Poco antes de la medianoche vuelve a ocurrir: un grupo de manifestantes, en parte encapuchados, se deslizan rápidamente entre la multitud y los periodistas los siguen. Las fuerzas de la policía pisan fuerte sobre el asfalto, levantan sus escudos protectores y sacan los bastones. Un agente blanco dirige su rifle semiautomático contra un hombre negro que mira en dirección al arma con los brazos en alto. Ha llegado la noche en Ferguson, comunidad de Missouri que desde hace once días protesta por la muerte de un joven negro a manos de un policía blanco. Las luces de las cámaras le dan en el rostro al policía, que se ve rodeado de repente de manifestantes, curiosos y periodistas. Entonces dirige su arma rápidamente de izquierda a derecha contra una decena de personas que no participan en las protestas, mientras las cámaras lo graban todo. Y justo cuando se teme lo peor, ocurre algo extraordinario: un segundo policía le baja el arma y aparta al agente rodeado. Y en un instante el grupo se disuelve.