El cubo de hielo preside la escena. Y como en la tapa del disco "El calor del pleno invierno", en donde asoma un fósforo dentro de un bloque congelado, aquí, en Metropolitano, asoma el fuego de la gente. Una numerosa concurrencia colmó el sábado la primera de las dos funciones en Rosario de No Te Va Gustar, una pequeña muestra de hasta dónde llegaron esas canciones. Y más allá de un destino cierto, es seguro que al menos ya desembarcaron en el corazón de muchos.
No fue antojadizo colocar una imagen gigante que simulaba un cubo de hielo casi como única escenografía. Emiliano Brancciari y su banda sabían perfectamente que la misma ambigüedad que ofrece en las letras de sus canciones es la que también pasa por la vida. Y estaba allí, latente. Y lo bueno es que siempre hay buenas canciones para transitar los climas adversos.
Esta fue la primera presentación de NTVG en Rosario después de la trágica muerte del tecladista Marcel Curuchet en un accidente de tránsito en julio pasado en Nueva Jersey. Y aunque hubo un tímido guiño a esa situación en el "se siente, se siente, Marcel está presente", y la respuesta de Brancciari con "siempre está presente", esa angustia sobrevoló la cita del sábado.
El disco "El calor del pleno invierno", aún interpretado por el mismo Curuchet, destila ese tono agridulce que, paradójicamente, tan bien le sienta a la banda. Y se notó a lo largo de una treintena de temas en las dos horas de show, en donde convivieron los nuevos con los viejos éxitos.
No Te Va Gustar no tiene un patrón musical uniforme en lo rítmico. Va de una balada a un chotis, de un reggae a una melodía con aire de dixieland y del rock al dance, y hasta se codea con algo de música balcánica y muy poco de la murga uruguaya. Pero su patrón estético sí pasa por las letras, en las que conviven temáticas de amor con las de compromiso social. No en vano minutos antes del show la banda recibió la distinción del Concejo como visitante distinguido de la ciudad por "su incansable lucha con los temas relacionados con la violencia de género".
A las 21 en punto salió a escena La Triple Nelson, un trío charrúa que combina al dedillo un mix de Pescado Rabioso con Divididos, pero con color propio. En un set de media hora se puso al público en el bolsillo y hasta conmovió con su hit "Verde".
Pasadas las diez de la noche salieron los No Te Va Gustar y explotó todo. "Sin pena ni gloria" y "Por el agua" se destacaron en el primer envión hasta que un desperfecto técnico puso a oscuras el escenario. Parecía que esta felicidad podía congelarse, como reza su nuevo disco, pero no, al rato todo se encendió nuevamente.
"Música llenas mi alma" cantaba Brancciari en "Religión pagana" y la gente deliraba. Metropolitano se convirtió en una gran pista de baile con el ritmo dance de "El camino" y las pulsaciones por minuto subirían aún más con "Al vacío", el hit indestructible.
"Hace diez años vinimos a Rosario a la Lavardén con una banda que se llama Puerto Maluco, y ahora hacemos dos funciones acá", dijo Brancciari como para que no queden dudas del crecimiento de la convocatoria. Y poco después llegaría "Tan lejos", un tema de 2008, aquella de "cantando a pesar de las llamas", como para que no queden dudas de la metáfora de este presente. No podían faltar el hit actual "A las nueve" y "Ese maldito momento", y tampoco "Clara", la única de la noche con aire murguero, una canción de amor hija de la lágrima.
La nave de NTVG se encaminaba hacia el final. Y las tres últimas estaciones serían "Cero a la izquierda", la bella "Chau" y la eterna "Fuera de control". Pero nadie se quería ir. El primer bis llegó con el aire de chacarera "Mucho más feliz", de su segundo disco, "Ese fuerte viento que sopla", y el cierre tenía que ser con "No era cierto", para que el delirio tenga su color ritual. Y el fuego sigue encendido.