La obra “El Príncipe (memorias cebadas)” sube a escena este domingo, a las 21, en Espacio Bravo (Catamarca 3624). Con la actuación de Eliza De Pedro, Yanina Sawicz y Juan José Scaglia, la pieza es un espectáculo del grupo local El Refugio Teatro escrito y dirigido por Federico Cuello, quien además es miembro fundador del grupo. El trabajo se verá también el 27 febrero en Espacio Bravo para luego, los viernes de marzo, presentarse en El Rayo Misterioso (Salta 2991).
Según relata Cuello, escribió el texto durante los tiempos de aislamiento obligatorio bajo las influencias de Antoine de Saint-Exupéry, Maquiavelo. El resultado final constituye “una descarga de la vida de una persona trabajadora que ha sido golpeada, desde su mas tierna edad, por el coletazo de la última la ultima dictadura cívico-eclesiástico-militar”.
“Esta es la historia de una joven militante que debe correr y esconderse constantemente por el entorno político de mediados de los 70. No quisiéramos ahondar aquí para no caer en el relato demagógico, ni romantizar una historia injusta y sobrecargada de temor, pero nos parece sensato aclarar desde donde nace esta propuesta artística”, indica el autor.
“Por mas que estas historias las hayamos escuchado y visto mucho, hasta el punto de que una propuesta sobre desaparecidos y la dictadura al día de hoy puede sonar trillada, el espectáculo no se centra en el hecho de la desaparición física de una persona, sino que se pone el foco en la vida de quienes quedan y cómo se desarrolla la vida bajo el cercenamiento de la familia que nos toca y hacen lo que pueden o lo que les sale con la vara de la religión, la sexualidad, los ataques de pánico y la mentira para sobrevivir”, explicó.
En ese contexto, la obra tiene como personajes centrales a dos mujeres, Lila y Elizabeth, que tienen bajo su cuidado a Pablo, “un muchacho con un trastorno de personalidad que tiene como síntoma principal el delirio de creer que viene de un planeta diminuto al que tiene que regresar, además de una alteración mental condimentada con una gran excitación e intranquilidad que inevitablemente termina intranquilizando a sus cuidadoras”, señaló el autor de la pieza.