"«Resurrección» habla de la muerte y de los caminos que toma el hombre para evitarla o bien para entenderla; creo que eso es un tema universal y sobre el que el ser humano siempre se ha relatado". Así explica el director Gonzalo Calzada el eje de su tercer filme de género, que se estrena hoy en Rosario. El relato transcurre en la Buenos Aires del siglo XIX asolada por la fiebre amarilla. Un seminarista deja su refugio seguro en otra provincia y decide regresar a la Capital para socorrer a las víctimas. Pero antes pasa por la casa familiar donde descubre que no solo todos sus habitantes están infectados, sino que el lugar es presa de sucesos inquietantes.
—¿Cuál es el origen de este proyecto y cómo surge el argumento?
—Hacía tiempo que quería hacer una película de época con un clima gótico, misterioso y opresivo. Desarrollé un guión que era inicialmente para un corto y que también fue un cuento y luego lo fui ampliando mas hasta encontrar que tenía el potencial suficiente para transformarse en el guión de un largo. Nos reunimos con los productores Mentasti (Cinemagroup y Buffalo Films) para conversar sobre futuros proyectos juntos y de ahí se disparó la idea de trabajar en concreto sobre "Resurrección". Nosotros veníamos de hacer juntos "La Plegaria del vidente" un policial negro que fue una gran experiencia para todos.
—¿Por qué la ambientaste en el siglo XIX?
—El protagonista es un seminarista que tiene un conflicto con su fe. Sentí que su problema pertenecía a otros tiempos en los que ese conflicto era tal vez más verosímil. Me pareció fuerte la idea de ubicarlo en un contexto como el de la epidemia de fiebre amarilla de 1871 en Buenos Aires. Esto le dio mayor carácter al entorno donde se desarrolla la historia y justifica el encierro de los personajes en el interior de esa casona. Por otro lado el género gótico tiene el encanto de aquellos tiempos perdidos, de otras épocas y me gustó la idea de darle ese look a la película.
—¿Qué desafíos técnicos o artísticos supuso hacerlo?
—Concretarlo en la imagen fue otro tema, sabíamos que era costoso hacer una película de género, y además de época, pero también teníamos a favor que eran pocos personajes y pocos decorados. Apostamos a conseguir una locación central en donde pudiéramos trabajar cómodos, no movernos demasiado y tuvimos mucha suerte con eso. Apareció una mansión impresionante en la zona de Burzaco que nos permitió intervenir su aspecto, decorarla a nuestra conveniencia y desarrollar prácticamente toda la logística del film allí. Nos reunimos con Alejandro Narváez, Hori Mentasti y Esteban Mentasti, todos productores ejecutivos, para seleccionar cuidadosamente el grupo de profesionales, técnicos y actores que le darían cuerpo a la película.
—El protagonista renuncia a su seguridad para ayudar a víctimas y enfermos de peste. ¿Se pueden establecer paralelismos entre el relato, la actitud altruista o idealista del protagonista, y la actualidad de un mundo convulsionado y violento? ¿Lo pensaste en algún momento como una metáfora?
—De alguna manera si. El final de la película tiene un epílogo que hace referencia a que, sin importar el tiempo y el espacio, el ser humano siempre vive el mismo conflicto, la misma historia, el hecho de sobrevivir, de pelear y de darle un sentido a su existencia sabiendo que va a morir. Es el dilema que tiene sobre sus hombros y también por consecuencia la postura y pensamiento que adopta frente a ese hecho inevitable. "Resurrección" habla de la muerte y de los caminos que toma el hombre para evitarla o bien para entenderla, creo que eso es un tema universal y en el que el ser humano siempre se ha relatado.
—¿Qué te atrae del terror gótico?
—No lo sé, es una cuestión de gustos. Me gusta el romanticismo en la literatura y me gustan los autores como Poe, Lovecraft, Henry James, también las películas que se hicieron de sus relatos. Creo que me gusta el género fantástico en cualquiera de sus vertientes, me divierte. Pienso que en Argentina teníamos y tenemos infinidad de posibilidades para hacerlo y eso me animó a poder llevar adelante "Resurrección".
—¿Qué diferenciación haces con respecto a trabajos anteriores tuyos como "Luisa" o "La plegaria del vidente"?
—Es una película distinta, de alguna manera también es un policial, pero es de estructura mas clásica, del tipo "caja cerrada", hay una casona, hay desaparecidos y un misterio sobre qué está pasando o quién es el culpable. Los pocos elementos nos permitieron poner el foco en la puesta, mayor concentración en la dirección y no en cumplir con un plan de rodaje, que muchas veces pasa eso.
—¿Qué desafíos, tanto artísticos como comerciales, implica ir en esa línea?
—El género se viene explotando hace tiempo en Argentina, solo que no ha logrado ser tan conocido aun. Se producen actualmente muchas películas de género y muchas de ellas son realmente excelentes, incluso muy superiores a las que vienen de afuera. Creo que es una cuestión cultural y de tiempo, poco a poco este modelo de cine se está ganando su espacio. Recientemente se creó la LiGA, constituida por realizadores, productores, actores y actrices y técnicos que se dedica casi exclusivamente a este modelo de cine. Creo que lo primero es lograr el mejor productor posible. El género te exige mucho y también hay que darle al público un producto que sea de la mejor calidad posible. Que pueda creer y disfrutar de lo que ve, en cierta manera el cine es un show, al menos mucho del cine de género y eso es lo que tiene que encontrar el espectador. Y como desafío, es importante lograr que sea lo mas verosímil posible y que el relato conmocione por sí solo, no caer en la tentación de ir a la sangre y las explosiones para impresionar.
—¿Qué tipo de atracción genera el cine de género para que "The Walking Dead" se haya transformado en un fenómeno?
—Creo que el cine de género está siempre presente. Por un lado, pensar que género no es solo terror, sino todo tipo de relato fantástico. En referencia específicamente al terror me parece que desde que somos niños el miedo es algo que tenemos que aprender a controlar y a desarrollar sanamente, es lo que nos permite preservarnos, sobrevivir y también a veces nos impide crecer como personas.