El salto evolutivo que propone “El planeta de los simios” dejaría con la boca abierta al mismísimo Darwin. Es como “el reino del revés” de la Walsh, como si el Gato de “Alicia en el país...” se adueñara del mundo. La historia simiesca nació de la pluma del francés Pierre Boulle en 1963 en forma de novela; su mayor éxito había sido “El puente sobre el río Kwai”. Lo cierto es que “El planeta...” fue llevada al cine por Franklin Schaffner en el mismo año en que Stanley Kubrick estrenada su épica “2001: una odisea en el espacio”. En las dos películas aparecen monos buscando su lugar en el planeta y naves espaciales aterrizando, aunque los filmes parten de intenciones bien diferentes: la de Kubrick es más bien una reflexión existencialista y la de Schaffner parece una especulación extravagante sobre la naturaleza humana mezclada con una simple historia de aventuras. Entre los tantísimos monos que poblaron la pantalla grande, desde King Kong al Mono Jack de “Piratas en el Caribe” pasando por la legendaria Cheeta, a mí me siguen conmoviendo el monito flaco y medio histérico de “2001” que quizá nadie lo recuerde por su nombre pero sí por haber protagonizado una de las escenas más recordadas del cine, la cual muestra la evolución del hombre. También mi corazón está partido por Ari, la chimpancé Helena Bonham Carter en “El planeta...” de Tim Burton, que ayuda al astronauta a dirigir la rebelión... Tierna y traidora.