El fin de ciclo que muchos auguran para los diez años de gobiernos kirchneristas es objeto de análisis y previsiones por parte de muchos economistas, entre los cuales figura Juan José Llach.
El fin de ciclo que muchos auguran para los diez años de gobiernos kirchneristas es objeto de análisis y previsiones por parte de muchos economistas, entre los cuales figura Juan José Llach.
Para el ex funcionario de los gobiernos de Carlos Menem y Fernando de la Rúa, la última década deja una serie de problemas que sintetizó en un trilogía conceptual: tipo de cambio, gasto público y distorsión en precios y tarifas.
“Son problemones, pero ninguno es inmanejable ni creo que vayamos hacia una crisis como el Rodrigazo, la híper o el corralito”, aseguró durante su paso por la ciudad, adonde llegó de la mano de la Fundación Apertura.
Alertas. Para el economista, una de las claves que puede llegar a explicar la crisis del modelo kirchnerista es el nivel de las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA), ya que si bien desde el gobierno se intentó frenar el drenaje de divisas con el cepo cambiario “los dólares del Banco Central no paran de bajar”.
“Ninguno de los dispositivos pensados funcionaron”, dijo, para alertar respecto a los vencimientos del año próximo, cuando el país tendrá que desembolsar unos 11 mil millones de dólares para pagos de la deuda.
Desde su visión, el nivel crítico de reservas aparecerá cuando el monto atesorado caiga por debajo de los 30 mil millones, hacia mediados del año que viene: “ahí entraremos en zona de peligro”.
Respecto a la posibilidad de que la presidenta Cristina Fernández tome medidas para reorientar el rumbo económico en algunos de los aspectos considerados como centrales (restricción a las importaciones y mercado cambiario), Llach estimó que “no cree” que esto ocurra.
“Un mercado de cambio libre podría calmar al mercado informal, pero no creo que haya variantes ya que Kicillof (el viceministro de Economía) piensa en 30 tipos de cambio diferentes”, dijo.
También denunció que “todavía persiste un impuesto a la entrada de capitales, algo absurdo”, y dijo que si bien puede llegar a haber algunos cambios en la parte comerial, “va a ser muy difícil que eso ocura en el plano cambiario”.
“Si no hay cambios para facilitar la entrada de divisas, la tensión permanente que existe en la brecha cambiaria va a persistir”, subrayó.
En ese punto explicó que, paradójicamente, esa misma brecha funcionó como “un gran factor de reactivación” al empujar durante los últimos años el consumo mediano que se traduce sobre todo en autos, ladrillos y artículos para el hogar.
Para el año que viene, el ex funcionario de las administraciones de Carlos Menem y Fernando de la Rúa vaticinó un menor crecimiento de la economía “si no se hace nada”, aunque si los resultados de las elecciones legislativas vienen con variantes bajo el brazo se podría crecer entre un 3 y un 3,5%, dijo.
“La economía está en el jardín de los senderos que se bifurcan, o se vuelve transitable o se complica cada vez más”, afirmó, para agregar que el gobierno también enfrenta la presión de los propios intendentes y gobernadores del justicialismo “para parar la mano” ya que precisan “que la economía funcione bien”.
Escenarios. Desde la visión del economista y sociólogo existen al menos tres grandes problemas que condicionan la supervivencia del modelo tal como existe hasta el día de hoy: el cambiario, el fiscal, y la distorsión en precios y tarifas: “Son tres problemones, aunque todavía son manejables”.
De forma concluyente, Llach aseveró que desde 2011 a esta parte fracasaron todas las herramientas oficiales para enmendar los problemas económicos: “Fracasó todo, el cepo, los controles de precios, el blanqueo, y la Supercard”.
Por eso se mostró convencido de que cualquiera sea el nuevo presidente de la Nación a partir de 2015 habrá cambios en el modelo, aunque desestimó que se trate de planteos radicalmente diferentes a los de los últimos diez años: “Habrá cambios de orientación de 45 grados, no de 90 ni de 180”.
En este nuevo escenario, los cambios de políticas serán graduales, y tendrán que ver con correcciones a las retenciones al agro, a las restricciones a las importaciones, a la distorsión de los precios relativos. “Estaremos ante un regreso al vecindario sensato, con un plan económico parecido a lo que —con matices— hacen Brasil, Uruguay o Chile”, dijo, para agregar que lo esperable es un retorno “a la racionalidad económica”.
En ese punto llamó a una corrección de los precios relativos acompañado de un plan de estabilización “para no tener un Rodrigazo”, algo que claramente “nadie quiere”.
En ese escenario el financiamiento externo será muy importante, y es un camino viable ya que —justamente— el desendeudamiento con el sector privado “fue uno de los mayores logros del kirchnerismo”, opinó y agregó: “Hoy la deuda privada representa apenas el 15% del PBI, y ese es un nivel muy manejable”.
Por eso, y si bien consideró como “muy difícil” saber de qué manera se desandará al menos en parte el camino de la última década, estimó que no habrá crisis de la escala del Rodrigazo, ni como la híper de finales de los 80, o la de 200172002.
A pesar de considerar que varios ítems como el de la factura energética son “preocupantes”, aseguró que hay otros datos positivos como el contexto internacional, y el nivel de desendeudamiento.
Un buen contexto. El ex funcionario consideró que a pesar de los altibajos que atraviesa la economía internacional desde hace al menos cinco años, el escenario global seguirá siendo positivo para Argentina, mas que nada por la demanda sostenida de alimentos por parte de los grandes emergentes del continente asiático.
“No creo en el fin de los Brics, y si bien hay ciclos tenemos una tendencia bien clara y estructural”, dijo, para agregar que incluso se percibe lo que llamó un verdadero “cambio civilizatorio”, con un desplazamiento del eje desde el Atlántico hacia el Pacífico.
En este cambio, algunas variables “se limpian” como está ocurriendo con el precio de los commodities, que parecen haber dejado atrás el pico especulativo para estabilizarse en valores altos pero mas realistas que los del año pasado.
“La suba de las tasas será muy lenta en Estados Unidos de la mano de la nueva presidenta de la Fed y su visión de los estímulos a la economía”, estimó, tras lo cual argumentó que se trata de una economía casi en deflación.
Para Llach, es posible que durante un par de años los países emergentes crezcan un poco menos, pero consideró que los cambios visualizados durante la última década son estructurales y tienen que ver con nuevas formas en los modos de producción, en los niveles de educación, y en la composición y cantidad de las clases medias.
“Son cambios irreversibles”, afirmó.
La única señal de peligro puede venir por el lado de los emergentes que acumulen mucho défcit, como puede ser el caso de la India, Sudáfrica, o en mucho menor medida Brasil.
Sin embargo, la gran flexibilización de la tasa de cambio “ayuda a que esto pase mucho mejor”.