El primer caso rosarino y el uso de DDT

En la reseña histórica realizada por el infectólogo y titular del servicio de Zoonosis del Hospital Muñiz (ciudad de Buenos Aires), Alfredo Seijo, no sólo se da cuenta de que en 1916 se produjo en Corrientes y Entre Ríos el primer brote de dengue conocido en el país e introducido desde Paraguay, sino que aparece el primer dato de la enfermedad en conexión con Rosario. "En esa oportunidad no se produjeron casos en la ciudad de Buenos Aires, pero existe una referencia del Dr. Fonso Gandolfo en su tratado de infectología sobre un soldado de Rosario que fue internado en el Hospital Muñiz por dengue", se lee en el trabajo.

En diálogo con LaCapital, Seijo también echó una mirada pretérita hacia la década del 50, momento en que se realizó una campaña de diez años (1953/1964) contra el Aedes aegypti en el país. "No fue por motivo del dengue sino por la epidemia de fiebre amarilla, enfermedad que ya había matado a 14 mil personas en Buenos Aires cuando en 1871 la población era de 200 mil habitantes. Ante el rebrote en los 50, se realiza un trabajo muy eficaz por varias razones: una fue la verticalidad del diseño y control de las acciones y la otra acción positiva fue el uso del DDT (insecticida científicamente conocido como dicloro-difenil-tricloroetano), de gran poder residual y que permitió salvar miles de vidas".

—Pero el DDT se prohibió en los 70.

—Sí, se lo prohibió por sus efectos en los ecosistemas, pero en realidad cuando hubo uso racional nunca se produjeron casos de intoxicación directa al ser humano. Creo que si la situación se escapa de las manos y no hay otra alternativa, si no hay nuevos insecticidas o si los costos de la enfermedad y campañas contra el Aedes siguen tan altos e inefectivos, hay que volver a discutir su uso.

—¿Usted cree que el dengue se está "escapando de las manos"?

—Creo que estamos esperando demasiado que Dios sea argentino y nos mande el frío.