El papa Francisco “encomendó con esperanza” a Dios el acuerdo nuclear entre las potencias globales e Irán firmado en Suiza el 2 de abril “para que sea un paso definitivo hacia un mundo más seguro y fraterno”.
“Encomendemos con esperanza al Señor misericordioso el acuerdo alcanzado en estos días en Lausana, para que sea un paso definitivo hacia un mundo más seguro y fraterno”, dijo Francisco en la tradicional bendición Urbi et Orbi del domingo de Pascua, impartida desde el balcón principal de la Basílica de San Pedro.
El obispo de Roma pidió para Siria e Irak e hizo un llamamiento a la comunidad internacional a fin que “no se quede inerte frente a la inmensa tragedia humanitaria” y ante “el drama de los números refugiados”. Pero el Papa señaló con vehemencia la persecución que sufren los cristianos en países islámicos, o de fuerte presencia islámica, y citó la matanza de Kenia, entre otros conflictos en curso. Además oró por Israel y Palestina, Libia, Yemen, Nigeria, Sudán, la República Democrática del Congo y Ucrania, todas naciones afligidas por conflictos armado. Millones de fieles en todo el mundo siguieron la bendición Urbi et Orbi, “a la ciudad de Roma y el mundo”, por televisión e internet. Se trata del evento principal de la festividad de Semana Santa en Roma.
Esta tercera Pascua que celebra Francisco desde su elección en marzo de 2013 está ensombrecida por la masacre de los yihadistas somalíes contra estudiantes cristianos en Kenia, que el jueves dejó 148 muertos (ver página 31). El Papa argentino también exhortó a la comunidad internacional a que “no permanezca inerte ante la inmensa tragedia humanitaria” en Siria e Irak y “el drama de tantos refugiados”. Que “cese el fragor de las armas y se restablezca una buena convivencia entre los diferentes grupos que conforman estos amados países”.
Perseguidos. Aunque no se refirió directamente a las persecuciones de los islamistas contra los cristianos, el papa pidió a Jesús “que alivie el sufrimiento de tantos hermanos nuestros perseguidos a causa de su nombre”. También llamó a acabar “con el absurdo derramamiento de sangre” en Libia y pidió que en Yemen “prevalezca una voluntad común de pacificación, por el bien de toda la población”. En Yemen hay en curso una guerra entre sunitas y shiítas, cada uno con el apoyo de las respectivas potencias regionales de esas dos ramas del islam, Arabia Saudita e Irán.
Solo tras enumerar estas tragedias, el Papa destacó un motivo de “esperanza” al referirse al acuerdo marco concluido el 2 de abril en Lausana, Suiza, entre Irán y las grandes potencias sobre el programa nuclear de Teherán. Deseó que sea “un paso definitivo hacia un mundo más seguro y fraterno”. Francisco no citó a su continente, América Latina, pero sí pidió “paz y libertad para las víctimas de los traficantes de droga” y destacó que “a menudo están vinculados a los poderes” locales.