Hace 30 años Stanley Jordan se ganaba la vida tocando la guitarra en las calles de Nueva York. Hoy, con más de una docena de álbumes editados —entre ellos el exitoso “”Magic Touch” de 1985—, el músico de jazz recorre los escenarios del mundo instalado en el trono destinado a los virtuosos del instrumento de seis cuerdas. Tapping es la mágica palabra para entender la historia de este californiano que esta noche actuará en el Parque de España. Se trata de una técnica poco explorada que permite tocar la guitarra de manera similar a un piano, con las dos manos en el mástil pulsando líneas independientes, provocando cierta complejidad en el sonido del instrumento.
“Mi música tiene siete niveles —aclara Jordan a Escenario—; va desde lo más bajo a lo más alto: sonido, técnica, conocimiento, intelecto, alma y espíritu. Los niveles más complejos son los más importantes pero no podrían existir sin los niveles más sencillos. Entonces, por ejemplo, cuando mi técnica está trabajando bien, mi espíritu es libre de expandirse”.
Stanley Jordan cuenta cómo apareció la idea del tapping. “Primero tuve la idea del piano que, de hecho, fue mi primer instrumento. Me gustó siempre la expresividad de la guitarra, pero también me gusta la riqueza que tiene el piano en la orquesta y quería encontrar la manera de traer eso a la guitarra. Sin embargo a veces hay cosas que sólo pueden ser hechas con técnicas tradicionales, como puntear o rasguear. Quiero decir, que utilizo estas técnicas cuando la música me lo demanda”.
—Usted tiene toda la pinta de haber sido y ser un obseso de la guitarra? ¿Ha crecido realmente así, obsesionado por la guitarra, por buscar el sonido soñado?
—Algo de eso hay. Mire, a veces en mi cabeza escucho un sonido que va más allá de la música que conocemos. He intentado toda mi vida reproducirlo, pero aún no lo he logrado.
—¿El jazz aparece en su vida como una herramienta para llevar a cabo su trabajo, de encontrar ese sonido, o usted amaba esa música desde antes?
—La verdad es que fui a un festival de jazz cuando tenía diez años y vi a Freddie Hubbard, Herbie Hancock, the Charles Moffett Family, Stanley Turrentine, George Benson y muchos otros. Ver a esos tipos tocar en vivo cambió mi vida. Las grabaciones son geniales pero uno debe experimentar esta música en vivo para entenderla realmente.
—Cómo fueron aquellos años de tocar en las calles de Nueva York? ¿Volvería a hacerlo o ya es una etapa superada?
—Disfrutaba mucho de tocar la guitarra en las calles porque estaba muy cerca de la gente. Y descubrí en esos días que mi música es universal, y que no necesitaba estar confinada a una categoría. Ya no toco más en las calles pero a veces extraño aquellos días.
—¿Pensó alguna vez que también podría haber sido un gran pianista?
—Mi instrumento principal es la guitarra pero todavía toco el piano... es más, recientemente he tocado mucho el piano. Al principio tenía miedo de lo que la gente podría pensar, pero luego me perdí en la música y es eso lo que realmente me importa.
—Sus detractores dicen que abusa de la técnica del tapping. ¿Qué le contestaría?
—Que utilizo cualquier técnica que sea necesaria para lograr mi objetivo musical. Y que Charlie Christian, Wes Montgomery y Jimi Hendrix me enseñaron que es válido encontrar tu forma personal de acercarte al instrumento. Cada uno de nosotros es único y debemos encontrar nuestro camino... a pesar de lo que digan los demás.
—Usted ha conocido el éxito y los grandes elogios rápidamente, es decir en su segundo disco, “Magic Touch”, ¿eso influyó positiva o negativamente en su obra discográfica posterior?
—Y... hubo algo de ambas cuestiones. Negativa porque me complicó la vida, cuando todo lo que yo quería era hacer música. Y al mismo tiempo fue positivo porque me sentí inspirado. Me inspiró porque sé que si estoy creando algo bueno puedo compartirlo con la gente.
—¿Le gusta algún guitarrista argentino?
—Un guitarrista que realmente me encanta es Quique Sinesi. Fui invitado al último álbum de Sharon Isbin “Guitar Passion” y grabamos la composición de Sinesi “Sonidos de aquel día”.