necesario encontrar el camino de la resurrección futbolística, pero la Lepra otra vez perdió y sigue en su Vía Crucis, hundido en el fondo de la tabla.
Nueve sin ganar
Newell’s sigue con la mala racha y con la derrota de ayer estiró a nueve los partidos sin ganar. La última vez fue frente a Lanús, cuando lo venció en el Coloso por 2 a 1. La Lepra arrastra dos empates y siete derrotas, datos certeros que marcan el flojo andar del equipo. En números, de los últimos 27 puntos en disputa sólo consiguió dos. Una dura tarea por delante tiene el nuevo entrenador leproso, Javier Torrente.