El fútbol tiene sus laberintos. La llegada a primera división no siempre ofrece escenarios sencillos y despejados. Cada jugador encierra su propia historia y cada irrupción guarda deseos y decepciones que finalmente consiguen el ansiado estreno. Leandro Figueroa es un pibe de 21 años que se puede catalogar como un producto genuino de la cantera leprosa. Fue el centrodelantero que había apuntado el técnico Gustavo Raggio en la pretemporada como una de las primeras alternativas ante la lesión de Ezequiel Ponce. Luego apareció la repatriación de Ignacio Scocco y lo eclipsó. Más tarde, ante la baja obligada de Nacho, surgió la figura de Francisco Fydriszewski, un atacante de otras características que venía remando desde atrás y le ganó la pulseada. Después, el entrenador optó por desplazar a Maxi Rodríguez y usarlo como principal referencia de ataque. Figueroa nunca bajó los brazos y esperó su chance, sin apelar a reclamos ni a las estridencias.