Gastón Conde, señalado por varios testigos y por la familia de Walter Serra como su empleador, volvió a negar ayer ante el magistrado que investiga el caso esa relación laboral con el hombre desaparecido hace más de ocho meses, y del cual se presume son los restos cadavéricos hallados hace once días en un descampado de Andino. El reconocido técnico de rugby estuvo durante tres horas en el juzgado, donde mantuvo la posición que mostró desde que se conoció el hecho. Muy nervioso ante cada pregunta, indicó que la situación en la que quedó envuelto le arruinó su carrera deportiva y negó tener deudas por su negocio al momento de la desaparición de Serra. En tanto, no se descarta que en los próximos días lo sometan a un careo con Paula, la hermana de Walter.
El hombre que muchas personas apuntan como quien tiene la llave para dilucidar parte del misterio por la desaparición de Walter ingresó a las 9.40 al despacho del juez Hernán Postma en los Tribunales.
Lo hizo acompañado de tres abogados y se sometió a varias preguntas puntuales sobre su actividad y relación con el hombre que desapareció el 24 de octubre de 2012.
Ya no lo hizo como un simple testigo sino que el carácter de su testimonio "informativo" lo deja vinculado a la causa y podría afrontar cargos si el juez entiende que no aporta todo lo que sabe.
La medida duró casi tres horas, tiempo durante el cual la madre de Walter, Susana, aguardó en vano en el pasillo poder tener un contacto cara a cara con el hombre que dice conocer desde hace tiempo por el vínculo con su hijo.
Según pudo saber La Capital de fuentes vinculadas a la pesquisa, el hombre volvió a negar cualquier relación de trabajo con Serra, de quien manifestó solamente ser amigo.
De ese modo, se mantuvo en lo que había manifestado en diciembre, al inicio de la investigación. Además, negó tener una deuda económica al momento de la desaparición del Walter.
Es que esa es la hipótesis más fuerte que hizo correr la propia familia de la víctima y que fue confirmada a este diario por Virginia, esposa de Serra.
La mujer contó que Walter recibió al menos dos llamadas telefónicas en las que una persona le reclamaba una deuda que, en realidad, había contraído Conde con un cliente (se habla de 1 millón y medio de pesos). Y que ese fue el móvil por el que habría pagado con su vida.
Además, varios testimonios incorporados a la causa confirmarían ese rol de Serra, quien manejaba la contabilidad de una cartera de clientes de la empresa de Conde en una oficina en la que se concretaban negocios con venta de cereal en negro y de dólares en el mercado ilegal.
Según fuentes judiciales, la estrategia del entrenador se sustenta en no blanquear esa actividad para no quedar a expensas de los controles fiscales. Aunque, por otro lado, esa posición complicaría su situación en la causa en la que se pretende conocer el móvil real del aparente homicidio por encargo.
Es que hay indicios e informes forenses preliminares (cotejo de piezas dentales con la ficha odontológica y reconocimiento de documentación y ropa) a través de los cuales se confirmaría que los restos cadavéricos hallados el 22 de junio en Andino, a metros del río Carcarañá, pertenecen a Serra.
No obstante, se aguarda la confirmación a través de estudios ADN, uno oficial y otro particular solicitado el martes pasado por la querella.
En un tramo de la declaración, Conde no pasó por alto su actividad deportiva, en franco ascenso gracias a logros importantes en un club de Rosario. Palabras más, palabras menos, el entrenador dijo: "Esto me arruinó la carrera".
Al terminar el trámite, cerca de las 12.45, Conde no salió del juzgado como lo hacen empleados, públicos o personas comunes que declaran en una causa y apenas se pudo ver a uno de sus abogados, el ex presidente del Colegio de Abogados Arturo Araujo (ver aparte).
Es que, para no tener contacto con la prensa, el entrenador se retiró por un pasillo interno que utilizan las personas detenidas y que conecta directamente el despacho del juez con el subsuelo de edificio de Balcarce 1651.