Para el presidente Barack Obama el resultado de las batallas fiscales de esta semana podría tener amplias repercusiones en la paralizada agenda de su segundo mandato.
Para el presidente Barack Obama el resultado de las batallas fiscales de esta semana podría tener amplias repercusiones en la paralizada agenda de su segundo mandato.
Un acuerdo favorable a la Casa Blanca que ponga fin al cierre del gobierno y eleve el límite de deuda podría dar a Obama una oportunidad para marginar a los legisladores del Tea Party. Pero si para este jueves no se logra un acuerdo sobre el techo de deuda, Obama será el primer presidente en gobernar bajo default, una dudosa distinción con potenciales consecuencias desastrosas que podrían consumir a la Casa Blanca en el futuro inmediato.
Otra opción, tal vez más probable, es que el mandatario termine firmando leyes de corto plazo que mantengan a Washington en un ciclo sin fin de batallas presupuestarias. Eso significará que los temas fiscales seguirán consumiendo su oxígeno mientras ya está comenzando a ver que se cierra su ventana para aprobar leyes importantes. Su propuesta para endurecer las leyes de control de armas colapsó en el Senado. La reforma migratoria pasó en el Senado, pero se estancó en la Cámara baja. Por otra parte, no hay avance legislativo en otros temas que Obama prometió abordar en su segundo mandato, como extender la educación infantil y elevar el salario mínimo.
Pero los pasos en falso de los republicanos durante la batalla presupuestaria han ayudado a Obama a recuperarse. Las encuestas muestran que los republicanos llevan la peor parte. Una nueva encuesta de Washington Post-ABC News conocida ayer mostró que el 74 por ciento desaprueba la forma en que los republicanos han manejado el tema, en comparación con el 53 por ciento que desaprueba la gestión de Obama en esta materia.
Por Martín Stoianovich