Sergio Massa logró poner en off side a buena parte de la política argentina. Algunos podrán acusarlo de exceso de marketing, otros de no hundirse en las profundidades del debate o de exagerar con polémicas invocaciones populares la discusión institucional del código penal. Pero lo concreto es que el diputado del Frente Renovador consiguió capturar la atención de la sociedad en un tema central como el sistema de normas que reprimen los delitos.
La UCR, el PRO y el socialismo quedaron desconcertados porque en los borradores de ley aparecen las firmas de correligionarios como Ricardo Gil Lavedra, Federico Pinedo y María Barbagelata. Muchos diputados y senadores se contradijeron y trataron de balbucear algún argumento ante el proyecto sin ponerse colorados. Es verdad que el rubor en sus rostros debió aparecer al no asistir esta semana ni a las reuniones de comisiones o a las sesiones vacías del congreso ya inaugurado, teniendo en cuenta que son los mismos que aplaudieron a rabiar a la presidente cuando se quejaba de las pretendidas ausencias de los maestros. El Poder Ejecutivo intentó no pagar la apuesta de Massa y mantuvo silencio hasta que, no pudiendo tapar el sol con la mano, descalificó al ex intendente de Tigre por las formas y los modos de sus propuestas antes que por el fondo de lo que se debate.
En donde hay un fuerte malestar es en un vasto sector del Poder Judicial. "Los magistrados sienten que Massa los ninguneó y los puso como los autores del proyecto que baja penas, favorece delincuentes y juega al abolicionismo", confesó un integrante del colegio de jueces a este cronista. Los más osados no descartan que muchos de ellos impulsen una declaración pública que respalde al ministro Raúl Zaffaroni y a los institutos de derecho penal que estuvieron en el tema. El "tigrense", por su parte, ausculta por dónde puede venir el pase de facturas emitido por algún estrado tribunalicio.
El joven diputado bonaerense puede prenderse en su pecho el acierto de someter a una consideración más masiva un proyecto, nada menos, que de código que rige las infracciones penales. La iniciativa popular propuesta de movida fue exagerada. Es cierto. ¿Pero de dónde sale que un código es patrimonio de debate sólo de los técnicos entendidos? Por estos días, Massa camina haciendo campaña como candidato a presidente. Los que no le tienen aprecio le dicen que más bien se mueve como si ya lo fuera. Las encuestas le dan hoy razón y ánimo y el estancamiento de la figura de Daniel Scioli también. Del otro lado, se sonríen: "Falta mucho", se le escuchó decir al jefe de gabinete Jorge Capitanich en reunión con los suyos. Tanto Massa como el chaqueño sueñan con recibir la banda presidencial de manos de Cristina. Massa cree que la necesidad de recambio luego de 10 años de kirchnerismo ya ha volcado las preferencias a su favor. El chaqueño descuenta que la estructura territorial del PJ estará de su lado y eso es imbatible para cualquier contienda electoral. ¿Y Florencio Randazzo, Sergio Urribarri o algún otro tapado? Ninguno de los colaboradores de estos dirigentes creen que lleguen a la zona de largada planteando sólo un signo de pregunta sobre el nombre del ministro de interior.
Por eso Capitanich está jugando fuerte. En lo cotidiano ha recuperado la autoridad de su cargo perdida en los tiempos de devaneos intelectuales de su antecesor. El ex gobernador sabe de economía, maneja la praxis política y tiene aspiraciones serias. En lo concreto, manda. No es poco. En su partido se lo empieza a ver como un presidente "de transición" luego de una demasiado convulsionada década K. El ha sido el que le dijo a la presidente que si la economía se estabiliza en el primer semestre de este año con ortodoxia y cuidado en el gasto, ingresos de divisas por las exportaciones y gestos concretos de austeridad la batalla por los comicios del año próximo tiene altas chances de ser ganada. Y Cristina parece haberle dado razón aceptando medidas como la devaluación y la rediscusión tarifaria. Lo que no es poco. Quizá le estén jugando en contra a este hombre sus últimas expresiones demasiado irónicas respecto de temas candentes (casi retó a los docentes que están de paro y, recordemos, ganan 3500 pesos o minimizó a los periodistas que hablan de narcotráfico, por sólo dar dos ejemplos). Eso remeda lo peor de la intolerancia kirchnerista, reactivo ideal en la sociedad de estos tiempos.
Todos estos datos que rodean el tema particular de la legislación penal deben ser leídos, como casi todo en política, con el prisma de la elección del año que viene. No está nada mal que a un año y poco más de los comicios aparezcan los aspirantes al sillón de Rivadavia. Es más: sería deseable que muchos fueran capaces de mostrar en sus discursos y en sus concreciones capacidades concretas para gobernar. ¿No sería loable que doce meses antes de votar supiéramos como ciudadanos qué piensan los precandidatos de temas centrales como la economía, la seguridad o la educación? Es cierto que hoy esos temas no son lucubraciones de campaña. Son deudas inmensas e irresueltas. El gobierno cree (la presidente está convencida en serio) que el último zamarreo económico de enero y febrero fue un intento destituyente de empresarios y banqueros que no la quieren. Cristina no puede ver que los groseros errores propios ni que un buen y ortodoxo plexo de medidas del respetado presidente del Banco Central no alcanza para atacar el fondo de la cuestión. Juan Carlos Fabrega consiguió un tiempo de meseta con oxígeno para reaccionar. Nada menos que eso. Pero nada más: ahora debería venir un plan para no endosar al que suceda a la doctora Kirchner el costo total de salir de la crisis.
En la casa rosada apenas trabajan para esculpir la imagen de estadista que quieren que la historia le dispense a su líder. Juegan al laboratorio de candidatos jóvenes que herede la "mística K". Mientras algunos apelan a la fe del milagro la realidad va por otro camino. Es verdad que las esperanzas de encontrar candidatos "tapados" no es patrimonio porteño. A años luz respecto de la procedencia y del respeto que se tiene por él, un joven periodista rosarino en ejercicio de su oficio es "medido" en encuestas para ver si puede enfrentar al socialismo en el 2015. ¿Aceptará este -conocido profesional el desafío?