La Habana.- El Papa Benedicto XVI concluyó ayer su visita de tres días a Cuba con un duro mensaje y una reunión con el histórico líder Fidel Castro. Durante una multitudinaria misa en la Plaza de la Revolución de La Habana, el pontífice arremetió contra los que tratan de imponer su verdad a los demás, en una clara alusión a los regímenes totalitarios. También pidió que no se limiten las libertades fundamentales de las personas.
Fidel Castro se reunió con Benedicto en la nunciatura apostólica de La Habana durante una media hora, y le presentó a su compañera sentimental Dalia Soto y a dos de sus hijos.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, comentó que fue un encuentro "sereno y cordial", en el que conversaron sobre la visita papal, la liturgia de la Iglesia, la situación económica y los problemas ecológicos. También bromearon sobre su edad. Castro tiene 85 años y el pontífice 84. El Papa, según Lombardi, dijo: "Soy anciano, pero puedo todavía realizar mi deber". Fidel también le pidió libros al Papa para sus "reflexiones", escritos que aparecen esporádicamente en la prensa oficial cubana.
Muchas preguntas. Lombardi reveló que el líder cubano acribilló a preguntas a Su Santidad. La primera pregunta fue: "¿Qué hace un Papa?". Entonces el pontífice le comentó sobre los problemas que enfrenta a diario, como la relación entre la fe y la razón, la libertad y la responsabilidad.
Castro había anticipado que saludaría a Benedicto "gustosamente", como hizo hace 14 años con su predecesor, el fallecido Juan Pablo II, un encuentro que puso fin a las hostilidades entre la Iglesia y las autoridades comunistas.
Horas antes, en la Plaza de la Revolución, las palabras del Papa se constituyeron en un inédito y duro mensaje político para el gobierno que preside el hermano de Fidel, Raúl Castro. Allí el pontífice ofreció una misa a la que asistieron unas 300.000 personas, según Lombardi. De acuerdo a cálculos oficiales, la plaza tiene capacidad para 600.000 personas.
"Fanatismo". "Cuba y el mundo necesitan cambios", aseguró Benedicto, tras hablar de la necesidad de "una auténtica transformación social" y de la "reconciliación".
"La verdad es un anhelo del ser humano y buscarla siempre supone un ejercicio de auténtica libertad", señaló el Papa. "Hay personas que interpretan mal esta búsqueda de la verdad, llevándolos a la irracionalidad y al fanatismo, encerrándose en «su verdad» e intentando imponerla a los demás", sostuvo. "Sin embargo, quien actúa irracionalmente no puede llegar a ser discípulo de Jesús", agregó. Raúl Castro y varios de sus ministros escuchaban la homilía sentados en primera fila.
Aunque el pontífice no mencionó al gobierno por su nombre, sus comentarios constituyeron una crítica inequívoca a la realidad cubana, dijo el reverendo Joseph Fessio, un ex alumno de Benedicto XVI. Como su editor en EEUU, Fessio conoce muy bien el mensaje del Papa y cómo lo transmite. "¿Es que nadie en Cuba sabe cómo las palabras en sí mismas condenan su realidad?", dijo Fessio en declaraciones a la agencia Associated Press.
Difícil de entender. Sin embargo, se desconoce cuánto del mensaje papal resonó entre los cubanos de pie en la plaza o aquellos que lo escucharon en la televisión estatal. En la multitud había problemas para escuchar la voz del Papa a través de los altavoces, y otros dijeron que era difícil entender el denso mensaje bíblico pronunciado por el pontífice con una voz suave.
En el aeropuerto de La Habana, justo antes de marcharse, Benedicto XVI instó a que nadie quede al margen de la consolidación de una sociedad más amplia por tener sus libertades fundamentales limitadas, al tiempo que volvió a criticar el embargo de más de cinco décadas de EEUU contra la isla.
"Que nadie se vea impedido de sumarse a esta apasionante tarea (de cimentar una sociedad reconciliada) por la limitación de sus libertades fundamentales, ni eximido de ella por carencia de recursos materiales", indicó el Papa. "Esta situación se ve agravada cuando medidas económicas restrictivas impuestas desde fuera del país pesan negativamente sobre la población", agregó.
A continuación, Raúl Castro aseguró que su país busca la "normalización plena" de las relaciones con el exilio cubano. "Hemos realizado prolongados esfuerzos hacia la normalización plena de las relaciones de Cuba con su emigración, que siente amor por la patria y por sus familias", señaló Castro en el aeropuerto José Martí, donde despidió a Benedicto.
