Newell’s cerró el torneo Final a pura alegría y una merecida fiesta. El partido fue una excusa para todo lo que se vivió antes, durante y, sobre todo, después del choque con Argentinos Juniors. Fue derrota que sirvió de mucho para la visita, pero que no incidió en nada para el anfitrión y que pocos leprosos prestaron atención. Tampoco recordarán, sí el evento. Todo estuvo centrado en la fiesta con un Bernardi conducción, tanto dentro como fuera de la cancha. Un showman, un verdadero conductor que movilizó a la masa rojinegra en un día donde la mesa se sirvió desde muy temprano para brindar por el título 2013. Que duró una eternidad y se festejó en el Coloso, Monumento y en cada rincón de la ciudad.
La atención estaba en otra cosa. En la celebración, el marco imponente y los mimos recibidos por la gente. El partido, a esta altura, era uno más porque el objetivo estaba cumplido. De hecho, el Tata Martino guardó a algunos jugadores principales para lo que se viene. Claro que para Argentinos era diametralmente opuesto. Estaba en disputa la permanencia. Newell’s se despedía del campeonato a pura fiesta en su casa. Y había una relajación lógica y entendible después de que se consumara la consagración a mitad de semana.
La Lepra jugó con una tranquilidad que hacía mucho no tenía. Había afrontado partidos decisivos y de una adrenalina tremenda. Ayer se permitió hacerlo sin la presión que los futbolistas tuvieron que soportar a lo largo del semestre. Tuvieron su día permitido, ya que
después llegarán otra vez las exigencias en duelos intensos frente a Vélez, en la Gran Final, y los dos choques ante Atlético Mineiro por la Copa Libertadores.
“Es un partido sin nervios”, tiró una fanática enfundada con campera roja y pulóver negro, los colores con los que se pintó el Coloso en una jornada que convocó a 40.000 personas. Es que en la primera mitad sólo hubo dos acciones que generaron algo de atención. Un remate de Cáceres que cruzó todo el frente del arco y la más clara de esos 45’ estuvo a favor del Bicho cuando Casco quiso bajar la bocha en la puerta del área, lo hizo mal y Gómez, solito, la tiró afuera para que Caruso se arrancara los pelos en el banco.
Pocas imágenes destacables entregaba el juego. La fiesta estaba afuera de la cancha. A ningún rojinegro (o quizás a pocos) le importaba el partido, donde las emociones escaseaban y eran contadas con cuentagotas. A tal punto que el andar de una rubia por la platea Martino acaparó la atención, mientras en ese instante Gómez desperdiciaba otra chance clarita.
Newell’s esperaba el final para dar la vuelta olímpica y Argentinos consumía sus nervios de permanencia. Y, cuando podía o animaba, buscaba el gol de la salvación. Guzmán le tapó la más clara a Anangonó y a cuatro del final apareció el testazo de Hernández para sellar la permanencia en primera. Ñuls buscó la reacción y Muñoz estampó la pelota en el travesaño.
La imagen del final entregó dos festejos. Argentinos porque se quedó en primera, pero la Lepra desató el delirio para celebrar un nuevo título. El que mezcló orgullo con gloria para que eso diera como resultado: Newell’s campeón 2013.