Denuncian un “aumento del acoso” contra disidentes
Londres.— Amnistía Internacional (AI) denunció ayer un “aumento del acoso” contra la disidencia cubana para impedir que proteste durante la visita del Papa Benedicto XVI a la isla, y le pidió al jefe de la Iglesia Católica que durante su último día de visita a la Mayor de las Antillas condene la falta de libertades.
Según AI, los activistas de los derechos humanos sufrieron un “incremento del acoso en un intento de silenciarlos durante la visita del Papa”, con un “aumento de los arrestos” y la desconexión de los teléfonos de disidentes al menos desde el lunes, entre ellos el del portavoz de la ilegal pero tolerada Comisión Cubana de Derechos Humanos, Elizardo Sánchez.
Además, las casas de algunos de los opositores fueron rodeadas “para impedirles que denuncien abusos durante la gira del Papa”, agregó la organización.
Un claro desprecio. “El bloqueo de las comunicaciones y la detención de más de 150 opositores políticos es un ejemplo más de cómo las autoridades de Cuba desprecian totalmente los derechos humanos”, denunció el asesor especial de AI Javier Zúñiga.
“En vista de esta situación, que contradice su llamamiento a una sociedad más abierta en Cuba, el Papa debería tomar posición y prestarle su voz a aquellos que han sido silenciados”, demandó el experto.
Ayer, durante la misa del pontífice en La Habana, un hombre fue arrestado por personas vestidas de civil después de gritar: “¡Papa no te vayas hasta que no se caiga el comunismo!”. No está claro quién es ni adónde fue llevado. Este incidente fue similar a otro ocurrido durante la misa del Papa en Santiago de Cuba, el lunes, cuando un hombre gritó consignas en contra el gobierno antes de que fuera llevado por varios hombres. También se desconoce su identidad y paradero.
La Iglesia y Cuba, un particular intercambio de crípticos mensajes
La Habana. — La “verdad” no debe intentar “imponerse” a los demás, dijo ayer el Papa, y para muchos observadores pareció claro que se trató de un mensaje velado al gobierno cubano. Pese a los habituales códigos diplomáticos y las usuales “parábolas” en el lenguaje eclesiástico, los mensajes mutuos parecen especialmente crípticos en el caso de la visita de Benedicto a Cuba, tanto por parte del Vaticano como de La Habana.
Gobernada desde hace más de medio siglo por un régimen comunista, la isla es uno de los países que más crítica mundial genera por la situación de la oposición interna. Y el gobierno cubano reacciona con especial vehemencia a lo que considera injerencias en asuntos internos. En ese contexto, la Iglesia subraya siempre el carácter pastoral de sus mensajes pese a las connotaciones políticas. Cuba, por su parte, ha resaltado su afecto y respeto por el Papa. Los mensajes mutuos, no obstante, circulan por otros canales. La verdad “siempre supone un ejercicio de auténtica libertad”, señaló ayer Benedicto ante el presidente Raúl Castro y miles de feligreses reunidos en la emblemática Plaza de la Revolución.
Sobre todo desde la visita de Juan Pablo II y su pedido de que “Cuba se abra al mundo” en 1998, las palabras de un Papa son seguidas con especial interés tanto dentro como fuera de la isla. El propio gobierno castrista había emitido también señales aparentemente inequívocas en dirección al pontífice y la Iglesia Católica. Después de que Benedicto criticara el marxismo antes de llegar a la isla, tanto Raúl Castro como altos cargos del gobierno dejaron claro que Cuba no tiene pensado renunciar a su modelo social.
El pueblo cubano ejerce un “legítimo derecho” cuando sigue su “propio camino”, señaló Castro en su discurso de bienvenida al pontífice en Santiago de Cuba, en el que también se quejó de las frecuentes “calumnias” internacionales contra su país. En el avión que lo llevaba a México el viernes, el Papa criticó el modelo marxista de la isla y ofreció apoyo de la Iglesia para buscar nuevos modelos, sin “traumas” y a través del “diálogo”.
El inicio de la visita de Benedicto a Cuba el lunes marcó en cambio la fase de mensajes más sutiles. Después de las palabras de Raúl Castro, centradas en especial en criticar el embargo estadounidense, un alto funcionario del régimen aseguró que no habría reformas políticas.
El Papa había despertado expectativas en diversos sectores sociales y en el propio gobierno. Sobre todo la disidencia interna y el exilio cubano esperaban que Benedicto impulsara un proceso de apertura en la isla, mientras el gobierno quería que el pontífice criticara con dureza el embargo, como hizo Juan Pablo II hace 14 años. Mientras ambas partes destacan las buenas relaciones bilaterales, habrá que esperar aún para ver si los mensajes lanzados tanto por el Vaticano como La Habana tienen una repercusión concreta. l